Di Tella en los medios
El Cronista
12/05/17

Bernardo Kosacoff: "Un dólar más caro no es la solución"

El profesor de la Escuela de Negocios afirma que para ganar competitividad "lo primero es recomponer la inversión y los recursos humanos". También advierte por la mano de obra poco calificada que no reúne las condiciones para insertarse al mercado de trabajo

Como economista especializado en políticas industriales, Bernardo Kosacoff conoce los problemas de competitividad desde la perspectiva académica, pero también desde el enfoque específico que propician sus intervenciones permanentes como panelista en eventos empresarios.

El profesor de las universidades de Buenos Aires y Di Tella señala otro aspecto de este intríngulis económico: la mano de obra poco calificada que no puede sumarse al sistema.

- ¿Por qué la Argentina tiene un problema de competitividad?

- El universo es heterogéneo y hay al menos tres argentinas en lo productivo y social. La moderna, con la que el Gobierno tiene el mejor diálogo. La Argentina es uno de los diez países en desarrollo que está en la frontera técnica internacional. Es toda la producción de la Pampa Húmeda, sin la leche, software, genética, acero, petroquímica y algunas áreas automotrices. Acá, la Argentina es muy competitiva. Este segmento explica casi todas las exportaciones pero apenas representa el 20% de la producción y genera algo más del 15% del empleo. Pero también están los excluidos del sistema, que sistemáticamente financiaron nuestras últimas crisis como país. Los desocupados, los ni- ni, los que no tuvieron educación adecuada y no adquirieron capacidades en su vida laboral para insertarse al sistema. Finalmente, el resto del tejido industrial y parte de la construcción, donde sí aparecen severos problemas de competitividad. Con baja economía de escala. Que no mejoró su productividad en los últimos años y hoy no puede enfrentarse a la competencia externa.

- ¿Se puede identificar la causa madre de esa debilidad?

- Esto es así por cuestiones relativas a las propias empresas, que tienen máquinas antiguas y modelos de gestión caducos. Y al entorno macro, que no ayuda. La competitividad sistémica se complicó mucho. Los costos logísticos, de transporte, de almacenamiento son muy altos. El Gobierno promete mejorar la infraestructura y la disponibilidad de energía, pero todavía falta. La presión impositiva es muy alta. Y la gente excluida del mercado laboral no puede reinsertarse porque los costos laborales también son altos, en particular en litigio y ausentismo, que en los últimos años se triplicó.

- ¿Cuál es la solución, entonces?

- La solución no viene ni por salarios bajos ni por tasas de interés negativas.

- ¿Una devaluación solucionaría los problemas de competitividad?

- Definitivamente un dólar más caro no es la solución. Los sectores con problemas no exportan y eso sólo ayudaría a poner un freno a las importaciones. Pero para ganar competitividad, lo primero que hay que hacer es recomponer la inversión y mejorar los recursos humanos.

- Parece que pedir un ajuste del tipo de cambio hoy resulta políticamente incorrecto en la Argentina…

- El costo de la política actual tiene un costo. El blanqueo exitoso y la entrada de capitales que propician los sectores competitivos de la economía hacen que entren divisas y derrumben el tipo de cambio. Esto no es lo más adecuado para empresas que tienen que mejorar su productividad.

- ¿El proteccionismo a algunos sectores no es parte del problema de competitividad?

- La intervención del Estado ayuda a apuntalar a algunos sectores modernos como el de Vaca Muerta. La protección siempre ayuda a algún sector a ganar tiempo para reconvertirse. Pero todos sabemos que esos mecanismos implican costo para alguien. Hay que buscar otras herramientas. El equilibrio siempre es delicado.

- Las empresas señalan como corazón del problema la carga impositiva.

- Es cierto. La presión fiscal es muy alta y subió 12 puntos desde el 2017. Hay que corregir distorsiones con un paquete integral.

- ¿Y la inflación?

- Combatir la inflación es muy importante pero no suficiente. No se puede aplicar una política de shock porque generaría una situación social inmanejable. Y el problema es que hay un costo salarial alto en dólares, pero sin un ejército de reserva: la gente que está fuera del mercado de trabajo no tiene condiciones para reemplazar a la que está en él.