Di Tella en los medios
Bastión Digital
29/10/15

El votante silencioso

Todo indicaba que desde las PASO y hasta octubre había un “congelamiento” de las preferencias electorales. El resultado de agosto y su confirmación por parte de los estudios de opinión pública auguraban una estabilidad que sólo podría ser marginalmente modificada. La sorpresa electoral llegó de los votantes que no se habían expresado de manera positiva en agosto.

El resultado impacta por lo sorpresivo. No estaba escrito en el resultados de la PASO nacionales celebradas el pasado agosto, ni en los estudios de opinión pública que se llevaron a cabo sistemáticamente desde entonces, ni en los rumores de quienes caminaban los distritos. Más allá de las sorpresas locales, entre las que a nivel provincial y municipal Buenos Aires es el caso más evidente, el resultado a nivel nacional constituye un desafío frente a diferentes análisis que buscaban anticipar lo que ocurriría en la primera vuelta presidencial. 

Para muchos, hasta octubre había un “congelamiento” de las preferencias electorales. El resultado de las PASO y su confirmación por parte de los estudios de opinión pública auguraban una estabilidad que sólo podría ser marginalmente modificada: Scioli superando ligeramente el 40% de los votos, y Macri con un crecimiento también marginal. En todo caso la incógnita era si el crecimiento de uno y otro candidato sería capaz de mantener la brecha de 10 puntos porcentuales necesarios para producir un escenario de balotaje. Sabemos desde el domingo que nada de eso ocurrió: Scioli disminuyó su porcentaje de votos (pasando del 38,7% al 36,9%), y Macri tuvo un crecimiento más que marginal (subió del 30,1% al 34,3%).

Para muchos otros, las elecciones de octubre vislumbraban el paraíso del votante estratégico. Tras las PASO todo volvía a empezar de cero, barajar y dar de nuevo: octubre es una elección distinta que conduciría a una polarización entre Scioli y Macri, dejando lejos a los demás candidatos. Sabemos desde el domingo que tal polarización no se dio: el FpV y Cambiemos concentraron el 71,2% en las elecciones generales, apenas por encima del 68,8% que concentraron en las PASO. 

Resulta paradójico que las elecciones hayan refutado tanto a quienes preveían estabilidad como a quienes preveían volatilidad. A pesar de las limitaciones de analizar transferencias de votos observando sólo datos electorales agregados, y faltando computar 3% de las mesas de la primera vuelta presidencial, la comparación de los datos de agosto y octubre permiten resolver esa paradoja. 

Zelaznik

El cuadro muestra que ninguna de las seis fórmulas electorales habilitadas por las PASO se desplomó entre agosto  y octubre, lo cual sugiere que no han sido significativamente afectadas por el anunciado voto estratégico y que la tendencia de quienes emitieron votos positivos fue la de repetir su voto. Cuatro de las fórmulas incrementaron su caudal. Cambiemos fue la más beneficiada, con un aumento de 1.591.332 votos que representan el 23% de los obtenido en agosto, mientras el candidato del FPV incrementó su caudal en sólo 281.669 votos (un aumento de sólo el 3%). La exigua mejora de Scioli contrasta no sólo con la de Macri, sino también con la de Massa, que vio incrementado su electorado en 572.300 votos (un aumento del 12%). En otras palabras, Massa no sufrió los efectos de la polarización en los dos principales candidatos sino que tuvo una mejor que duplica la del FPV. Al parecer, sólo en Córdoba UNA fue víctima del voto estratégico (allí perdió más de 300.000 votos), pero esas pérdidas fueron más que compensadas en los otros 23 distritos. El otro partido en incrementar sus votos es el FIT, con un aumento en 65.180 votos, cifra extremadamente pequeña si se la compara con los 199.522 votos que dejaron disponibles el MAS y el MST-NI, los otros dos partidos de tradición trotskista que no lograron ser habilitados en las PASO. 

Las otras dos fórmulas perdieron votos pero fueron capaces de retener la mayor parte del su apoyo: Compromiso Federal retuvo el 86% y Progresistas el 79%. Víctimas marginales del voto estratégico, Stolbizer y Rodríguez Saá tuvieron una pérdida combinada de 227.560 votos, insignificante para entender la magnitud del aumento de votos de los otros cuatro candidatos. También es insignificante el caudal electoral de los votantes que necesariamente debían cambiar su voto por haber apoyado a algunas de las seis fórmulas que no lograron ser habilitadas en las PASO: el apoyo combinado de esos seis candidatos fue de 413.156 votos, apenas el 16% de la ganancia obtenida por Scioli, Macri, Massa y del Caño. 

El problema de los análisis antes mencionados es que estaban pendientes de la presencia o ausencia de voto estratégico entre a quienes habían votado de manera positiva en las PASO, subestimando al votante silencioso que en agosto se había abstenido, votado en blanco o anulado su voto. Entre agosto y octubre el voto blanco y nulo bajó del 6% al 3% mientras que la participación electoral subió del 75% al 79%. Con datos del escrutinio provisorio, eso significa que en la primera vuelta hubo 1.869.765 votos positivos más que en las PASO, equivalente al 75% de la ganancia electoral del FpV, Cambiemos, UNA y FIT. Hubo entonces votantes estratégicos, pero en un lugar diferente de dónde se los buscaba.

El dato relevante no es sólo el incremento en los votos positivos, que permiten entender la magnitud de la ganancia electoral conjunta del FpV, Cambiemos, UNA y FIT, sino principalmente la forma desequilibrada en que se habrían distribuido esos votos en octubre. Esos votantes se habrían volcado de manera masiva a favor de la candidatura de Macri, cuya ganancia electoral es equivalente al 85% del incremento en los votantes positivos. Si a estos se suman los electores que habían votado por los candidatos de partidos eliminados en las PASO y los que lo habían hecho por Stolbizer y Rodríguez Saá, hay al menos 2.510.481 electores que cambiaron su comportamiento electoral ente ambas elecciones. El incremento en los votos de Macri equivale al 63% de esos electores. Este porcentaje no toma en consideración las transferencias de votos entre los partidos con ganancias electorales (por ejemplo, los votos de UNA en las PASO que se volcaron a Macri en octubre), dado que los datos aquí utilizados no permiten estimarlos. Pero eso  difícilmente haga desaparecer la desproporción del cambio de voto a favor de Macri. 

La sorpresa electoral de octubre ha sido producida por los votantes que no se habían expresado de manera positiva en agosto, los votantes silenciosos de agosto que el pasado domingo 25 de octubre hicieron oír su voz. 

(*) Profesor del Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales ( UTDT )