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Infobae.com
15/06/19

Directores escolares: no hay una carrera que los forme y tienen poca autonomía para resolver problemas

Por Maximiliano Fernández

Claudia Romero, directora del Área de Educación de la Escuela de Gobierno UTDT, y Gabriela Kricheskyen, relizaron un estudio que caracteriza la realidad del rol directivo en el país. Identificaron que, en promedio, quienes ejercen como directores fueron docentes de aula por 17 años.

El director, un rol decisivo en la estructura escolar (Télam)

¿Qué se sabe de los directores? Más bien poco. Por empezar, se sabe que cumplen un rol decisivo en la mejora escolar. Pero en Argentina escasean los datos. Por el último Censo Nacional del Personal de los Establecimientos Educativos de 2014, se conoce que uno de cada diez docentes ocupan un cargo de gestión y que el 83% son mujeres, pero que la proporción se empareja a medida que aumenta el nivel (representan el 99% en jardín y el 62% en secundaria). Más allá de eso, no hay evaluaciones de desempeño o impacto.

Un nuevo estudio de la Universidad Torcuato Di Tella se propuso caracterizar la realidad del rol directivo en el país. Sus autores, Claudia Romero y Gabriela Kricheskyen, identificaron que, en promedio, quienes ejercen como directores fueron docentes de aula por 17 años. El 84,1% cuenta con título de nivel superior.

El artículo El director escolar en Argentina: Un actor clave pero (aún) invisible, que divulgó el Observatorio Argentinos por la Educación, insiste en una de las principales falencias: no existe una carrera directiva. Más allá de que hay capacitaciones, los directores son docentes que, con el transcurso del tiempo, logran ascender a una posición que les implica una mejora salarial, aunque no demasiado pronunciada.

Según pudieron establecer, en secundaria la remuneración de un director está entre un 2 y un 37 por ciento por encima de lo que cobra el maestro. Las autores creen que ese poco incentivo salarial desalienta a tomar un cargo de más responsabilidad. Incluso la normativa no contempla ni derechos ni deberes específicos para el rol directivo. Solo la estabilidad en el cargo y la no exclusividad en la función.

(DyN)

Romero y Krichesky sugirieron algunas líneas de acción para potenciar el rol de gestión: construir equipos directivos para lograr liderazgo distribuido en la escuela, establecer marcos para el ejercicio de la función, generar oferta de formación específica para directivos y tejer redes entre establecimientos para compartir prácticas exitosas.

Una vez asumida la función directiva, el margen de maniobra es acotado. "La autonomía como tal no existe. No podemos hacer lo que sea, hay marcos regulatorios, normas, leyes y sobre todo la Ley Nacional que resulta una oportunidad y muy potente por cierto, pero se ve obturada por la gran carga cultural institucional de escuelas con muchos años detrás. Se trata solo de animarse a interpelar, incluso las normas vigentes cuando entendemos que obturan derechos. Ahí sí el rector puede ejercer su autonomía política e ideológica", le dijo a Infobae Paul Dani, ex director escolar.

Paul Dani hoy es supervisor. Antes se formó como profesor de educación física. Después de asumir una suplencia como rector en una escuela de Belgrano, se abrió un concurso para cubrir un cargo titular en el Colegio 2 de Retiro. Allí ejerció después de cursar una capacitación y aprobar un examen en la Escuela de Maestros. Ocupó, según dice, "el mascarón de proa", un rol a veces ingrato que, en sus palabras, es "el responsable absoluto de todo lo que pasa y no pasa en la escuela".

(Télam)

Hay distintas capacidades que debe tener un buen director, piensa. Saber escuchar es una, acompañar es otra, abrir la escuela a la comunidad, crear escenarios para la acción, sistematizar las buenas prácticas de los maestros, y más complejo aún, ser "un aventurero" dentro de un sistema que aprieta más de lo que permite. "Estas capacidades, en mi caso, las voy adquiriendo en la praxis diaria, también hoy como supervisor. Se necesita rediseñar la formación de directivos, adaptarla para los tiempos que corren", aseguró.

Guillermo Tumini trabaja rodeado de una realidad diferente, con chicos de hogares más aventajados. Después de dar clases de computación, matemática y formación cristiana, desde hace cuatro años es el director del colegio privado Los Molinos en Munro. El colegio forma parte de Apdes, una institución que nuclea 21 centros educativos y 7.200 alumnos.

En general, Tumini coincide con su colega en las habilidades a desarrollar, pero agrega otras: "Un directivo necesita tener visión para darse cuenta hacia dónde encaminar a la institución, fortaleza de ánimo para no dejarse abrumar por las dificultades y actitud permanente de trabajar en equipo las grandes decisiones y objetivos".

Problemas en la escuela pública, problemas en la escuela privada

En los contextos más vulnerables, el rol directivo se vuelve todavía más influyente. No todas las escuelas públicas son iguales entre sí ni tampoco las privadas. Incluso dentro de las dos gestiones -público y privado- hay muchas variables, pero los problemas suelen ser distintos. En la escuela pública, los esquemas son más rígidos y burocráticos. En la privada hay más flexibilidad para ejercer el liderazgo.

Paul Dani, tras su experiencia en la escuela pública, contó: "Hay distintos problemas. Una es la dificultad de las instituciones para modificar rasgos culturales que operan en contra de las necesidades que tienen los nuevos estudiantes que están en la escuela. La falta de formación pedagógica e incluso normativas extemporáneas que no logran modificarse a pesar de los tiempos que corren, como la gradualidad, la repitencia, la estructura horaria. También debemos lidiar con problemas de infraestructura o docentes que todavía creen que la secundaria no es para todos".

En los colegios privados, el problema no está tanto en la autonomía. De acuerdo al director de Los Molinos, a los directivos de colegios les toca "asumir la responsabilidad de estar al cuidado de menores de edad, en una sociedad en la que las relaciones humanas se volvieron más complejas y judicializadas".

Tumini describe dos frentes. Por un lado, los padres. Lograr que comprendan los aspectos en los que sus hijos deben mejorar. Por otro, estar atento y receptivo a los cambios. "Los colegios están constantemente aprendiendo cómo hacer mejor su tarea diaria, al mismo tiempo que se ven demandados en nuevas inquietudes. Los cambios acelerados de la sociedad pronto se transforman en expectativas de los alumnos y de sus padres".