Di Tella en los medios
Clarín
23/08/18

Grieta, “sesgo de confirmación” y crisis de la Justicia

Por Ezequiel Spector

Ezequiel Spector, profesor de la Escuela de Derecho de la Di Tella, escribió sobre las distintas posiciones acerca de las causas de corrupción iniciadas tras el descubrimiento de los cuadernos de las coimas e hipotetiza: "La principal causa de esta grieta es la fuerte crisis de legitimidad que enfrenta la Justicia Penal".

Desde que los “cuadernos de las coimas” salieron a la luz, el tema de la corrupción estructural se encuentra nuevamente en el centro de la discusión, dándole otra vez brillo a lo que se ha denominado “la grieta”.

Por un lado, mucha gente está indignada por el nivel de obscenidad del entramado corrupto que aparentemente describen los cuadernos y quienes se presentaron en calidad de “arrepentidos”. Por otro lado, se encuentran aquellos que piensan que se trata de un show mediático para tapar los problemas económicos que aquejan a nuestro país. Mi hipótesis es que la principal causa de esta grieta es la fuerte crisis de legitimidad que enfrenta la Justicia Penal (principalmente en el fuero Federal).

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El tipo de división al que llamamos “grieta” tiene poco que ver con el debate de ideas que constituye la vida en democracia. Se trata, en cambio, de un fenómeno que se alimenta del no-debate, o, más precisamente, de la imposibilidad de establecer hechos sobre los cuales podamos debatir. Ocurre que cada lado de la grieta maneja sus propios datos y fija sus propios hechos. Lo que para algunos fue un plan sistemático de vaciamiento de las arcas públicas, para otros es una cortina de humo para tapar el aumento del dólar. ¿Es posible cerrar esa grieta? 

Lamentablemente, no en este contexto, en el que buena parte de la Justicia Penal ha perdido con los años respetabilidad. Por más que haya jueces probos, la institución como tal se encuentra cuestionada. Una Justicia Penal que goce de legitimidad a los ojos de la gente podría cerrar la grieta, al reconocerse en ella la última palabra sobre qué hechos ocurrieron. En las repúblicas más consolidadas también hay discusiones ideológicas y enfrentamientos políticos, pero en temas judiciales, la opinión se termina allí donde el Poder Judicial actúa. Exhibe una forma especial de legitimidad: la gente confía en los jueces para analizar los hechos e interpretar la ley. En Argentina, es esta crisis de legitimidad lo que está profundizando la grieta.

Es importante no simplificar la cuestión. Mi tesis no supone que lo que se viene haciendo en la “causa de los cuadernos” sea jurídicamente inválido desde el punto de vista procedimental y probatorio. Tampoco supone que todos los jueces penales en el fuero federal actúen por meras motivaciones políticas. Incluso, podemos asumir que en el caso en cuestión la Justicia está actuando conforme a Derecho y que efectivamente está revelando una parte importante de la corrupción estructural que tanto repudiamos.

Mi punto es que, aun así, el problema sigue presente, por ser más general e histórico: con los años, la institución como un todo, ha perdido jerarquía desde la perspectiva de la ciudadanía. En casos de trascendencia, lo que dice el Juez se transformó en una opinión más en el debate público, con la cual podemos coincidir, pero que también podemos cuestionar fácilmente, como si el que estuviera opinando fuera un personaje público en algún pro grama de televisión.

Dado este panorama, el mecanismo que surge es bien conocido: algunos especialistas lo llaman “sesgo de confirmación”. Consiste en la tendencia a considerar seriamente sólo la evidencia que confirma nuestras opiniones previas, y desacreditar o ignorar aquella que las contradice.

Entonces, aquellos que simpaticen con el kirchnerismo podrán decir que se trata de un show mediático para tapar problemas económicos. Pero cambiarán de opinión y optarán por confiar en la Justicia si decide investigar a algún funcionario del macrismo. Otros decidirán apoyar el accionar del Poder Judicial en la causa de los cuadernos; ese mismo Poder al que denostaron cuando hace unos años sobreseía a personas afines al kirchnerismo.

Este comportamiento, así, se vuelve generalizado: cuando hay casos de relevancia política, nos cruzamos de brazos y esperamos que el veredicto de la Justicia coincida con lo que nosotros pensábamos. Cuando lo hace, aplaudiremos de pie. Cuando no, diremos que la Justicia está equivocada. No es que nos creamos jueces. Es que reducimos el veredicto de los jueces a la opinión de cualquier hijo de vecino. Todo ello encuentra su origen en el mismo fenómeno: la crisis de legitimidad de una parte crucial del Poder Judicial.

En un contexto mundial que muchos han caracterizado como de “posverdad”, donde hay cada vez más opiniones y menos discusiones sobre datos duros, es indispensable que la institución judicial obtenga legitimidad a los ojos de la gente y recupere su jerarquía y confiabilidad.

No es algo que se logre de un día para el otro, pero esto no debería sorprender: es usual que cueste recuperar lo que se vino perdiendo durante tanto tiempo.

Esta legitimidad es crucial para que investigaciones como la que se viene llevando a cabo en la causa de los cuadernos puedan llegar a ser respetadas incluso por quienes se sienten identificados ideológicamente con los políticos investigados. 

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Publicado en: Opinión
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