Di Tella en los medios
Clarín
18/05/14

"Es imposible manejar el bienestar de un país sin medir bien la pobreza"

Los gobiernos hoy en día cuentan con herramientas y políticas para mejorar el nivel de vida, dice uno de los mayores expertos del mundo en distribución del ingreso.

Francois Bourguignon es un tipo de aspecto morrudo, estatura baja y mirada profunda. Este francés, economista y director de la Paris School of Economics, es uno de los principales referentes en el mundo sobre distribución del ingreso. El tema es uno de los últimos “gritos de moda” en la economía. Después de la crisis de Lehman Brothers en 2008, el peor crack del capitalismo en 80 años, los lobos de Wall Street volvieron a ganar cifras siderales y la brecha con los pobres sigue ampliándose. Según un reciente informe de Oxfam, las 85 personas más ricas en el mundo, como Bill Gates, Warren Buffett o Carlos Slim, poseen una riqueza superior a la de los 3.500 millones más pobres. Bourguignon estuvo por Buenos Aires unas semanas atrás. Participó de una conferencia en la Universidad Torcuato Di Tella (ver aparte), donde se refirió, entre otras cuestiones, a por qué los ricos son cada vez más ricos. “En EE.UU. la desigualdad se volvió un tema importante cuando quedó instalado en la opinión pública que en los últimos 30 años el 50% de quienes tienen ingresos más bajos no vieron evolucionar su ingreso real”.

¿Cuál ha sido la reacción de la clase política frente a esto?

En EE.UU. el mensaje fue sumamente fuerte para los políticos. Allí el salario mínimo cayó 30% en 30 años y eso disparó una discusión para llevarlo a US$ 15 la hora, el doble que hoy. Este nivel es cercano al salario mínimo en Europa hoy en día. Francia por ejemplo tiene el haber mínimo más alto del continente, pero Alemania e Inglaterra tendrán uno parecido dentro de poco. El debate de la desigualdad hoy está en el centro de la agenda de los políticos en los países desarrollados.

La distribución empeoró en EE.UU. durante los últimos años. ¿Qué ocurrió para el resto de los países ricos?

En EE.UU. la desigualdad no aumentó recientemente: subió desde los 70. Con respecto a los países avanzados, en 18 de 22 economías desarrolladas la desigualdad aumentó desde mediados de los ochenta hasta principios del nuevo siglo. Pero la brecha también aumentó para los emergentes durante la última década, básicamente, porque así sucedió en China, India e Indonesia. En Africa pasó lo mismo.

¿Y para América Latina?

Cayó en los 2000 tras la suba que se registró entre los ochenta y fines de los noventa. Pero aún así la desigualdad en la región hoy es comparable a la de hace treinta años.

¿Y qué pasó en Argentina?

Bajó desde 2004. Pero lo mismo ocurrió en Brasil, Chile, Colombia y Perú. La caída del coeficiente de Gini, el índice que utilizamos los economistas para medir el fenómeno de la desigualdad, fue importante en Brasil.

¿Por qué mejoró la distribución del ingreso en estos países y no en los ricos?

Por tres motivos: commodities, empleo y gobiernos. El alza del precio de las materias primas jugó un papel importante en las economías emergentes porque reanudó el crecimiento a tasas altas. Esto impactó favorablemente sobre el empleo, particularmente sobre el trabajo no calificado que permitió achicar la brecha de los salarios entre los no calificados y los calificados, que había crecido en los 80 y 90. Por último, la distancia entre ricos y pobres se cerró gracias a que varios países implementaron programas sociales.

¿Cuánto mejoró la distribución por estas políticas?

Poco. En Brasil explica un punto de los 5 que mejoró la distribución.

¿Quiere decir entonces que las herramientas con las que cuentan los políticos no son tan efectivas para mejorar la distribución del ingreso?

No creo que sea así. Si quieren reducir la desigualdad mirando la política educativa y gravando las transferencias de patrimonio, pueden hacerlo. Si por ejemplo diseñan una política educativa ambiciosa para disminuir la brecha de calidad entre pobres y ricos a lo largo de su territorio, la reforma impactará favorablemente en la distribución del ingreso. Un cambio en el sistema tributario con un impuesto progresivo sobre la renta también mejorará la distribución.

Pero todo eso que usted señala lleva mucho tiempo en concretarse. Y los políticos no cuentan con tiempo.

Es verdad. Pero pueden vender a la sociedad que estas reformas bajarán la pobreza. Claro que habría que definir la pobreza no sólo en términos absolutos sino, y como se hace en Europa, en términos relativos. Allí se considera pobre el porcentaje de la población que vive con un nivel de vida por debajo del 60% del ingreso promedio por hogar.

Usted dice que la globalización en los 90 impactó negativamente sobre la distribución del ingreso. ¿Pero Argentina y otros países no se beneficiaron de la globalización en la última década con al comercio a China?

China contribuyó al alza de los commodities y, por lo tanto, al crecimiento de estos países. Es cierto, China tuvo un impacto favorable sobre la distribución del ingreso en esta región. Pero, en cambio, en otros países la cuestión de China significó la localización de nuevas actividades que dejaron de realizarse en esos países, como EE.UU., para pasar a Asia. Esto no ocurrió en América Latina donde precisamente la distribución del ingreso mejoró.

China primarizó nuestras economías en la última década. ¿Por qué entonces mejoró la distribución en estos países?

Es cierto que en América Latina hubo un fenómeno de desindustrialización. Pero lo mismo ocurrió en los países desarrollados. Pero distingamos dos aspectos. Primero, los países de Sudamérica donde las materias primas tienen un peso importante fueron beneficiados por el crecimiento asiático. Segundo, nuestras mediciones sobre distribución del ingreso son parciales. Las familias, muchas veces, declaran a las agencias tributarias unos ingresos que no coinciden con lo declarado en las encuestas.

¿Qué rol juega la herencia en la mala distribución de la riqueza?

Uno cada vez mayor. El origen de la desigualdad en América Latina es histórico, viene de la época de la conquista. Pero la tenencia de grandes extensiones se fue transformando en distintos tipos de desigualdad. Si los gobiernos no modifican la distribución o la transferencia de riquezas, entonces no habrá posibilidad de redistribuir el ingreso.

¿Aconseja un impuesto a la herencia?

Tiene sus límites. No se puede imponer un impuesto por el 50% de una herencia porque los empresarios emigrarán a otros países y eso será contraproducente.

Desde el discurso de los políticos, ¿es más seductor prometer bajar la pobreza que mejorar la distribución del ingreso?

Son temas distintos. Si hay crecimiento, y la distribución no empeora, el crecimiento de la economía será sinónimo de reducción de la pobreza porque todos ganarán más. Si los políticos muestran que sus economías crecen, podrán decir “hemos bajado la pobreza” y eso genera un discurso muy efectivo.

En Argentina hoy no se dan a conocer cifras de pobreza. ¿Hay algún caso en el mundo así?

Creo que no. Salvo países africanos con conflictos bélicos o alguno donde no haya mediciones regulares.

¿Se puede enfrentar la pobreza sin estadísticas?

Hay un dicho que dice que se manejan bien las cosas que se miden bien. Y desde ese punto de vista, es imposible manejar el bienestar de un país sin medir bien la pobreza y los niveles de vida. El problema en Argentina es que la información para hacer el cálculo de la pobreza no es pública. Me parece bien que un gobierno cuestione la definición de pobreza y quiera cambiarla. Pero debe comunicarlo e informarlo.

Su oficina en París está a metros de la de Thomas Piketty, un economista francés y autor del reciente ‘Capital en el Siglo XXI’, un libro que causó gran impacto en EE.UU. y hoy es número 1 en ventas en Amazon. ¿Por qué cree que tiene tanto éxito en todo el mundo este libro?

Unos años atrás, Picketty y otro economista francés fueron los primeros en utilizar los datos fiscales de EE.UU. para demostrar que la desigualdad allí se encuentra en el mismo nivel que a inicios del siglo XX. El dato causó un impacto fuerte en la opinión pública estadounidense y los republicanos atacaron el trabajo. La razón por la cual el libro de Picketty tiene tanto éxito, particularmente en Estados Unidos, es que los estadounidenses tomaron conciencia de que la desigualdad es alta. El propio Obama se ha pronunciado sobre el tema y dijo que hay que subir impuestos para cerrar la brecha. Obviamente, los más ricos y los republicanos se manifestaron en contra de ello.

¿Cómo ve la ciencia económica hoy en día?

Hay mucho menos doctrina en la ciencia económica que antes. Antes teníamos los keynesianos, los marxistas, los neoliberales, los estructuralistas, los neoclásicos. Y cada uno andaba por su lado. Quizás hoy existe menos actitud doctrinaria. La ciencia económica me parece que está más abierta que antes. La economía avanza en muchas direcciones.

¿Por ejemplo?

Los economistas descubrieron hace poco la experimentación en el terreno. Uno puede evaluar el impacto de una intervención haciendo experimentos sobre un grupo de personas y siguiendo lo que pasa con ellos comparado con otro grupo de personas. Lo mismo que los médicos con una droga.

¿Cuál es el aspecto más negativo que ve en la ciencia económica?

La investigación económica se basa en proyectos cada vez más específicos, en áreas muy pequeñas, que no se sabe muy bien si contribuyen a comprender lo que sucede con la economía. Uno puede tener una carrera como economista trabajando en un área muy pequeña y no saber qué pasa alrededor. Tengo amigos que investigan sobre temas tan específicos que cuando se les preguntaba por la crisis de 2008, la peor en 80 años de historia, respondían “no sé, no es mi tema”. Necesitamos más economistas con una visión más global.


Por Ezequiel Burgo