Di Tella en los medios
ARQ de Clarín
2/09/14

Modos de intervenir el pasado

El Premio SCA-CICoP destacó a un conjunto heterogéneo de obras que involucran el patrimonio edificado. El detalle de las intervenciones.

En los estudios sobre patrimonio siempre hay novedades.

Definir un edificio como patrimonial no sólo involucra su valor histórico (del que incluso puede prescindir) sino que también remite a una identidad colectiva y a las particularidades culturales de cada lugar. Esta edición del Premio SCA-CICoP es un capítulo más en la búsqueda de nuevos saberes sobre esta problemática.

Diferenciadas por categorías, cada obra premiada hizo su aporte: una sinagoga fue recuperada como lugar de culto y encuentro; un castillo de 1888 ahora contiene un centro de interpretación; una casa diseñada por Rafael Viñoly sumó nuevos espacios, y un edificio logístico fue convertido en universidad. Por definición, la cultura nos obliga a mirar el mundo. A su vez, estas obras interpelan nuestra mirada.

Premios litoraleños El premio fue organizado según la finalidad de las tareas y el me traje. En la categoría Restauración de Obras de hasta 1.000 m2, la Sinagoga Brener en Moises Ville (Santa Fe), del arquitecto Daniel Birchner, recibió el primer puesto.

“Lo que la comunidad quería era ponerla en valor, entonces estudiamos las particularidades de este tipo de obra religiosa”, cuenta Birchner. La puesta en valor comenzó en 2010 con la reparación de los daños más generales.
Para esto, Birchner consensuó la metodología y forma de intervención con la Comisión Nacional de Museos Monumentos y Lugares Históricos (CNMM y LH).

El arquitecto trazó una estrategia que consistió en la recuperación integral del lenguaje constructivo del edificio original en todo su exterior, el ordenamiento del desagüe pluvial, la restauración del solado y vereda perimetral, la adecuación de la instalación eléctrica y las intervenciones de albañilería y pintura. En todas estas tareas, la comunidad ocupó un rol fundamental, con la contribución de anécdotas y fotos, y el aporte de mano de obra local.

Esta integración con el pueblo fue uno de los elementos más valorados del jurado. También se consideró el respeto con el que se trataron las particularidades de una obra de culto.

El Palacio San Carlos, en Concordia (Entre Ríos), fue premiado en la categoría restauración de obras de más de 1.000 m2. Cuando los arquitectos Marcelo Magadán y Alejandra Bruno iniciaron las tareas de diagnóstico, se encontraron con un panorama desolador (ver ARQ del 25 de febrero de 2014). Desde su construcción en 1888 como casco de un establecimiento productor de alimentos, la vivienda pasó por tiempos de abandono que incluyeron saqueos, vandalismo e incendios. “Restaurar el palacio en estado de ruina y conservar la materialidad y subsistencia de la obra”, fueron las premisas del trabajo. Bruno y Magadán interpretaron el palacio como un recurso histórico y turístico que debía ser comprendido por sus visitantes. Así diseñaron un plan para “salvaguardar la obra basándonos en los principios del máximo respeto por las partes originales subsistentes, la mínima intervención y la implementación de soluciones reversibles”, según describieron los arquitectos.

La prioridad de la puesta en valor la tuvieron la limpieza y consolidación de los muros y la instalación de escaleras y pasarelas metálicas para que el palacio pueda ser recorrido. Posteriormente, se creó el Centro de Interpretación del Palacio San Carlos, para que el visitante pueda conocer su historia.

“Se propuso una recorrida a través de una serie de imágenes, que ilustran los inicios de la casa, sus personajes y el trabajo de rescate”, señala Magadán . “El mensaje que le enviamos a los visitantes es que nos ayuden a conservar el San Carlos”, concluye.

Patrimonio moderno Por ser una obra relativamente reciente, la asociación entre el concepto de patrimonio y la Casa Ombú, proyectada en 1997 por Rafael Viñoly, no se reconoce fácilmente.

Sin embargo, la tarea que Daniel Silberfaden y Jens Wolter realizaron en ella fue reconocida en la categoría Recuperación y Puesta en Valor en Obras de hasta 1.000 m2. Jorge Bozzano, miembro del jurado, explica: “Fueron los autores de la ampliación los que la consideraron patrimonial, y nos pareció buena idea reconocer de ese modo la obra de un contemporáneo”. La Casa Ombú, en Barrio Parque, fue realizada por el arquitecto uruguayo a pedido del empresario Eduardo Constantini. “Viñoly planteó una configuración que replica la de un museo de arte moderno, con una gran sala y pequeñas habitaciones perimetrales que sirven a la principal”, recuerda Silberfaden. Sus nuevos habitantes necesitaban ampliar la cantidad de ambientes, por lo que la estrategia de los proyectistas fue “aprovechar los resquicios a través de pequeñas intervenciones”.

Estas se ubican en una franja estrecha entre la casa existente y la de los vecinos: allí surgieron los nuevos espacios, que crecieron en entrepisos y dobles alturas. La ampliación mantiene el lenguaje expresivo de la obra original, un aspecto valorado por el jurado, que también destacó “su sensibilidad plástica”.

La ampliación de la sede Figueroa Alcorta de la Torcuato Di Tella ( UTDT ), de Richter Dahl Rocha Arquitectos, recibió el primer premio en Recuperación y Puesta en Valor de obras de más de 1.000 m2, por “permitir una lectura precisa de la relación entre lo nuevo y lo existente”.

El programa requería reunir las funciones de la universidad en un solo complejo edilicio. Esto implicaba la renovación de un inmueble que había pertenecido a Obras Sanitarias, la creación de un auditorio y la ejecución de un segundo edificio, sobre la calle Sáenz Valiente.

El proyecto se planificó en tres etapas, de las que hasta el momento se ejecutó la primera.

“El principal desafío fue hacer un master plan coherente a nivel edilicio que le permitiera a la universidad crecer de acuerdo a sus necesidades y revalorizar las construcciones existentes”, detalla Rodrigo Muro, integrante del estudio.
El edificio original tiene cinco plantas y es de hormigón armado de losas sin vigas y columnas con capiteles, al que los proyectistas articularon con nuevos elementos que acompañan su volumetría y cromaticidad con una decisión que resalta su geometría, ritmos y variaciones.

Marcas de la historia La Casona de Wilde (Restauración de obras de hasta 1.000 m2), el Edificio Sudamérica, de Alicia Aletti (de más de 1.000 m2) y el MAMBA Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (recuperación y puesta en valor de obras de más de 1.000 m2) fueron distinguidos con el segundo premio.
Las obras son bien disímiles en sus programas y encargos. La Casona había sido una vivienda para ingenieros y maquinistas de Obras Sanitarias que ahora, en manos de la compañía AySA, debía albergar oficinas. Su autora, Vanesa Bauleo Diarte, explica: “Al incorporar elementos y nueva tecnología para elevar el nivel de confort y habitabilidad, cuidamos que éstas no tuvieran un papel protagónico”.

Dado que la obra original fue construida para personal de la empresa hidráulica, la casona tenía una impronta industrial que fue preservada, junto con su aire doméstico. El respeto por el entorno y el especial cuidado en la recuperación de la envolvente ladrillera fueron los aspectos más destacados por el jurado.

En cuanto al MAMBA, otra obra de carácter fabril, el jurado consideró su transformación en salas de exposiciones, su adecuación tecnológica, la restauración de su fachada y la creación de dos nuevas, sobre la avenida San Juan y la calle Defensa. Las tareas, a cargo del Ministerio de Desarrollo Urbano del GCBA, siguieron los lineamientos del arquitecto Emilio Ambasz y se realizaron con especial cuidado para rescatar (al menos parcialmente) la Casa del Naranjo, una construcción del siglo XVIII cuyos restos están expuestos bajo un piso de vidrio.

En cuanto al Edificio Sudamérica, ubicado en la diagonal Roque Sáenz Peña, en el microcentro porteño, la arquitecta Alicia Aletti, su autora, recibió el pedido de restaurar su envolvente (fachada y cubiertas) que datan de 1926, hecha con columnas y vigas de perfiles metálicos, mampostería de ladrillo y losas de hormigón o mortero. “La superficie estaba muy dañada –describe Aletti– y con la suciedad no habíamos notado que en las fachadas había marcas de balas”. Con la ayuda de vecinos el equipo interviniente pudo descubrir que pertenecían al bombardeo a la Plaza de Mayo del 16 de junio del 55, y se decidió conservarlas como testimonio con una placa alusiva.

El jurado consideró que la restauración de la fachada ha sido sumamente seria y cuidadosa en el conjunto, así como en los detalles.

Detalles que, como las marcas de las balas, también cuentan la historia.

UTDT . La ampliación y renovación de un edificio que había pertenecido a Obras Sanitarias, a cargo de RDR Arquitectos. 2 Distribución. En los pisos bajos se ubican los espacios de mayor superficie como aulas, comedor, biblioteca y talleres. 3 Convivencia. Los nuevos elementos se diferencian de la construcción existente para facilitar la lectura de lo viejo y lo nuevo. 4 Fachada. Hacia afuera, el edificio mantiene su carácter original.

FICHA
Universidad Torcuato Di Tella 
AUTOR: RDR Arquitectos.
INTERVENCION ARTISTICA: Juan José Cambre.
ASESORES: Ing. José Zaldua, Frisia S.A (termomecánica), ITISSA S.A (inst. sanitarias), Ritec (electricidad), Gustavo Basso (acústica).

Por Inés Álvarez