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17/11/22

Camila Perochena con Levy Yeyati: “Cristina Kirchner entendió la potencia política de la historia”

Eduardo Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno y director académico del Cepe, entrevistó a Camila Perochena, profesora de las Licenciaturas en Historia y en Ciencias Sociales, para el ciclo de entrevistas "Pensar Distinto".

Por Eduardo Levy Yeyati



Camila Perochena, doctora en Historia y magíster en Ciencia Política, analizó los mecanismos que usan los políticos a la hora de referirse al pasado, en una entrevista exclusiva con el también historiador Levy Yeyati.

La autora del libro Cristina y la historia: el kirchnerismo y sus batallas por el pasado, explica las contradicciones, los procesos y los resultados que marcan el trasfondo de los discursos políticos que aluden a la historia argentina.

-En su segundo libro, Mauricio Macri se remite a las experiencias de su abuelo en Italia y cuenta que, finalizada la guerra, militó por el Fronte dell’Uomo Qualunque, o Frente del Hombre Común en castellano. Macri también cuestiona a los partidos populistas argentinos, entonces ¿en qué sentido esta alusión al pasado constituye una ruptura en el libro?

Es llamativo. Mauricio Macri en su libro trata, en un principio, de no adscribir a ningún tipo de liderazgo de la historia argentina. Hace un libro sobre liderazgo, donde el liderazgo queda “deshistorizado”, escindido de la historia argentina. El expresidente dice hay que romper y dar de nuevo, que hay que construir algo nuevo. Sin embargo tiene que buscarle un pasado al PRO y se va a la Italia de posguerra, a la creación de ese Partido del Hombre Común.

Eso me llama la atención, porque Macri dice que su abuelo fundó un partido que buscaba romper con las tradiciones que venían del pasado en Italia (el Fascismo y el Comunismo el contexto de entreguerra) y que con el PRO “quisimos hacer lo mismo”. Así, marca una frontera con sus socios de coalición. Está diciendo que el PRO viene a romper con el pasado y en ese pasado Macri incluye al peronismo, pero también al radicalismo. El Qualunque nace para ser la contra de lo que hoy algunos llaman la “casta” o la clase política. Surge de un semanario satírico en el que se criticaba a la política en su conjunto.

-Y a la democracia, porque el Fronte era un partido monárquico...

Sí. Todo esto lo coloca a Macri, en términos de identificación, mucho más cerca de Milei que de su propio partido y ni hablar de sus socios partidarios. Esa operación de historia es prácticamente la única que hay en el libro. Hace algunas referencias a la crisis de 1989 o a la del 2001 que es la condición de posibilidad del PRO, lo que le da nacimiento. Pero más allá de eso, la única reivindicación histórica tiene que ver con este partido de Italia. Y ahí hay una contradicción: Macri quiere romper con el populismo argentino, pero reivindicando al populismo italiano.

-¿Tenemos que tomar en serio estos discursos? En tu análisis, Camila, mencionas -en el caso de Cristina Kirchner por ejemplo-, que los políticos utilizan la historia para hablar de sí mismos...

No vamos a aprender historia de los políticos, porque cuando hablan de historia es para hacer un uso político del pasado. Están hablando mucho más de ellos mismos que del pasado. Ahora bien, yo sí me tomaría en serio lo que dicen los políticos de la historia, para entender las concepciones políticas que tienen esos dirigentes. Si quiero entender cómo Macri o Cristina conciben a la política, es interesante ver qué es lo que dicen del pasado.


Camila Pernochea es doctora en Historia y magíster en Ciencia Política. (Foto: TN)
Camila Perochena es doctora en Historia y magíster en Ciencia Política. (Foto: TN).

Las miradas de los políticos sobre el pasado nos dice algo de sus miradas sobre la política en el presente. No importa tanto si el político está contando la verdadera historia argentina, los hechos como fueron, porque el objetivo de un político no es conocer el pasado, no tiene aspiraciones de verdad sino que tiene aspiraciones militantes más asociadas al presente. Hay cosas que no se dicen tan claras en el presente y al hacer líneas históricas se pueden ver con más claridad.

-Es un test de proyección, sienten que al referirse a cuestiones históricas y alejadas en el tiempo pueden decir más cosas y alejarse un poco de la mera opinión.

Exacto, el pasado le da profundidad histórica a lo que se trata de proyectar a futuro. La aspiración “deshistorizada” de Macri, en la que hay que romper con la historia argentina porque “lo que importa es el futuro”, pierde potencia al dejar el pasado atrás. Uno puede cuestionar lo que Cristina Kirchner dice sobre el pasado, pero sin duda Cristina entendió la potencia política de la historia, entendió que la historia sirve para hacer política y a ella la ayudó a gobernar y a construir su identidad.

-Quiero profundizar en la distinción entre historia y memoria. El kirchnerismo hizo uso de la historia al hablar sobre la dictadura, los derechos humanos o el juicio a la Juntas. ¿Puede ser un artilugio para ocultar ciertas cosas como el rol de los Kirchner en la dictadura?

La dictadura, los 70 y los 80 son parte de batallas de memoria que existen desde la transición democrática sobre cómo recordar las cosas. ¿Cómo recordamos a las víctimas de la dictadura del 76? ¿Solo como víctimas o también como combatientes? El kirchnerismo, y varios organismos de derechos humanos, le responden a la memoria alfonsinista que no son solo víctimas sino que son combatientes y que así hay que recordarlos. Esto se ve cuando se vuelve a publicar el Nunca Más en 2006. Toda la operación de reformular la memoria de los 70 y 80 es, para el kirchnerismo, una manera de insertarse en esa historia ellos mismos como combatientes.

-¿No llama la atención que esto lo hagan protagonistas políticos que no tuvieron actuación en ese momento? ¿No hay una intención de tapar una consciencia con una mística?

En la memoria se combinan siempre recuerdos y olvidos. Primero Néstor y después Cristina leyeron un espíritu de época de fines de los 90 donde se recupera en clave heroica la militancia setentista. La memoria funciona así. A diferencia de la historia donde hay aspiraciones de verdad, en la memoria el pasado es como una arcilla, se moldea.

-Es una especie de literatura del yo...

Y no hay solo un yo individual. Cuando los políticos hacen uso del pasado están pensando en términos de memoria colectiva. El kirchnerismo retoma esa mirada de los 70 y de los 80.


Pensar distinto, con Levy Yeyati (Foto: TN)
Pensar distinto, con Levy Yeyati (Foto: TN).

-Hay una historia oficial, uno imagina que en Europa o Estados Unidos hay una historia oficial alrededor de la cual hay desvíos y enfoques. En Estados Unidos se puede discutir a George Washington porque era esclavista pero no se lo discute como prócer. En la Argentina todo es discutible.

Existe un momento en el que tanto historiadores liberales y revisionistas coinciden, que es 1810 como el momento en que nació la Argentina. Ahí Mitre coloca en su historia oficial a dos personajes: a San Martín y a Belgrano. Ambos fueron incuestionados incluso por los revisionistas que vienen a discutir la historia liberal de Mitre. Es la visión que esa historia oficial tenia de Rosas, no discuten la vision sobre la revolución de mayo como momento clave y tampoco se discute a San Martin o a Belgrano.

Belgrano no era tan brillante, no era militar y no lo discute nadie en el arco político. Los historiadores profesionales nos dedicamos a revisar eso. Incluso para decir que la Argentina no nació en 1810. Pero no es el discurso que va a decir un político, tampoco sería popular, es un discurso antiheroico que puede ser un problema.

-¿Cuándo empiezan los líos? ¿Dónde se rompe el consenso?

El personaje más controversial es Juan Manuel de Rosas, es la piedra de disputa de los historiadores. Fue gobernador de la provincia de Buenos Aires entre 1829 y 1852 y se abre un debate después de su caída: ¿fue un tirano o un héroe popular? En un primer momento prevalece la idea de que Rosas fue un autoritario que no permitió la convocatoria a un congreso constituyente, pero hacia 1930 aparecen historiadores revisionistas que reivindican a Rosas como un personaje más cercano a los sectores populares. Esa grieta entre rosistas y antirrosistas se está reeditando permanentemente.

Juan Domingo Perón no se mete en ese debate, tiene una connotación de la historia más liberal, más parecida a la de Mitre que a la de los revisionistas. Nacionaliza los ferrocarriles y les pone Mitre, Roca, San Martín, no les pone “Rosas”. Perón se hace rosista despues de su caida en 1955 cuando el régimen militar se asocia con Caseros. Perón ahí empieza a escuchar a los revisionistas y a reivindicar a Rosas desde la dirigencia.

¿Quién intenta cerrar esto? Carlos Menem. Él dice “voy a repatriar los restos de Rosas, pero en ese acto en el que traigo los restos de Inglaterra voy a sentar a los enemigos de Rosas a mi lado; traigo a este personaje para cerrar la historia”.

-Es muy difícil cerrar la historia con un acto...

Por supuesto, y la idea de Menem era cerrar simbólicamente muchas historias (unitarios/federales; peronismo/antiperonismo; etc). Esa aspiración que él tiene no funciona. Esas memorias van a seguir estando en batalla. El kirchnerismo reabre la disputa por Rosas. Cristina trae a Rosas no para reconciliarnos sino para polarizar, para abrir una disputa que ya no es tanto del pasado sino del presente.

-En la Argentina no tenemos muchos próceres consensuales. ¿Cuál es el prócer que podemos traer para iniciar un diálogo en este momento?

No es un prócer, es un personaje que quedó marginado y es Urquiza. Urquiza fue un federal durante toda la época de Rosas, pero se levanta sobre él. Lo derroca. Y cuando derroca a Rosas dice “ni vencedores ni vencidos”, quiere conciliar e intentar gobernar con rosistas y antirrosistas, con los que ganaron y los que perdieron. Esto no fue bien recibido, pero esa lógica de entender que para construir un estado Nación tienen que convivir facciones políticas muy distintas es algo que Urquiza antepuso.

Generalmente se lo critica a Urquiza por abandonar la batalla de Pavón y dejar que Mitre sea el ganador en esta disputa entre Buenos Aires y la Confederación. Los federales lo tratan de traidor. ¿Por qué se retiró? Tenía una identidad federal pero sabía que necesitaban a Buenos Aires. Quedó en el medio. Es un personaje que puede funcionar.

-Uno visita el país y habla con políticos del interior y, si bien podrían pasar a la arena nacional, siempre hacen la de Urquiza, salvo Menem. ¿Por qué las provincias no pueden incidir más en la política nacional?

Eso está relacionado con la estructura que tiene la Argentina hoy, porque a fines del siglo XIX no era así. Ahora tenemos un país donde la provincia de Buenos Aires tiene la mayor población, el mayor peso electoral y genera un desbalance y eso obstaculiza el camino hacia la presidencia de los políticos del interior.