Di Tella en los medios
El Cronista
11/05/18

¿Por qué no baja ni bajará el riesgo país argentino?

Por Martín Grandes

El profesor de la Escuela de Gobierno UTDT analizó cómo afecta al riesgo país los vertiginosos cambios económicos de los últimos días y cómo este índice puede afectar al rendimiento de la Argentina en el mercado internacional. "Aunque el país sea recategorizado como mercado emergente tras la sanción de la Ley de Mercado de Capitales, el costo de financiamiento externo y el spread soberano permanecerán elevados", apuntó el profesor.

El riesgo país, o spread de tasa de la Argentina en relación a un activo libre de riesgo emitido en idéntica moneda y jurisdicción, persiste en un nivel que, si bien acorde con la categoría de riesgo de otros países emergentes o fronterizos calificados por agencias -B en moneda extranjera a largo plazo, también es preocupante por distintas razones.

En efecto, el ‘riesgo país’ no baja de 400 puntos básicos promedio, la reciente corrida cambiaria y cierre virtual del mercado de deuda internacional para Argentina cimienta este piso, y esto no es gratis: encarece el costo del fondeo para el gobierno nacional y provincias, frena o hace menos rentables los proyectos de inversión privados, y pone un coto al costo de las obligaciones negociables de empresas y bancos argentinos que acceden a los mercados internacionales o locales para captar fondeo en dólares en mediano y largo plazo para inversiones de igual término.

Una forma de medir el riesgo país es a través del spread EMBIG que produce JP Morgan, que mide el exceso de retorno de bonos argentinos respecto a la tasa del bono del tesoro norteamericano a 10 años, no logra perforar los 350 a 400 puntos básicos. Es decir, nos endeudamos a 4 puntos más de tasa en dólares que los EE.UU., a 3 puntos por encima de Chile o 1,5 de Bolivia, o más concretamente al 7% a 10 años en promedio. Históricamente, Argentina llegó a financiarse en el mercado de deuda en dólares a un spread de 200 a 250 puntos básicos en 1997- 1998 o a 100-150 puntos previo a la crisis Barings de 1891.

¿Por qué no desciende el riesgo argentino estructural y que perspectivas se vislumbran en este sentido? La respuesta corta es que el horizonte no luce optimista para que el Tesoro argentino se financie a tasas menores o iguales en la parte larga de la curva, por voluntad propia (ir al ‘Fondo’) o ajena. La literatura en economía y finanzas identifica un conjunto de factores externos e internos como determinantes:
  1. La política monetaria de los EE.UU. y la tasa del bono del Tesoro de este país. Aquí las noticias no son auspiciosas. A la suba reciente de la tasa de la FED se suma el ascenso del rendimiento de bono del Tesoro a 10 años a su nivel más alto en más de 10 años, i.e. a 3%, y la apreciación del dólar en el mundo.
  2. La aversión a riesgo global, medido habitualmente por la volatilidad de opciones sobre activos del mercado de Chicago (VIX). Este índice ha mostrado un ascenso paulatino y mayor variabilidad en los últimos meses como espejo de la salida neta de capitales de países emergentes.
  3. Factores internos tampoco contribuyen: crecimiento de la economía que apenas cubre el crecimiento de la población, inflación alta y persistente, déficit fiscal primario crónico, y servicios de deuda en aumento respecto a exportaciones o PBI. Todo ello afecta negativamente al riesgo soberano y le pone un piso que se condice por otra parte con el rating ‘B‘ que goza el país para emitir en moneda extranjera a largo plazo.
Aunque el país sea recategorizado como mercado emergente tras la sanción de la Ley de Mercado de Capitales, el costo de financiamiento externo y el spread soberano permanecerán elevados sin perforar el piso de 400 puntos básicos. Es posible que el efecto del anuncio probable de MSCI sobre el precio y spread de la deuda argentina ya haya sido descontado por el mercado. Pero también que la corrida cambiaria y recurso al FMI hayan cambiado la perspectiva.

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