Debate.

Nuestro país preside este mes el Consejo de Seguridad de la ONU y la inserción internacional es motivo de percepciones encontradas. La menor influencia de los EE.UU. y el mayor relieve de China no deberían conducir a visiones esquemáticas que reiteren los falsos dilemas del siglo veinte.

La diplomacia de un Es- tado -y de las elites que lo dirigen- moldea las preferencias de la opinión pública en cuanto al ám- bito externo? ¿Los tomadores de decisión son consistentes en la orientación de los intereses principales de un país mientras que la población en general es oscilante frente a los asuntos globales? ¿La sociedad civil acompaña la política pública internacional de un gobierno, o es testigo pasivo de la misma, o, por el contrario, la impugna? Esas y muchas otras preguntas remiten al complejo vínculo entre opinión pública y política exterior.

En el caso argentino, estudios recientes parecen mostrar una coincidencia tácita en ciertos temas entre las preferencias de los actores estatales y de los no estatales. Lo anterior se manifiesta respecto al triángulo Argentina-Estados Unidos-China.

Tres encuestas distintas pa- recen corroborar lo afirmado: la del Pew Research de julio de 2013 sobre "Actitudes Globales sobre el Balance de Poder", la del Latin American Public Opinion Project (LAPOP) de junio de este año sobre "China en América Latina", y la del Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI) de 2011 sobre "La opinión pública argentina sobre política exterior y defensa".

En el trabajo del Pew Research la opinión favorable de los ar- gentinos hacia Estados Unidos y China es del 41% y 54%, respectivamente. Argentina tiene el porcentaje más alto de percepción desfavorable de Estados Unidos en comparación con El Salvador, Brasil, Chile, México, Bolivia y Venezuela. El 50% de los argentinos (en contraste con el 38% de los brasileños) afirma que ya o próximamente China remplazará a Estados Unidos en la cúspide de poder mundial.

Para el 35% de los argentinos Estados Unidos constituye un socio, mientras el 23% ve a Washington como enemigo (los porcentajes respectivos son 36% y 39% para Venezuela y 66% y 7% para Brasil).

Para el 52% de los argenti- nos China es un socio y solo el 6% considera enemigo a Beijing. 33% de los argentinos (en comparación al 71% de los brasileños) aprueba la política internacional de Estados Unidos, mientras 44% de los argentinos (a diferencia del 69% de los brasileños) tiene confianza en el presidente Barack Obama.

Según la encuesta de LAPOP América Latina percibe hoy una mayor influencia de China en la región en comparación con Estados Unidos. La confianza argentina en China se ubica en el 32.8%, siendo inferior a la de Panamá, Venezuela, Chile y Colombia, entre otras. La confianza argentina hacia Estados Unidos es, sin embargo, la más baja del continente: 22.6%. En promedio, la confianza hacia China es mayor que la se tiene hacia Estados Unidos en 4 países: Chile, Uruguay, Argentina y Venezuela. No obstante, la Argentina tiene el porcentaje más bajo de la región en cuanto a la valoración de China como un modelo de desarrollo futuro: 8.1% (en contraste con el 34.8% de Costa Rica, el 17.2% de Brasil y el 15.3% de Chile).

Finalmente, los datos de las dos encuestas mencionadas refuerzan, de algún modo, lo que ya había señalado hace unos años el CARI. Los argentinos prefieren un equilibrio de poder mundial sustentado en potencias regionales, detectan un declive relativo del poder estadounidense y valoran significativamente a Latinoamérica (Mercosur, en particular). Ya entonces el 25% de los argentinos consideraba que la llegada de Obama no había generado un cambio en las relaciones con América Latina, 14.4% que la política estadounidense hacia la región había empeorado y sólo un 13.7% observaba un mejoramiento. Respecto a cuánto beneficiaba a la Argentina la relación con Estados Unidos, apenas el 9% de la población en general y el 25% de los líderes de opinión tenían esa percepción.

En breve, las encuestas tienden a confirmar lo que ha venido ocurriendo y acelerándose en la última década: menor centralidad de Estados Unidos en los asuntos internacionales de la Argentina y mayor relieve de China en la inserción global del país.

Probablemente, el más grande desafío de la sociedad y el Estado argentinos sea no repetir lo que ocurrió a lo largo del siglo XX: la Argentina nunca pudo mantener relaciones simultáneamente positivas con Gran Bretaña y Estados Unidos, primero, y con Brasil y Estados Unidos, más adelante.

El test de una buena inserción argentina en el mundo es que en este siglo pueda sostener relaciones concurrentemente beneficiosas para los intereses nacionales con Occidente y Oriente por igual.