Di Tella en los medios
Clarín
27/10/15

No hay vuelta a los 90 ni giro a la derecha

Por Roberto Gargarella

La derrota fue liderada por una de las figuras más temibles y tenebrosas que diera la política argentina en su historia, desde Herminio Iglesias.

El kirchnerismo se especializó por cubrir la escena política con una nube de humo ideológica, que se fue haciendo más densa con el paso del tiempo. Esa densidad de la proclama ideológica fue mayor cuanto más cierto se hizo el entramado de negocios privados en que asentó sus políticas: más se acercaba su política a la transacción pura, más se acentuaba la ideologización de su discurso ("dime de qué blasonas y te diré de qué careces").

Así, la política se fue convirtiendo en lo que es hoy: una enorme red de negocios e intercambios, a la que se fue adosando una cada vez más consolidada trama de criminalidad, anudada con la policía de la Provincia de Buenos Aires y fuertemente vinculada al narcotráfico.

Ahora bien, mientras aquella muy preocupante red de negocios público-privados aparece extendida sobre los tres principales candidatos presidenciales a nivel nacional (y genera razonables preocupaciones a futuro, gane quien gane), la trama del crimen vinculada al narcotráfico aparece ligada, de modo casi exclusivo, al kirchnerismo. De allí la extraordinaria alegría que genera la derrota del kirchnerismo en la Provincia, una derrota liderada por una de las figuras más temibles y tenebrosas que diera la política argentina en su historia, desde Herminio Iglesias (y que confirma, también, la curiosa inhabilidad de la Presidenta en la elección de sus candidatos).

Por lo dicho también, resultan risueños, por su torpeza, los rápidos análisis que quieren leer los resultados del domingo como un "corrimiento a la derecha" de la sociedad argentina.
Ideológicamente, la Argentina se parece mucho, hoy, a lo que era ayer, y antes de ayer.

Querer leer los resultados de otra manera sólo se explica por la pereza de algunos, y la disposición de otros a seguir echando humo ideológico sobre lo ocurrido.

En tales resultados primaron, como era esperable, otros datos menos ideales, como el hastío del autoritarismo y la prepotencia presidenciales, o el sensato temor ante el avance narco. 
La Argentina no se "corrió a la derecha", aunque su clase política, encabezada por el kirchnerismo, hace rato que ronde por allí.

Dicho lo anterior, debe quedar claro que el macrismo tiene en su núcleo duro componentes ideológicos propios de la derecha.

Pero muchos analistas –aferrados a un análisis ideológico que atrasa décadas- muestran una ignorancia supina cuando se olvidan del peso de la historia, que marca a fuego la vida del país. Creer que en la Argentina se puede "volver el reloj atrás" (pongamos, a los años 90), porque el líder tal o cual simpatizó con los 90 es estar perdido en el análisis.

Como ocurrió en la Ciudad, un eventual gobierno nacional de Macri podría tener todos los impulsos "noventistas" que quiera, pero la ciudadanía –aterrorizada por la memoria reciente (marcada por desapariciones, hiperinflaciones, desempleos)- simplemente tornará imposibles ciertas políticas.
Más que la ideología, otra vez, quien marcará los límites de lo que viene será la memoria, instalada en los cuerpos.

(*) Profesor de derecho constitucional (UBA - UTDT )