Di Tella en los medios
La Voz del Interior
28/03/17

Pensar la educación y el trabajo

Por Eduardo Levy Yeyati

Para el decano de la Escuela de Gobierno, "no hay una Argentina viable sin un giro copernicano en nuestro sistema educativo"

La Argentina es famosa por su inestabilidad y volatilidad. El triste récord del siglo 20 de ser el país del mundo que más veces sufrió cambios de régimen político se tradujo en el último ciclo democrático en una enorme volatilidad de políticas públicas. Un derrotero plagado de urgencias y crisis que nos acostumbró a un horizonte breve y a un pragmatismo complaciente.

En noviembre del año pasado, desde la Jefatura de Gabinete de Ministros, se lanzó el programa Argentina 2030. Este propone un paréntesis en ese vaivén frenético, para construir una visión plural y compartida del desarrollo de la Argentina a mediano plazo, a través de mecanismos de construcción institucional de consensos y diálogo iterado entre la sociedad y el gobierno.

Su diseño se inspira en ejercicios similares que ya son comunes en la mayoría de los países desarrollados y, crecientemente, en el mundo en desarrollo.

El programa cuenta con un consejo presidencial de asesores y expertos en temas estratégicos que dialoga de forma regular con el Presidente, una rareza en la historia institucional argentina.
En 2017, el programa se centrará en cuatro ejes esenciales: bienestar social (atención y reducción de la pobreza y la marginalidad, y movilidad social); desarrollo sostenible; ciencia, tecnología e innovación; y educación y trabajo.

Este último eje es precisamente la temática que nos convoca esta semana a la ciudad de Córdoba: pensar la “Educación y trabajo para el futuro” (tal el título del encuentro) y proponer políticas y acciones en compañía de renombrados especialistas, en una doble jornada organizada en conjunto con la Universidad Nacional de Córdoba, hoy y mañana.

¿Cómo mejorar la calidad de la educación? ¿Cómo actualizar el modelo educativo y recuperar su rol de herramienta de movilidad social? ¿Cómo educar para el trabajo en virtud de las transformaciones en el mundo del empleo y las nuevas modalidades laborales?

Estas son algunas de las pre­guntas que dispararán la discusión con expertos nacionales y extranjeros y la presentación de experiencias locales innovadoras, sostenibles y escalables, en un año bisagra para la educación argentina.

El diagnóstico del que partimos es conocido. Nuestro sistema educativo tiene fuertes déficits de cobertura en niveles preprimario y secundario, con altas tasas de deserción. Los resultados de pruebas estandarizadas nos ubican en posiciones muy rezagadas en términos de calidad, perdiendo terreno incluso con países vecinos.

Con el agravante de que tanto la calidad como la cobertura muestran altos niveles de desigualdad regionales y económicos, en el marco de una deficiente asignación de recursos (con escuelas públicas pobres que reciben proporcionalmente menos recursos que las públicas ricas y las privadas) y una creciente segmentación social (los pobres a la pública y la clase media a la privada) que reproduce la desigualdad de origen y conspira contra el ideal de la educación pública como igualador social.

De persistir, esta situación producirá trabajadores de baja productividad, baja movilidad social y propensión al desaliento, abonando el riesgo de una sociedad dual, empobrecida y crecientemente injusta.

Vale repetirlo: no hay una Argentina viable sin un giro copernicano en nuestro sistema educativo. El problema es demasiado urgente para la indignación fácil o la atribución abstracta de culpabilidades a la política o los docentes.

Como en todo problema complejo, el cambio necesario no será a través de una receta única; y, de todos modos, como hasta ahora poco y nada nos ha dado resultado, es lógico probar varias cosas a la vez. Por fortuna, años de diagnóstico y de experiencias similares en el mundo han generado un menú de evidencia científica y de propuestas de políticas concretas.