Di Tella en los medios
El País Digital
22/04/20

Catalina Smulovitz: "El juicio a las Juntas no tiene precedentes a nivel mundial"

"Envió un mensaje muy claro según el cual poderosos y débiles son iguales ante la ley", señaló la profesora investigadora plenaria a propósito de los 35 años del inicio del juicio a las Juntas militares.


Catalina Smulovitz, profesora de Ciencia Política de la Universidad Torcuato Di Tella e Investigadora del CONICET, fue entrevistada por Martín Astarita en el día en que se cumplen 35 años del inicio del juicio a las Juntas: "Envió un mensaje muy claro según el cual poderosos y débiles son iguales ante la ley", señáló Smulovitz, y resaltó que el proceso judicial iniciado en la Argentina no tiene precedentes en el ámbito latinoamericano ni a nivel mundial. 

¿De qué modo el juicio a las Juntas ayudó a consolidar la democracia?

Fue muy importante por una razón principal, fue una demostración muy fuerte de que nadie, poderosos o débiles, están por encima de la ley. En ese sentido, ese fue uno de los elementos más importantes del juicio. En una nueva democracia, que recién se estaba criando, el mensaje fue que no había, en relación a cómo comportarse respecto de violaciones a la Constitución, personas que pudieran estar por encima de las normas. Entonces, en ese sentido, el juicio constituye una señal muy relevante. Envía un mensaje según el cual poderosos y débiles están en igualdad ante la ley.

Se dice que el juicio a las Juntas no tiene precedentes en el mundo ni en el concierto latino-americano, ¿coincidís?

Efectivamente, el juicio a las Juntas en Argentina tiene características muy particulares y es una excepción en el ámbito latinoamericano, al menos hasta ese momento, es decir, en el momento en que se realiza. 

Incluso a nivel mundial es difícil encontrar un juicio similar. Al respecto, ¿en qué se distingue el juicio a las Juntas de los juicios de Nüremberg? 

Una de las particularidades es que el juicio a las Juntas no se realiza con un tribunal especial, conformado por las naciones vencedoras de la guerra como en Nüremberg, sino que es un tribunal que opera con la legislación local.

Los antecedentes que habitualmente se mencionan, Nüremberg, los juicios que se realizaron en Grecia, o los del sudeste asiático después de la Segunda Guerra Mundial, son todos juicios que no recurren a legislación doméstica. 

El juicio a las Juntas, más allá de haber condenado a los comandantes, puso en evidencia el carácter sistemático de la represión y dio lugar a nuevos juicios contra otros responsables, ¿se le fue de la mano a Alfonsín? Decías en un artículo que en lugar de poner fin a la cuestión de los derechos humanos, reabrió el tema. 

No sé si uno puede decir que se le fue la mano. Indudablemente, en el impulso que le da Alfonsín a esta cuestión se combinaron dos factores. El primero de ellos tiene que ver con su convicción y compromiso personal. Él ya venía mostrando desde los tiempos de la dictadura interés en el tema, tenía una convicción que en cierta forma uno la puede avizorar en lo que fue su militancia durante los años de la dictadura en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.

¿Y el segundo factor?

Me parece que sumado a su propia convicción, resultan decisivas las circunstancias políticas argentinas en el momento de la transición, que le permitieron avanzar como no se pudo avanzar en ningún otro país latinoamericano. En ese momento se hizo lo más que se podía dadas las circunstancias. 

Es probable que otro líder político, otro presidente, aún en esas mismas circunstancias, hubiera sido más moderado o tímido. Eso puede ser. Por eso digo que en el caso de Alfonsín, además de las circunstancias, se combinó el hecho que él tenía una convicción personal en relación con este tema.  

Ahora bien, a pesar de los juicios el tema no se cerró. Es más, uno puede pensar que el tema se reabrió y eso no es estrictamente una responsabilidad de Alfonsín. El tema se reabrió en cierta forma (diría que nunca se cierra) porque en el caso argentino existe una militancia y una organización por parte del movimiento de derechos humanos que constantemente observa cuestiones que no habían sido o no han sido tratadas hasta ese momento. 

En los primeros años, el punto central de discusión tenía que ver con hasta dónde llegaba la línea de responsabilidad y quiénes eran enjuiciados. Y es una discusión que, en términos de la experiencia histórica de ese momento, es una experiencia abierta. No había antecedentes, si se quiere, hasta dónde se podía llegar con los juicios. 

Por lo tanto, en la medida en que existió una organización por parte de los movimientos de derechos humanos, estos presionaron a fin de que los juicios se expandieran a otros niveles de responsabilidad. Hay otros países en los cuales también hubo discusiones de esta naturaleza y, sin embargo, dado el conflicto político que se dio entre los sectores que se oponían a la ampliación, no se avanzó. 

En resumen, en la Argentina hay una combinación entre circunstancias históricas, la voluntad política inicial de Alfonsín, la organización y voluntad de los movimientos de derechos humanos, y señalaría, por último, la debilidad con la que quedan las Fuerzas Armadas al momento de la transición. 

Toda esa combinación de factores permite entender cómo es que se fue desarrollando este tema en el caso particular de la Argentina y por qué en Uruguay, Brasil, Chile y Perú, países en donde en algún momento se planteó este mismo debate, fue resuelto de manera muy distinta. Más allá de que en algún momento en Chile, con posterioridad a la prisión de Pinochet, el tema se haya abierto algo más. 

¿Cuál fue la reacción militar a los juicios y a sus efectos?

La reacción militar a los juicios empieza y se da de distintas formas. En relación con el juicio a las Juntas propiamente dicho, las reacciones militares empiezan en términos de qué tipo de defensores iban a aceptar cada uno de los que estaban siendo juzgados. También hay que tener en cuenta, aun no siendo estrictamente reacción al juicio a las Juntas, que al momento de finalizar el gobierno militar, los militares anticipaban algún tipo de acción de esta naturaleza, motivo por el cual tratan de entorpecer ese tipo de juicios que podían llegar a venir, con medidas que van desde la conocida Ley de Amnistía a la destrucción de archivos. Es decir, una serie de medidas de auto-protección que dictan antes de retirarse.

Más adelante, vienen los levantamientos de Semana Santa

Con los hechos de Semana Santa empieza una presión para nuevamente acotar los niveles de responsabilidad, mantener los tres niveles de responsabilidad y de hecho, la primera respuesta que aparece por parte del Gobierno es, en relación a este punto en particular, la Ley de Obediencia Debida. 

Antes de eso ya había habido, si se quiere, una presión que no había llegado a un levantamiento expreso, pero que también había dado lugar a una respuesta por parte del Gobierno, que había sido la ley de punto final. Si esta es la ley que establecía un límite temporal, es decir, hasta cuándo se podían seguir presentando causas involucrando a militares por la represión ocurrida en los años anteriores, luego de Semana Santa en realidad se da una sucesión de motines y rebeliones militares que si bien todas tienen un hilo conductor que pasa por limitar o levantar totalmente las sanciones judiciales hacia los niveles inferiores de las Fuerzas Armadas, también hacen aparecer otro conflicto, en este caso interno, dentro de las Fuerzas Armadas, entre sectores inferiores y sectores superiores, entre sectores más nacionalistas y más liberales, conflicto que se expresó en el último levantamiento de Seineldín, y que es el que le va a permitir al gobierno civil meter una cuña, si se puede llamar así, para resolver el enfrentamiento.