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6/12/2022

Carta anual a la comunidad ditelliana


Buenos Aires, 6 de diciembre de 2022


Estimada comunidad ditelliana:

Como balance de este año quisiera compartir con ustedes el discurso que di el 9 de noviembre pasado, en ocasión de la Cena Anual de Recaudación de Fondos para el fortalecimiento del Programa de Becas.

“Muy buenas noches. Quiero comenzar por agradecer la presencia de todos y todas ustedes, autoridades de la Nación, las Provincias, ciudades y municipios, filántropos, graduados, profesores, periodistas, alumnos, padres y amigos en esta duodécima Cena Anual de Recaudación para el Fortalecimiento de nuestro Programa de Becas. Es un gran honor dirigirme a ustedes por cuarta vez como rector y una gran alegría que podamos volver a reunirnos cara a cara después de dos años de encuentros virtuales.

Nos enorgullece que nos acompañen esta noche con su crucial apoyo en este salón colmado, dándonos la oportunidad de contarles acerca de nuestro trabajo colectivo durante este último año y del destino de sus contribuciones.

Es una cena especial también para mí porque, como recién dijo Graciela Cairoli, en mayo próximo comenzará mi segundo mandato: los nuevos comienzos también son momentos de balance y de planes.

Agradezco de todo corazón al Consejo de Dirección por haberme dado en forma unánime la magnífica oportunidad de seguir sirviendo a esta maravillosa institución y a la sociedad argentina desde el rol de rector. Lo siento no sólo como un reconocimiento personal sino también como un apoyo al esfuerzo de cooperación constructiva que toda la comunidad ditelliana hizo durante los tiempos de pandemia, del que me siento sumamente orgulloso.

Mi discurso esta noche es simple: quiero compartir con ustedes lo que estamos haciendo en la Di Tella y también reflexionar brevemente sobre el estado del mundo y nuestro entorno, que nos interpela como institución. Esto no sólo es así por ser un tema de interés personal de todos nosotros sino porque, siendo una situación que afecta a diversos niveles de la vida pública (la política local e internacional, la historia, la economía, etc.), es parte de la agenda académica de muchos de nuestros profesores y ciertamente ocupa un lugar importante en el diálogo con nuestros estudiantes en clase. Para nosotros, también como autoridades, todo esto involucra preguntas sobre cómo preparamos a nuestros jóvenes para este presente y futuro inciertos.

La Di Tella en mi primer mandato

En mi primer mandato, tuve el privilegio de heredar una institución en franco crecimiento, con un cuerpo docente e investigativo vibrante y consolidado, sus finanzas ordenadas y un edificio de 10.000 m2 recién estrenado, listo para albergar la expansión de carreras, estudiantes y docentes que veníamos experimentando. Es también un privilegio poder seguir en diálogo constante con mi predecesor, Ernesto Schargrodsky. La continuidad entre gestiones debería ser algo normal en la vida de las instituciones, pequeñas y grandes, pero no siempre lo es. Y cuando ocurre, el beneficio es enorme. Estoy agradecido por eso y estoy seguro de que volverá a ocurrir cuando yo termine mi gestión. Sé que no es un aspecto muy visible, pero las transiciones colaborativas son una parte central, a mi juicio, de la buena salud de las instituciones.

Volver a ver el Campus desbordado de estudiantes, con su energía, alegría y pujanza juvenil, es algo que nos llena de orgullo y satisfacción. Los últimos años han significado un enorme esfuerzo colectivo que, gracias a la resiliencia y cooperación constructiva de toda la comunidad ditelliana, reforzó el compromiso con nuestra misión: brindar a la sociedad argentina una educación de vanguardia mundial pero inserta activamente en el medio local, pluralista y con igualdad de oportunidades.

Durante este tiempo, año a año, fuimos contratando nuevos profesores full-time, con el mismo cuidado de siempre en garantizar nuestra máxima fortaleza: la excelencia de nuestros docentes e investigadores, que sean a la vez profesionales formados en contacto activo con el mundo. En los últimos 18 meses incorporamos a profesores full-time y directoras de carreras a graduados de las siguientes universidades: Columbia, Georgetown, Massachusetts Institute of Technology, Stanford, Universidad de Buenos Aires, Universidad Torcuato Di Tella, University of California en Berkeley, University of California en San Diego, Université de Nice, Université Paris Sud, University of York en el Reino Unido y la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. Estamos orgullosos de estas incorporaciones, cuya pluralidad de enfoques y perspectivas enriquecerá la circulación de ideas diversas en nuestra Universidad, así como también la experiencia de los alumnos, y nos permitirá seguir ofreciendo una formación multidisciplinaria de la más alta calidad.

Sabemos que vivimos momentos de pesimismo y que muchos de nuestros jóvenes imaginan sus vidas futuras lejos de Argentina, lo cual nos entristece y también nos ocupa, en la medida de nuestras posibilidades. Creemos que esta realidad policromática muestra también que hay argentinos y extranjeros que eligen venir a cultivar el conocimiento en nuestro país, y encuentran en la Di Tella tierra fértil para eso.

Seguimos en la senda de crecimiento a tasas chinas en admisiones, como ocurrió en los ocho años previos a mi asunción: en mi primer mandato, la tasa de crecimiento de los ingresantes a nuestro programa de grado fue del 9% anual acumulativo, culminando con casi 1300 ingresantes al ciclo lectivo en curso. Hoy tenemos 3700 alumnos de grado, más de 2600 de posgrado, casi 6400 en total, seleccionados a través de un sistema que pone énfasis en la calidad. Nuestros ingresantes deben pasar por un examen de ingreso, salvo los alumnos que hayan aprobado su secundario con un promedio mayor a 8, lo cual (según hemos medido) es un muy buen predictor de desempeño en la Universidad. Todo este sistema nos importa, no sólo porque la calidad de nuestra institución también descansa en la de nuestros alumnos sino porque creemos en el esfuerzo presente y también en recompensar de algún modo el esfuerzo pasado de nuestros jóvenes.

Sumados al cuerpo de profesores y al staff, somos unas 7500 personas, casi un pequeño pueblo del interior operando en esta gran manzana. Un pequeño ejemplo de prosperidad y progreso de la mano del trabajo duro, la calidad de las producciones y el esfuerzo de sus miembros, un sistema de gobierno saludable, transparencia y la inestimable colaboración de donantes.

El reconocimiento externo a la calidad de la investigación académica de nuestros profesores es permanente, pero tuvo este año una de sus máximas expresiones posibles con el premio a Andrea Rotnitzky que acabamos de celebrar con su discurso.

El contexto

El año pasado, contento por la vuelta a la presencialidad de nuestras clases, en una Universidad que había podido reaccionar y organizarse con rapidez, eficacia y sensibilidad, les hablé de mi alegría sobre lo que la ciencia, el conocimiento y una cooperación e inversión internacional sin precedentes habían hecho para doblegar la pandemia en un muy breve lapso, comparado con estándares históricos.

Hoy, sin embargo, en la pospandemia, tengo la sensación de que estamos como cuando el mar se retira después de haber bañado la costa y sobre la orilla quedan a la vista los restos que dejó. Y lo que vemos dista de ser alentador.

Miramos alrededor y vemos que el mundo está peor que hace un año: la invasión rusa a Ucrania en febrero, la suba global de precios de alimentos del orden del 15% anual, y de la energía del 20% anual en Estados Unidos y del 40% anual en Europa, la profundización de la polarización, la súbita popularidad de extremismos y de discursos de odio que a veces hacen retroceder logros que ya considerábamos consolidados.

Pero la Di Tella no es una isla y, aunque a nosotros nos vaya bien, somos conscientes de que nuestro país tampoco ofrece un panorama alentador. Esto es especialmente cierto para los niños y jóvenes; que es la parte de la población que más nos compete porque de ahí recibimos a nuestros estudiantes, porque creemos en la educación como base del progreso y porque, en definitiva, la falta de acceso a una buena educación hoy, es un anticipo de las dificultades que nuestra sociedad tendrá en las décadas por venir.

Décadas sin crecimiento, aumento de pobreza y desesperanza por el futuro son el bastidor en blanco, o mejor dicho en negro, sobre el cual debemos componer nuestra pintura. En este contexto, hacer accesible nuestra educación a más gente es aún más urgente, más significativo y de mayor impacto de lo que fue siempre. Y acá, por supuesto, es también donde más los necesitamos a ustedes.

Quiénes son nuestros estudiantes fue siempre una parte importante del proyecto base de nuestra institución. La igualdad de oportunidades es uno de los tres pilares de nuestra Universidad y expresa nuestra convicción sobre la importancia de la diversidad para el conocimiento, la convivencia y el futuro colectivo. La educación de calidad es cara y no todos, como nos acaban de contar muy emotivamente Andrea y Elisa, pueden pagarla. Por eso, hace tiempo que cada año, con la ayuda de ustedes, vamos dando más pasos en el sentido de ampliar el acceso a nuestras aulas.

Actualmente, 1885 estudiantes de grado tienen Becas de Arancel, con un valor promedio de la mitad de la cuota.

Pero vamos por más. Con enorme alegría, este año comenzamos a otorgar Becas de Residencia, que complementan Becas de Arancel del 100% que damos a abanderados de escuelas públicas del interior del país y que cubren el costo de una residencia universitaria en Buenos Aires durante toda la carrera a estudiantes con necesidad económica. De estas becas dimos 30 a ingresantes en 2022 y daremos 40 a ingresantes en 2023.

La historia de Tobin

La Beca de Residencia tiene detrás una linda historia: tuve la oportunidad de cursar una maestría en la Universidad de Yale, financiado por los gobiernos de Japón y de Estados Unidos. Allí tomé un curso con James Tobin, premio Nobel de Economía y uno de los economistas keynesianos más importantes del siglo XX. Un día Tobin contó esta anécdota en clase. Él venía de una familia de clase media e hizo su secundaria en el colegio preuniversitario de la Universidad de Illinois. Su padre iba todas las semanas a la biblioteca pública del pueblo, para poder leer el New York Times. Un día el padre leyó en el diario que la Universidad de Harvard daba becas de arancel y residencia, como estas que ahora comenzamos a dar acá en la Di Tella, y se lo contó a su hijo. Se anotó, la ganó y le fue muy bien a lo largo de sus estudios en Harvard, a los que no podría haber accedido de otra forma. En palabras del propio Tobin, aunque quizás no sea lo más importante de esta historia: ‘Si no hubiese ido a Harvard, jamás hubiese ganado el Premio Nobel’.

Agradezco al Consejo de Dirección que, luego de un clásico ‘revise and resubmit’ (‘modifique y vuelva a enviar’) tan propio de la academia, finalmente confió en la propuesta y aprobó el programa de Becas de Residencia a inicios de 2021. En la Di Tella, los cuerpos de gobierno y el accountability funcionan: todos estamos sujetos al escrutinio periódico de algún órgano superior que garantiza un proceso sopesado, visto por varios ojos, en línea con los principios y las necesidades de una institución sustentable.

El Consejo de Dirección me pidió que consiguiese financiamiento externo directo para este programa. Con enorme alegría les reporto que hace poco nos reunimos con Daniel Sielecki, un generoso donante histórico de nuestra Universidad, y se comprometió a financiar la mitad del programa de Becas de Residencia, durante toda su carrera universitaria, para los 40 becarios que ingresarán en 2023: un total de 37 millones de pesos. Agradezco también a su empresa ELEA y a sus socios en ella, Hugo Sigman y Silvia Gold, por esta valiosa contribución. Las puertas están abiertas para los que quieran sumar su aporte, porque todavía nos falta conseguir la otra mitad…

El permanente crecimiento de la Di Tella conlleva varios desafíos. Uno de ellos, el más material, es el de una mayor demanda de espacio para que estudiantes y profesores tengan un lugar adecuado para compartir aprendizajes e ideas, que no sólo tenga aulas sino espacios de socialización: en el edificio que heredé a estrenar en 2019, a partir del año que viene no va a caber ni un alfiler.

Porque sabemos que la experiencia universitaria no ocurre sólo dentro de las clases sino en el intercambio informal entre estudiantes y profesores, en las horas de estudio pasadas entre compañeros, en el encuentro social e intelectual entre jóvenes que muchas veces seguirán en contacto el resto de sus vidas. Estamos en la etapa final de un Concurso de Anteproyectos para construir 25.000 m2, entre espacios de usos universitarios y estacionamientos subterráneos, para inaugurar en 2026. Todo eso equivale al 80% de los metros cuadrados que ya tenemos en operación: como verán, estamos emprendiendo un desafío institucional importante.

¿Qué aspiro para la Di Tella en mi segundo mandato? ¿De qué va ser rector, cuál es mi pasión?

Creo en el enorme poder transformador de la educación. Educarse requiere oportunidad de acceso, pero también una gran dosis de esfuerzo propio, además de acompañamiento institucional. La educación nos saca de nuestras certezas, nos da herramientas para pensar y actuar sobre el mundo de maneras creativas y efectivas, nos permite contribuir al bienestar espiritual, social y material de nuestra sociedad. Como dice el lema de esta noche, ‘La educación nos inspira’.

Para mi segundo mandato, aspiro a que podamos seguir brindando una educación de muy alta calidad, pero accesible a mucha más gente, aspiramos a ser la elección preferida de los mejores graduados de secundario de todo el país que tengan ambición intelectual, ganas de avanzar en sus vidas y también, quizás, sobre todo, de contribuir con lo que han aprendido en nuestra Universidad al tan postergado progreso de nuestra sociedad.

Aspiro también a que nuestros investigadores y profesores sigan publicando en revistas internacionales con referato de pares, pero también sumando al debate público argentino, cada uno y cada una desde su saber disciplinar. Yo confío en que, como dijo Andrea Rotnitzky, el conocimiento pueda ser una herramienta para acercarnos como sociedad y encarar con disensos, pero nunca sin diálogo, el camino que ojalá pueda llevarnos a todos a una sociedad mejor, donde nuestros jóvenes puedan imaginarse un futuro alentador; adentro.

Si podemos continuar nuestra estrategia institucional en esas direcciones en los próximos cuatro años, seré el exrector más feliz de la tierra. No dudo de que, en esto, ustedes y nosotros estamos en total sintonía. Les pedimos una vez más ayuda. Y les garantizamos otra vez que pondremos sus contribuciones a buen uso y que el año próximo, como siempre, vendremos aquí a mostrarles los frutos que han rendido.

¡Muchísimas gracias por tanto!”

Les mando un gran abrazo y los mejores deseos para estas fiestas,

Juan José Cruces
Rector


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