Di Tella en los medios
Universidades Hoy
13/11/18

Sebastián Auguste: “Si no se puede salir rápido de la crisis, se va a complicar para los que menos tienen”

El director de los programas de MBA de la Universidad Torcuato Di Tella, explicó los posibles escenarios económicos de cara al 2019. "Lo social es lo que más me preocupa, el gobierno tiene que estar muy atento", advirtió.

Tras la vertiginosa corrida cambiaria seguida por una suba generalizada de los precios, pese a que el dólar sigue en baja, la crisis económica mantiene expectante al país signada por la incertidumbre respecto a qué sucederá en los próximos meses. En este marco, el economista, director del programa MBA en la Universidad Torcuato Di Tella, Sebastián Auguste, explicó a El Litoral algunos de los escenarios posibles de cara al 2019; habló de las medidas tomadas por el Gobierno, y remarcó la importancia de no dejar de lado el plano social.
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—¿Cómo definiría la situación económica actual?

—Este año va a cerrar con una caída en la actividad económica importante, sólo morigerada por el primer trimestre que fue bueno. Pero preocupante es cómo se sale de la crisis actual, si va a ser la famosa V, es decir se recupera rápido, como pasó en 2002; o vamos a seguir en forma L, ya que la Argentina no tiene crecimiento genuino desde 2011.

El gobierno recientemente ha tomado medidas en la dirección correcta pero, a mi juicio, en forma tardía. Yo era más pesimista hace uno o dos años, porque veía que no estaban solucionando los desequilibrios macroeconómicos y eso lo exponía a un riesgo muy importante. Finalmente ese riesgo se materializó, hubo dos malas cosechas, un Brasil que no levanta, y un contexto internacional donde los capitales huyen de los emergentes, sumado a diversos errores domésticos en las decisiones del gobierno, lo que nos llevó a la crisis actual. 

—Desde el Gobierno dijeron que para el tercer trimestre del 2019 hay expectativas de  crecimiento. ¿puede ser así?

—Sí, es posible. Recordemos que venimos de dos años de muy malas cosechas, y de un Brasil estancado. Para este verano se espera una buena cosecha, y hay expectativas por el nuevo presidente en Brasil. Además, ante la fuerte depreciación de precios, y si el gobierno logra contener la inflación, la situación sería similar a la de 2002, con mayor competitividad internacional y capacidad de crecer.

Lo social es lo que más me preocupa, el gobierno tiene que estar muy atento. También es cierto que la situación no es la del 2001, y que hoy hay redes de contención, pero el gobierno no puede cometer errores aquí, porque los platos rotos no lo pueden pagar los que menos tienen. 

En lo económico creo que se va a definir en función de lo que ocurra con Brasil, la situación mundial, y la cosecha. En el exterior hubo una fuerte corrección de las bolsas, que vienen cayendo, en reflejo de un mayor pesimismo. Eso es preocupante.

—¿Qué opina de las medidas actuales?

—Creo que van en la dirección correcta. Es decir, se está tratando de apagar el incendio. A mi no me gusta la elevada presión tributaria, y por ende no festejo que se achique el déficit fiscal con más impuestos, me hubiera gustado que el gobierno hubiera usado sus primeros dos años para racionalizar y eficientar el gasto.

Que el sector público sea la mitad del PBI es un lastre muy pesado para el resto de la economía productiva.  Este gobierno ha tomado un montón de medidas microeconómicas buenas, mejor que las macroeconómicas, pero son poco visibles y no tienen impacto en el corto plazo.

Para resumir, creo que el problema de raíz en la Argentina, la tendencia a caer en fuertes déficit fiscales y un gasto público demasiado ineficiente, es algo que aún no se ha corregido. Macri decidió no hacer mucho con esa situación, lo financió como pudo con deudas, y ahora la realidad es que hay que achicarlo pero con un combo de medidas que no me gustan.

—¿Por ejemplo? 

—No me gusta la presión tributaria más alta, sí creo que  más bien, se tiene que trabajar en ajustar la sintonía fina del gasto público para que no se desperdicie tanta plata. Tenemos un Estado grande pero ineficiente. 
Entonces creo que sí se puede llegar a un buen año 2019, pero lo más saludable es que no lo haga con más impuestos, porque requerís del sector privado para crecer, para que sea competitivo. 

—¿Qué sucedió en el país, por qué el dólar aumentó tanto en tan poco tiempo?

—Argentina tenía un retraso cambiario, el dólar estaba muy barato desde hace mucho tiempo. Eso era fácil de ver cuando se se analizaba la balanza turística del país, o cuando veías la cantidad de argentinos en el Mundial de Rusia. Desde el 2011 la Argentina tiene un cambio muy retrasado, fue demorando la devaluación hasta que el mercado forzó un ajuste y se obligó a devaluar. 

Sucede así porque no estaba en su nivel correcto. Muchas veces sucedió esto en el país. Tenemos la tendencia a usar el tipo de cambio para frenar aumento de precios, lo que no es bueno, y luego se genera como una olla a presión hasta que el dólar salta de golpe. Recordemos que esto ha pasado en el gobierno anterior también, por ejemplo Néstor Kirchner empezó en 3 pesos por dólar y Cristina Kirchner lo entregó a Macri en  15, es decir que se multiplicó por 5.

—Es decir que ¿era previsible? 

—Sí, lo que no sabíamos era en qué momento iba a suceder. Por las políticas de gobierno, se estaba generando una apreciación ficticia.

Los errores para mí fueron dos: a) emitir deuda en dólares para financiar gasto corriente y b) poner la tasa de interés tan alta. Es el famoso desacople entre la política fiscal y la monetaria que venimos advirtiendo desde que estaba Prat Gay como ministro. Ahora el Banco Central anunció que va a poner control en la entrada de capitales vía encajes y eso me parece bien, lo deberían haber hecho mucho antes. 

—¿Cuáles son las perspectivas, en el plano social?

—El gobierno está muy atento a lo social, a pesar que la percepción que da hacia afuera no lo sea. Sabe que esta es la clave para pasar esta crisis económica sin que se desate una crisis socioeconómica más grave.

El problema es que si no se puede salir rápido de la crisis actual se va a complicar mucho para los que menos tienen, porque algunas familias pueden aguantar dos o tres meses, pero si la crisis perdura se puede poner mucho más feo.
No estamos en el 2001, es más parecido a un 2002 cuando ya se había dado una devaluación fuerte de la moneda, y se salió rápido, y creo que el gobierno está viendo lo mismo cuando dice que hacia mediados de 2019 vamos a ver de nuevo crecimiento económico. Todo dependerá de lo que ocurra en los próximos meses porque también sucede que la fuerte devaluación te vuelve competitivo afuera. Es decir sos más pobre pero a la vez podés tener más producción.

No era razonable que el sector agropecuario no sea competitivo afuera. El tipo de cambio no era sano, estábamos muy caros. Siempre es bueno cuando se sinceran los precios.

—Pero, ¿qué sucede cuando los precios están más altos de lo que deberían? 

—Los argentinos tenemos demasiada fijación con el dólar. Todos argumentan que tenemos que subir precios por la devaluación, entonces se hace difícil devaluar la moneda en términos reales y que los precios ajusten de manera razonable.

Como siempre digo, uno no come dólares. Brasil, Chile y Uruguay, por ejemplo, han devaluado sus monedas en respuesta al cambio en el contexto internacional, y eso no generó inflación. 

En nuestro país requerimos tener crisis para que se den las devaluaciones reales, porque nosotros no dejamos que estas fluctuaciones naturales y necesarias en la economía ocurran. Aquí la culpa no es sólo del gobierno, sino de nuestra cultura. Por eso algunos economistas proponen directamente dolarizar la economía, medida que a mí no me gusta, prefiero que trabajemos en pensar más en nuestra moneda.