Di Tella en los medios
Clarín
19/07/19

Es en las escuelas, no en los cuarteles...

"Combatir el fracaso escolar, esa fábrica de excluidos, es la verdadera obra pública y es un trabajo arduo que no puede ser soslayado ni abordado con apresuradas propuestas de campaña ni resuelto con voluntarismo. Y es en la escuela donde se libra esa batalla, no en sucedáneos cívico-militares", afirma la directora del Área de Educación UTDT.


"Mi mamá me pega si no aprendo a escribir” le dijo Sofía de 9 años a la voluntaria que cada sábado da apoyo escolar en la Villa 31 de la Ciudad de Buenos Aires. La letra ni con sangre ni a los golpes entra y la nena mira con tristeza y desconcierto el cuaderno. Sofía está en tercer grado pero no sabe leer ni escribir, como muchos otros chicos que pasan de grado sin aprender y hasta terminan la primaria apenas alfabetizados para luego, si ingresan, abandonar el secundario y engrosar el número de los “ni ni”, 800.000 chicos en todo el país que ni estudian ni trabajan. Ese ejército de excluidos que hoy se percibe como una amenaza y se busca disciplinar y contener.

Sofía sabe que no sabe, que hay algo que ya tendría que saber pero no sabe. Ya repitió de grado, como muchos otros que repiten sin que eso sea reaseguro de aprendizajes. Un nene le dice “vos fracasaste, repetiste, perdiste”.

La voluntaria lo reprende: “no le digas así, ella no fracasó, sólo le cuesta”. A Sofía le cuesta y le duele. Ella trata de disimular el dolor, se distrae, camina, habla de otra cosa, hace como que no le importa; pero antes de irse le dice a la voluntaria, “ayudame, no puedo quedarme así, burra para siempre”.

La voluntaria mira a Sofía con angustia. Ella tampoco sabe. Esta joven de 18 años, como tantos jóvenes que acuden a los barrios a ayudar, tiene voluntad, ganas de hacer algo por los otros, pero no sabe enseñarle a leer y escribir a Sofía. Estudia Derecho en la universidad y desde que iba al secundario hace voluntariado en una ONG. La voluntaria le dibuja a Sofía un corazón en el cuaderno y se despiden hasta el próximo sábado. Se abrazan. Las dos tienen voluntad pero con eso solo no alcanza. Las dos saben que no saben. A las dos les duele eso.

El fracaso escolar es un fracaso múltiple. Los estudiantes fracasan, las escuelas fracasan, la sociedad también. La enorme empresa educativa de producir aprendizajes, de garantizar su calidad y relevancia y asegurar equidad no sólo fracasa en sus promesas incumplidas sino que genera daños individuales y sociales cuando ese fracaso se hace sistemático, se naturaliza y hasta se legitima en las poblaciones más vulnerables.

Combatir el fracaso escolar, esa fábrica de excluidos, es la verdadera obra pública y es un trabajo arduo que no puede ser soslayado ni abordado con apresuradas propuestas de campaña ni resuelto con voluntarismo. Y es en la escuela donde se libra esa batalla, no en sucedáneos cívico-militares. Es transformando la escuela y profesionalizando a sus docentes, protegiendo con políticas integrales el Derecho a la Educación y con presupuesto específico destinado a la escolarización de los niños y jóvenes más pobres, que hoy ya son el 52% del total.

Esta es la tarea urgente para la Argentina que tiene en el sistema educativo su principal problema de competitividad económica y justicia social. Esto debería ser el corazón de la campaña política por las elecciones presidenciales. ¿Lo será?

Claudia Romero es directora del Area Educación de la Universidad Torcuato Di Tella.