Di Tella en los medios
Revista DEF
6/10/18

Paula Forteza, la argentina diputada en el parlamento francés

Por Nadia Nasanovsky

La legisladora por La République en Marche!, el partido del presidente Emmanuel Macron, y politóloga graduada en la UTDT, brindó una conferencia organizada por la Cátedra Francia. En su visita al país, dialogó con DEF sobre su militancia política, las relaciones entre ambos países y el rol de los jóvenes y de las mujeres en los gobiernos.

Nacida en París, pero criada en Buenos Aires, hace poco más de un año es legisladora por La République en Marche!, el partido del presidente Emmanuel Macron. En su última visita a la Argentina, dialogó con DEF sobre su militancia política, las relaciones entre ambos países y el rol de los jóvenes y de las mujeres en los gobiernos.

Forteza viene de la sociedad civil y del activismo por la apertura de datos y el gobierno abierto. Foto: Fernando Calzada/DEF.
En su viaje a Buenos Aires, la diputada dio una charla en la Universidad Torcuato Di Tella, de donde egresó de la Licenciatura en Ciencia Política. Foto: Fernando Calzada/DEF.

Paula Forteza tiene 32 años y es franco-argentina. Desde hace poco más de un año es diputada en la Asamblea Nacional Francesa, representa a los poco más de 100.000 franceses que viven en América Latina y el Caribe. Su cargo implica que una semana al mes viaja a dos o tres países de su circunscripción. En esta oportunidad, fue el turno de Argentina, en donde aprovechó para inaugurar la Cátedra Francia de la Universidad Torcuato Di Tella, donde se graduó de Licenciada en Ciencia Política, para luego continuar sus estudios superiores en Science Po, en París.

La legisladora llegó a un aula de la Universidad con su laptop, repleta de stickers de open data y gobierno abierto, una temática en la que empezó a trabajar en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires poco tiempo después de recibirse, y que hoy es uno de sus ejes de trabajo en el parlamento galo. En un diálogo ameno con estudiantes, profesores y miembros de la comunidad francesa local, hizo un repaso de la llegada de Emmanuel Macron a la presidencia, los cambios que trajo consigo y los desafíos actuales, ligados a la necesidad de institucionalizar su movimiento en momentos en que la popularidad del mandatario está en caída.

"Macron vino a demostrar que se podía hacer política de una manera diferente", sintetizó. La propia candidatura de la actual diputada fue parte de esta estrategia de disrupción del mandatario francés. Inspirada por la innovadora campaña de este hombre que aspiraba a la presidencia desde afuera de la política, como un outsider, decidió cargar su perfil en una plataforma online con la que Macron convocó a todos los que quisieran presentarse como parlamentarios por su partido. Tras un proceso de selección, Forteza pasó a formar parte de los 300 diputados que finalmente resultaron electos para la Asamblea Nacional en 2017, la mayoría de ellos jóvenes, y la mitad, mujeres, como ella.

-Usted vivió y se formó en Argentina. ¿Qué influencia cree que tiene eso en su labor actual como diputada francesa?
-Es algo que realmente me sirve muchísimo. Yo hice el liceo franco-argentino y por mi trabajo me toca justamente recorrer los liceos franceses de la zona. Yo represento a los franceses de América Latina y el Caribe ¬–son 33 países–, y uno de los grandes temas de los franceses en el extranjero es la educación. Mucha gente, cuando vuelve a Francia, tiene miedo de no estar al mismo nivel de los que hicieron toda su escolaridad en Francia, de que su perfil no sea valorado allá. Pero yo siempre les digo que es lo opuesto. A mí personalmente esta biculturalidad me ayudó muchísimo, me di cuenta al empezar a trabajar. El idioma, la apertura de espíritu que me lleva a estar siempre comparando qué se hace en el extranjero, el estar abierto al mundo. También está el tema de ser más flexible, en Argentina hay más dificultades en la vida, entonces, uno desarrolla una cierta flexibilidad, una manera de arreglárselas, de encontrarle la vuelta a los problemas.

-¿Qué la motivó a ser candidata a diputada de Macron?
-Yo ya había tenido experiencia política en el Partido Socialista francés; cuando estudiaba en Buenos Aires había lanzado una sección del partido, había hecho campaña por Ségolène Royale, por el Tratado de Europa. Pero empecé a estar un poco desilusionada por el funcionamiento de estos partidos tradicionales y sobre todo el Socialista, que era muy jerárquico, no dejaba espacio para jóvenes, para las mujeres, ya todos los puestos estaban acaparados por personas de carrera que volvían a ocupar los mismos puestos y se arreglaban entre ellos. Esto hizo que me desilusionara de la política, me alejara y empezara a trabajar en otros proyectos. Cuando llegó Macron, me despertó otra vez estas ganas de participar y de contribuir en política, porque encontré un espacio mucho más abierto, más horizontal, donde el hecho de ser joven, de ser mujer, de venir de la sociedad civil era considerado un plus. Esto me motivó, el sentir que tenía un espacio para actuar políticamente, que era percibida como legítima. Además, el proyecto político, económico y social de Macron para Francia me convencía de manera programática, también.

-Usted, como gran parte de los parlamentarios de Macron, es mujer y joven, algo disruptivo en la política. ¿Qué beneficios traen estos nuevos perfiles a la hora de gobernar y, por el contrario, qué desventajas?
-Es un tema superdelicado. Hay una especie de política proactiva para poner a las mujeres en puestos de responsabilidad, pero a veces, el tema de las "cuotas" (cupos), puede generar el efecto contrario, donde la gente te responda "ah, pero vos fuiste nombrada solo por ser mujer". Son problemas contra los que tenemos que luchar. Las propias mujeres empiezan a estar en contra de las "cuotas" porque no quieren ser percibidas de ese modo y prefieren decir "yo no necesito la ayuda de nadie, con mis propias competencias voy a lograr imponerme". Pero también es cierto que hay muchos mecanismos y costumbres culturales que están muy internalizados, son inconscientes, compartidos tanto por hombres como por mujeres, que dejan a la mujer en un lugar de inferioridad. A nivel cultural todos tenemos que trabajar sobre estas malas prácticas. Es un trabajo a largo plazo.

-¿Y en cuanto a la juventud?
-Trae de positivo la capacidad de innovación, la creatividad, el dinamismo, la capacidad de hablar la misma lengua que los jóvenes, el poder acercarse a ellos, el saber cómo funcionan las redes sociales –que hay que hacer más videos, hablar en lenguaje más simple, más coloquial–, y todo eso hace que se pueda reinteresar a los jóvenes en la política, que es un gran desafío, porque están cada vez más alejados. Esa capacidad de entender los nuevos códigos, de pensar las cosas de una manera diferente es un gran plus. La gran contra es que a veces la gente no te tiene confianza porque piensan que todavía te falta experiencia, que hay cosas que solo vienen con la experiencia. Pero en nuestro movimiento hay jóvenes que están empezando a tomar responsabilidades y los veo desarrollarse muy bien en la función pública, son muy técnicos, muy rápidos y cumplen muy bien su rol.

-La prensa francesa la bautizó como "evangelizadora del gobierno abierto", un mote del que usted no reniega para nada… ¿Qué avances ha logrado como diputada en la materia?
–Utilizamos mucho Democracy OS, una plataforma que se lanzó en Argentina para las elecciones legislativas de la Ciudad de Buenos Aires, que está basada en open source, por lo que cualquiera que la quiera utilizar la puede acomodar a sus usos particulares. La usamos para hacer consultas y logramos convencer a la presidencia de la Asamblea Nacional de que pusiera esta plataforma a disposición de todas las comisiones y los grupos de trabajo.

-¿Cómo funciona esa plataforma?
-Hay una especie de toolbox en donde cada diputado que lanza un texto de ley puede lanzar una consulta en paralelo. Arrancamos con esto hace unos seis meses y se empezó a usar mucho, los diputados están contentos. Se da en el marco de las reformas de la Asamblea Nacional con unos grupos de trabajo que lanzó el presidente, y a mí me toca liderar el que se ocupa de la democracia digital y nuevas formas de participación. En ese grupo hicimos varias recomendaciones, esta era una de esas.

Forteza fue presentada por quien fuera su profesor, Darío Roldán, director de los Posgrados en Historia de la Universidad Torcuato Di Tella. Foto: Gentileza Prensa UTDT .

-¿Qué resultados ha dado?
-Funciona muy bien porque los diputados empiezan a darse cuenta de que esta herramienta no solo responde a una posición ética –el hecho de tomar en cuenta la expresión de los ciudadanos–, sino que también viene a enriquecer el trabajo legislativo con nuevas ideas y perspectivas. Uno puede darse cuenta de si las reformas van a ser aceptables socialmente o no, también se empieza a hacer más transparente el acceso de los lobbies a los parlamentarios, porque cuando viene un lobby a hablar sobre algún proyecto de ley, se le pide que ponga su idea en la plataforma y así se logra una cierta trazabilidad de las posiciones de cada actor social.

-¿En qué más está trabajando en relación a estos temas?
-Otro proyecto en el que empezamos a trabajar es el de peticiones ciudadanas. Estamos empezando a imaginar mecanismos de iniciativas ciudadanas para un proyecto de ley, para una pregunta al gobierno, para una enmienda. La idea es que sobre una plataforma pueda haber propuestas de los ciudadanos y que cuando se llegue a una cierta cantidad de votos haya algún mecanismo que las accione.

-Teniendo en cuenta el avance de estos desarrollos, ¿Cómo se hace para garantizar la inclusión digital?
-Ese es un tema en el que estamos trabajando muchísimo. Se lanzó en Francia un plan de inclusión digital, cuyo eje es el trabajo con asociaciones locales, que se denominan de "mediación digital". Estas organizaciones ayudan a las personas que están alejadas de internet, no solo físicamente, porque viven en el campo, por ejemplo, sino también por cuestiones de uso y de conocimiento de las herramientas digitales. Hay poblaciones más adultas o menos formadas a las que les cuesta mucho, por ejemplo, completar un formulario online. La idea es poder financiar a estas asociaciones, coordinarlas en una especie de cooperativa y trabajar en alianza con todo tipo de servicios públicos que tengan una presencia local, como los funcionarios del servicio de correo, por ejemplo. También hay otro aspecto de la integración digital que a mí me interesa mucho, que es el tema de las mujeres. Se ve un uso muy distinto de la tecnología entre hombres y mujeres y sobre todo en términos de formación. En las escuelas de ingeniería o informática, hay un 90 % de hombres y, si pensamos que el mundo digital va a formatear nuestro futuro, va a ser un futuro formateado por hombres. Es estratégico que las mujeres puedan involucrarse desde el principio y, además, cada vez más son esos los puestos de trabajo que están mejor pagos, que tienen más futuro. Es realmente una cuestión de igualdad de género profunda en la que hay que trabajar.

-¿Cómo es su rutina de trabajo, cómo se mantiene en contacto con sus electores?

-Yo estoy instalada en Francia y viajo una semana por mes a la Región, hago dos o tres países en cada viaje. Los temas son siempre más o menos los mismos. Hay una agenda de trabajo con los franceses, con encuentros en las embajadas y consulados, en los liceos franceses, en las Alianzas Francesas. Después hay otra parte de la agenda que es más diplomática, en la que trabajo con actores políticos locales, de los gobiernos, de los ministerios, con parlamentarios, donde trato de identificar oportunidades de colaboración. Y, por último, hay una tercera agenda más ligada a mis ejes de trabajo, donde trato de encontrar a los actores ligados a lo digital, al open data, a las tecnologías cívicas.

-¿Cuáles son las demandas de los franceses en América Latina y el Caribe?
-Están ligadas a la educación, a los trámites consulares, al retorno a Francia, al acceso a servicios públicos, que los franceses consideran normales, como la educación, la salud, la jubilación y que, a la distancia, son mucho más complicados de proveer. Hay toda una arquitectura institucional y financiera que hay que asegurar para que los franceses en el extranjero tengan igualdad de condiciones que los franceses en Francia.

-¿Qué similitudes y qué diferencias encuentra entre los gobiernos de Macri y Macron?
-Veo similitudes, muchas, sobre todo en el estilo político, en este carácter de outsider que tienen ambos, con un estilo político fresco, directo, informal, espontáneo y al mismo tiempo de tener una agenda política ambiciosa, de reformas estructurales y de cambio para sus países. Los dos presidentes se encontraron (en enero) en Francia y tuve la suerte de estar presente. Yo sabía –siempre lo supe– que se iban a llevar muy bien y realmente hubo una conexión instantánea, se entendieron muy bien sobre temas ligados al emprendedorismo, se entendieron muy bien en su estilo político y también en la manera de interpretar las problemáticas de su país.

-¿Qué visión tiene el gobierno de Macron de la crisis que atraviesa la Argentina?
-En la crisis que sufrió Argentina en estas semanas, sé que Macron se movilizó mucho para poder contribuir al apoyo internacional que se le otorgó a Argentina y está realmente muy preocupado, se encariñó tanto con el presidente como con el país sin haber venido todavía. Viene al G20 a fin de año y será la ocasión de estrechar todavía más los vínculos.

-¿Qué perspectivas tiene respecto del acuerdo Mercosur-UE?

-Es un acuerdo que es estratégico y va a ser positivo para ambas partes. Hubo en Francia un bloqueo por parte de los agricultores, pero esto ya se superó con una gestión política bastante hábil de Macron, que logró negociar y calmarlos. Ahora, el bloqueo se percibe más de la parte de Brasil, que quiere proteger a sus automotrices y que también vive un calendario político incierto con las elecciones. Creo que vamos a terminar llegando a buen puerto, hay que ver cómo Macron cuando venga al G20 logra volver a darle un envión a las negociaciones. Esperamos poder encontrar un interlocutor a nivel brasileño que destrabe el punto muerto al que se llegó.