Di Tella en los medios
Clarín
2/08/19

Viajar en el tiempo, costumbre argentina

Por Ezequiel Spector

"Argentina puede ser retratada como un ámbito en el que se superponen diferentes dimensiones espacio-temporales, con personalidades propias de cada época, como en alguna película hollywoodense de ciencia ficción", apunta el profesor investigador de la Escuela de Derecho.



Todos fantaseamos alguna vez con viajar en el tiempo, quizás a una etapa de nuestras vidas que deseamos revivir, ya sea para disfrutarla, o para reparar aquello que pensamos que hicimos mal. También resulta atractiva la idea de presenciar algún acontecimiento histórico de importancia mundial. ¿Son realmente imposibles estos viajes? Tal vez sean más usuales de lo que creemos.

Sarah y Gabriel Chrisman, por ejemplo, son un matrimonio norteamericano cuya fascinación por la Era Victoriana los ha llevado a vivir como si estuvieran en el siglo 19. El lugar que eligieron se llama Port Townsend, que es precisamente un bello pueblo portuario de estilo victoriano en el condado de Jefferson (Washington).

En una casa construida en 1888, con la vestimenta acorde, y limitándose a la tecnología de aquel entonces, han intentado llevar una vida lo más fiel posible a ese momento histórico. La forma de vivir del matrimonio Chrisman tal vez nos parezca extravagante. Pero quizás sea más frecuente de lo que pensamos.

Argentina, de hecho, es un buen caso de estudio. Perfectamente puede ser retratada como un ámbito en el que se superponen diferentes dimensiones espacio-temporales, con personalidades propias de cada época, como en alguna película hollywoodense de ciencia ficción.

Hoy convivimos, por ejemplo, con personajes característicos de la Argentina de los años 70, que viven como recién llegados de aquella etapa y reivindican públicamente la violencia política. Usan los mismos conceptos, manejan las mismas ideas, y buscan por todos lados dictaduras contra las cuales luchar.

Están también quienes viajaron desde el siglo 16, y encuentran en la caza de brujas una forma de hacer Justicia. Ahora usan Internet para buscar delincuentes, pero conservando su estilo errático, se hacen eco de los rumores y no chequean la información. En un caso reciente, un grupo destruyó una casa por error, tratando de atacar a un delincuente que existía, pero que no vivía ahí. Consecuencias de tener una Justicia en la que el pueblo ya no confía.

En la Argentina profunda, tenemos algún que otro gobernador que, ignorando el concepto de “república”, pareciera que ha venido directo desde las monarquías absolutas europeas del siglo 17. “El Estado soy yo”, tal como se jactaba Luis XIV de Francia.

Viven como reyes en pueblos pobres, detentan todo el poder y no les agrada mucho que se expresen en su contra. En esta línea espaciotemporal, sin embargo, ejercen su control a través del empleo público y dependen casi exclusivamente de la Coparticipación.

Incluso contamos con economistas recién llegados del Mercantilismo europeo de principios del siglo 18, cuando se sostenía quela riqueza de una nación dependía de la acumulación de metales preciosos, y no se consideraba el efecto inflacionario que ello podía tener.

Aquí y ahora sostienen públicamente, sin sonrojarse, que la inflación no se relaciona con la emisión monetaria. Sectores religiosos, por otra parte, nos invitan a experimentar cómo era la vida en los primeros años del siglo 20, antes de que se inventaran los preservativos de látex. Condenan una y otra vez este método anticonceptivo, a pesar de la evidencia que hay de su importancia para prevenir embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual.

Argentina también se caracteriza por movimientos de izquierda que parecen importados de la época de la Guerra Fría, siguen pensando en términos de la lucha de clases, le echan la culpa de todos sus males al capitalismo y piensan que la felicidad de la humanidad va a pasar por abolir la propiedad privada.
Un tratamiento aparte merece el caso de algunos jóvenes (por suerte una pequeña minoría) los sábados a la noche. No habrían soportado mucho tiempo en el Salvaje Oeste de Estados Unidos durante el siglo 19, pero, con algunas copas de más, juegan a estar en esa época cuando se agreden e insultan a la salida de los boliches, muchas veces poniendo en riesgo su integridad física y la de los demás.

Varios de nuestros sindicalistas, por otro lado, viven como jeques árabes, con privilegios que solamente pueden entenderse si nos ubicamos temporalmente antes de la Asamblea del Año XIII, cuando los títulos de nobleza no habían sido derogados.

También hay que mencionar a quien hace un tiempo llegó desde la Alemania de los años 30. En 2009, le habían denegado la personería jurídica. Hoy, desde un espacio pequeño que él denomina “nacionalista”, aspira a convertirse en Presidente.

Sin embargo, no todos están tan ansiosos por entrar en esta línea espacio-temporal. Algunos se han retirado. Extrañaremos a un ex Intendente de Tigre, que volvió al 2008 para compartir el espacio político con el kirchnerismo.

O a una Legisladora Nacional, que volvió al 2007 con el mismo fin. Lo mismo ocurrió con un candidato a Presidente. Han decidido vivir como en aquella época, olvidando todo lo que dijeron después.
La amnesia parcial: un efecto aún no estudiado de los viajes en el tiempo.

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