Di Tella en los medios
La Nación
22/05/16

Macri: el nuevo estilo de liderar por necesidad y también por urgencia

Por Andrés Hatum

En su columna de opinión del domingo 15 de mayo, Joaquín Morales Solá citó lo que el presidente Mauricio Macri le dijo, parece que ofuscado, al sindicalista Antonio Caló sobre el tema despidos: "¡No les permito que vengan a la Casa de Gobierno a decir pelotudeces delante del Presidente!". Actitud inimaginable meses atrás del candidato que hablaba de la felicidad, el consenso y la gestión.

En las antípodas del estilo del actual Presidente se encuentra la ex presidenta, que claramente dijo sobre Macri y su gobierno "ellos piensan que la política es una porquería y que no sirve para nada. No vienen de los partidos políticos, vienen de las corporaciones".

Claro, Cristina es un animal político que aprendió todo lo que es en el mundo del poder. Y es así como la política usa a la gestión en la visión cristinista de hacer las cosas: la gestión sirve a la política, y no al revés.

Para Macri esta visión es por lo menos paleozoica e impensable para alguien que, entendiendo la vida corporativa y el valor de la eficacia y la necesidad de generar resultados, pone a la gestión en un lugar de privilegio: gestionar bien tiene impacto en la política. Claro, pero en el mediano plazo.

Macri no está desquiciado al enervarse o estallar frente al apriete de los gremios. Simplemente está reaccionando como un animal político. Un político que se dio cuenta de que tiene que generar efectos de corto plazo para lograr que la gestión y la buena administración hagan su efecto en el mediano plazo.

Es por ello que vamos a ver una reconversión del ingeniero gestionador en un político más efectista, le guste o no al propio Macri. Es que él tiene que lograr imponerse en el inconsciente popular luego que el país pasó por un liderazgo tan carismático como el de Cristina Kirchner. Luego de liderazgos tan fuertes, tan basados en el carisma e ideología, los que siguen tienen que remar para imponer su propio estilo. La historia nos muestra que luego de gestas revolucionarias la gente quiere calma y orden.

El ideólogo fue Robespierre que pretende imponer la fraternidad en la sociedad francesa y provoca una orgía de sangre. El hombre de Estado es Napoleón, quien restaura el orden. El ideólogo es Trotsky, con su doctrina de revolución permanente. El hombre de Estado es Lenin, que instaura un orden burocrático y no desdeña la colaboración de técnicos burgueses y de la vieja jerarquía zarista. El ideólogo introduce malestar y confusión. El hombre de Estado restablece el orden. Ésa es la oportunidad para el ingeniero presidente.

Lo peor que podría hacer un líder como Macri es querer acercar su estilo personal al de su antecesor. Sería el inicio de su fracaso como líder. Sin embargo, estar en las antípodas en estilo y gestión de la administración anterior, genera oportunidades únicas: encarar un liderazgo transformador.

Estos líderes generan cambios en la gente pero también, y más importante aún, en los sistemas e instituciones. Allí es donde el perfil de Macri pareciera poder encarar este desafío: es un creyente en que instituciones transformadoras y fuertes terminan siendo más relevantes que liderazgos populistas ocasionales. Cristina hacía uso de las instituciones. Un liderazgo transformador ideal para Macri tiene que rediseñar el entramado social, la escala de valores y las expectativas de la gente.

Difícil oír a Macri decir cosas como las que la ex presidenta ha dicho. "Hay que transformar el enojo [de la gente a causa de los despidos] en organización".

Macri se va a sentir más cómodo con generar resultados tangibles a partir de la gestión y que la gente valore ese aporte.

Mientras tanto, hasta que llegue ese momento, la necesidad y urgencia harán de Macri un líder un poco más contestatario de lo que estábamos acostumbrados. Bienvenido sea el enojo Señor Presidente.

PhD. Escuela de Negocios, Universidad Torcuato Di Tella