Di Tella en los medios
Clarín
21/03/19

Un reconocimiento a todo lo que de arte tiene la arquitectura

Por Inés Álvarez

En la sede Alcorta la Universidad Torcuato Di Tella tiene, en el quinto piso de la sede universitaria, una gran cubierta ajardinada y transitable. Creada por el estudio RDR arquitectos recibió el segundo premio del Fondo Nacional de las Artes (FNA) dedicado a la arquitectura.

El Fondo Nacional de las Artes (FNA) otorgó a fin del año pasado el primer premio dedicado a la arquitectura. La categoría se creó para reconocer proyectos y obras arquitectónicas, intervenciones en el espacio público, monumentos, espacios verdes e infraestructura urbana que evidencien y propongan mejoras para la calidad de vida de las personas.

Con una visión federal, el jurado compuesto por los arquitectos Alberto Varas, Juan Fontana y Nicolás Campodónico, eligió tres proyectos a los que les otorgó premios.

Parque del Socorro.

En la zona más alta de Cafayate, también la más carenciada, los salteóos disfrutan desde hace unos meses de un lugar de encuentro e integración. Ese parque proyectado por el estudio CCFGM arquitectos asociados obtuvo el primer lugar en el premio que entregó el FNA.

El proyecto del Parque del Socorro, se enfocó “en la recomposición del tejido social y su consolidación urbana”, según definen los autores, los que explican que entienden que los barrios se construyen no solamente a partir de las infraestructuras que les proveerán los servicios necesarios para su crecimiento, sino también de los espacios y equipamientos públicos que le otorgaran identidad.

El proyecto se desarrolla sobre el terraplén que actuaba como contención de un canal pluvial. “Su condición topográfica y funcional, hacía inevitable pensar el proyecto como una obra de infraestructura urbana, espacio público, arquitectura y paisaje”, explican desde CCFGM.

Teniendo como referencia las antiguas construcciones de los Calcha- quíes, habitantes originarios de la zona, el parque en Barrio El Socorro, se construyó a partir de pircas (muros de piedra trabada sin argamasa) y terrazas, que van absorbiendo la topografía del lugar, generando mirado- res hacia la ciudad y los valles calcha- quíes, además de articular los distintos programas que se desarrollan en el parque.

La escala de la propuesta busca que el parque se establezca como un espacio público a nivel ciudad, con un mensaje de permanencia, tratando de convertirse casi en una “preexistencia” en un contexto caótico, que genere una integración de este barrio, actualmente se encuentra segregado del resto de Cafayate.

El jurado ponderó la calidad del espacio público, su diálogo con el paisaje a través de una “sensible poética del espacio que ha sido tratado con una adecuada y estricta utilización de los materiales y las formas” Se resaltó, asimismo, la calidad del proyecto por su contribución, tal como sus autores lo manifiestan, a la recomposición del tejido social y la consolidación urbana del sitio.

Terraza Parque.

En la sede Alcorta, Universidad Torcuato Di Tella el estudio RDR arquitectos desarrolló una cubierta verde y transitable que recibió el segundo premio de FNA.

El quinto piso de la sede universitaria es una gran cubierta ajardinada de 2 mil m2 que amplía los lugares de esparcimiento de la universidad, además de permitir disfrutar de las vistas abiertas hacia el río y la ciudad.
“La terraza fue concebida como un gran parque capaz de albergar tanto lugares de ocio y gastronómicos como auditorios a cielo abierto y sectores para actividades académicas y deportivas”, dicen los autores.

Grandes pliegues en la cubierta enriquecen el recorrido y generan situaciones de auditorios formales e informales a cielo abierto. “Estos pliegues permiten albergar tres grandes aulas en el piso inferior. Los patios llevan luz a los niveles inferiores y contienen las escaleras de acceso a la terraza desde el hall del cuarto piso”.

La construcción requirió una estrategia capaz de realizar la obra de un nivel adicional sobre un edificio en uso sin interrumpir sus actividades. La respuesta fueron estructuras primarias metálicas y tabiquerías y cielo rasos de roca de yeso.

Esta nueva arquitectura emerge en la terraza ajardinada con una paleta de materiales naturales, ensamblados y ligeros, de evidente contraste con la tecnología monolítica, neutra y tectónica del hormigón y la albañile- ría de la edificación preexistente.

Al dotar de movimiento al plano de la terraza su diseño contribuye a una variedad de vistas hacia el horizonte y logra el carácter de una “plaza en altura” para su uso por los estudiantes y profesores de la universidad.
El peso del vacío.

El tercer premio fue para el proyecto de Miguel Ortego, una intervención muy pequeña en el ingreso a un casa velatoria de pueblo. La construcción de ladrillos dota al establecimiento de valores simbólicos y funcionales con escasas decisiones. Genera un patio que es, además de espacio de transición, un lugar de acompañamiento y reflexión, en contacto con el cielo.

La delicada intervención de Ortego le brinda cierto grado de intimidad a la calle justo a la entrada de la casa velatoria y, con la intención de que cada visitante dirija la mirada hacia arriba, la estructura ladrillera se eleva dejando un hueco que enmarca el cielo. “Se trata de elevar la vista como cuando ingresamos a la iglesia. En este caso, no para ver frescos o cúpulas, sino para notar la ausencia, el vacío”, señala el autor y puntualiza que el foco de la obra está puesto en la representación de ese vacío, con el afán de dotarlo de lo que carece: su peso. “El vacío no pesa, pero sí tiene volumen. La caja hueca, desfasada y con su estructura de sostén oculta se muestra simplemente apoyada, complejizan- do la lectura de su estabilidad”, explica el autor.

Esa cáscara, como materia visible, da forma a lo invisible. “Contiene lo que no se ve, lo esencial... o quizá en el sentido inverso, el vacío como material bruto genera el espacio y da forma simultáneamente”, dice Ortego y agrega: “La vida finita, bajo lo inestable; luego lo monótono, el silencio, la ausencia y el cielo como protagonista. Lo pesado es liviano, lo cerrado es abierto, lo liso es trama, lo sólido, hueco; lo presente es ausente”.
Ortego eligió el ladrillo común, en ese momento de producción local, sostenido por una estructura independiente de perfiles metálicos que permanece oculta.

Con el material, se conformaron variaciones de un mismo módulo de aparejo, dejando una cara lisa siempre al exterior, una con texturas y sombras al interior y otra con la ausencia de una unidad para ver a través. El piso y las paredes existentes se revistieron con ladrillo, para “lograr un espacio monótono en contraste con la vegetación próxima”, generando una atmósfera que dé lugar a lo que tenga para decir la luz, la sombra y el cielo.

El jurado valoró la “creación de un dispositivo arquitectónico, de alto valor poético y material capaz de producir las atmósferas adaptadas al programa arquitectónico preexistente, a la vez que el autor logra producir una obra de arquitectura mínima de gran carácter”

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Publicado en: Arquitectura
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