Di Tella en los medios
Revista Ñ
30/09/19

Michel Foucault. Un borrador de lujo sobre el poder

El profesor de Problemas Filosóficos del Dpto. de Estudios Históricos y Sociales hizo una reseña de "Microfísica del poder" de Michael Foucault. En el marco del lanzamiento de una nueva edición de este libro, Fernández lo describe como "un conjunto de artículos editado en 1977 que muestran a un filósofo crítico y en ebullición".

Editado por primera vez en Italia en el año 1977, Microfísica del poder de Michel Foucault fue una compilación realizada por Alessandro Fontana y Pasquale Pasquino que reunía diez trabajos, la mayoría intervenciones políticas, del filósofo francés desde 1971 hasta 1977. Se trata de un libro extraño dentro de la obra foucaultiana ya que no existe un original en francés y cada una de las traducciones (en inglés, castellano y portugués) introdujeron variaciones respecto de la selección de textos y el ordenamiento de los mismos del volumen italiano. Un dato relevante es la presencia de las dos primeras clases del curso "Defender la sociedad" que Foucault dictó en el Collège de France en el ciclo lectivo 1975-1976, dos décadas antes de la publicación del seminario completo en 1997.


La actual edición (Siglo XXI Editores), al cuidado de Edgardo Castro y con traducción de Horacio Pons, a diferencia de la primera versión castellana de la editorial española La Piqueta de 1978 (organizada por Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría) que incluía dos textos más, respeta la selección italiana, a excepción del artículo “Nietzsche, la genealogía y la historia”. En este aspecto, es destacable la introducción de Castro que contextualiza las intervenciones de Foucault en el marco de la historia política e intelectual francesa signada por los acontecimientos posteriores a Mayo del 68, la fractura del Partido Socialista, la aparición de los “nuevos filósofos”, la disidencia de los países soviéticos (el llamado “efecto Gulag”) y el intenso debate dentro del campo progresista en Francia y Europa.

Hay invariantes que ligan los once textos foucaultianos que operan como articuladores de la intensa década del setenta, quizá la más compleja y transformadora del programa intelectual de Foucault, en la que observamos instancias como la creación del Grupo de Información sobre las Prisiones (GIP) en 1971, el diálogo con el maoísmo en 1972, la edición francesa de Archipiélago Gulag de Aleksandr Solzhenitsyn en 1973, la publicación de Vigilar y castigar y La voluntad de saber (Primer tomo de la Historia de la sexualidad) en 1975 y 1976 respectivamente, y el debate en torno a la Union de la Gauche en 1977.

En el texto que abre el libro ya es posible detectar, en 1976, el distanciamiento de Foucault de la analítica marxista, su crítica a los conceptos de represión e ideología al mismo tiempo que a la subordinación del poder a la esfera económica y el ocultamiento del cuerpo en beneficio de la noción de conciencia. En este sentido, su definición de “intelectual específico” será consistente con este alejamiento de los modos de la izquierda tradicional al intervenir de un modo no universalista ni decimonónico, operando en luchas reales, materiales y concretas en torno a situaciones transversales (la universidad, las relaciones familiares y sexuales, la prisión o los asilos psiquiátricos), es decir, un repudio a toda forma de verdad o de apelación a la justicia al modo de un jurista.

El humanismo también será objeto de ataques por parte de Foucault en gran medida por haber sido el culpable del bloqueo y la prohibición del acceso al poder alentando el sojuzgamiento del cuerpo en diversas soberanías (Dios, verdad, Naturaleza, derechos, razón, etcétera); del mismo modo, la utopía es dejada de lado por el filósofo francés en beneficio del concepto de experiencia.

Tanto las experiencias con las drogas, el sexo o la vida comunitaria, como declara en su intervención en la revista contracultural Actuel, son valoradas por Foucault a la vez que critica las implantaciones comunistas, en particular a la Unión Soviética, por no haber modificado la institucionalización burguesa, familiarista y puritana del siglo XIX.

Es relevante el debate con los militantes maoístas en torno a la cuestión de la justicia popular en el cuál Foucault dialoga con Benny Lévy y André Glucksmann (ambos bajo seudónimos), en aquel momento miembros del grupo radical llamado Izquierda Proletaria. Allí el filósofo marcará su disidencia con la idea de tribunal popular sostenida por el maoísmo ya que según su óptica, esta no introducía ninguna variación sustancial en la dinámica judicial burguesa en tanto mantenía la instancia del tribunal como burocracia de la justicia. Algo que refuerza Foucault en su diálogo con Deleuze en su crítica a la representación política en sí misma, apelando a la construcción de una izquierda libertaria, antijerárquica, descentralizada, que cuestiona la noción marxiana de clase en favor del concepto de plebe.

Un elemento remarcable será el fuerte distanciamiento de Foucault en 1975 respecto de la centralidad analítica del aparato del Estado como vector de luchas políticas. A su juicio, será la mirada estatalista del marxismo lo que lleva a la formación de un partido jerárquico y burocrático que intenta emular la organización estatizante, así como propiciará la reutilización de ese aparato del Estado contra los enemigos de clase y la incorporación en su estructura de técnicos de la vieja burguesía familiarizada con su funcionamiento.

En el corazón de estas intervenciones políticas se encuentra el work in progress de la construcción de la analítica del poder foucaultiana que leeremos en sus libros a través de estrategias disímiles: la crítica al freudomarxismo y a las utopías emancipatorias, el señalamiento del psicoanálisis como dispositivo de normalización y el poder psiquiátrico como máquina disciplinaria. Compilación imprescindible para dar cuenta de modo integral de una década determinante en el proyecto filosófico de Michel Foucault.