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30/06/22

El expresidente del BCRA Guido Sandleris: “La inflación tiene un piso del 80% este año; el techo depende de la corrección fiscal”

Guido Sandleris, profesor del MBA, de las Licenciaturas en Administración de Empresas y en Economía Empresarial, y expresidente del BCRA, fue entrevistado sobre la inflación y la suba del dólar.

Por Martín Kanenguiser


Sandleris, ex presidente del BCRA.


El expresidente del Banco Central Guido Sandleris afirmó que la suba del dólar y de la inflación se debe al alto crecimiento del gasto del primer semestre del año.

“Siguieron con el plan platita para demostrar que la economía crecía después de la pandemia y con una fuerte debilidad política”, indicó en una entrevista con Infobae el economista que lideró la entidad monetaria en la última etapa del gobierno de Mauricio Macri.

Sandleris, profesor de la UTDT que tiene una maestría en la London School of Economics y un doctorado en la Universidad de Columbia y que forma parte de los equipos técnicos de Juntos por el Cambio, advirtió que el piso de la inflación para este año es del 80% y que el techo dependerá de la voluntad del Gobierno para corregir la aceleración del déficit fiscal. Sin embargo, indicó que con un promedio del 6% mensual, la suba de los precios llegaría al 100% en diciembre próximo.

-¿Cómo analiza la dinámica cambiaria de estos últimos días?

-Lo que observamos es la consecuencia de decisiones que adoptó el Gobierno en este primer semestre del año, que en la literatura académica se llaman Gambling for resurrection, algo así como timbeando para resucitar. Al respecto, el Gobierno, muy debilitado después las elecciones de medio término, este primer semestre decidió extender el “plan platita” que puso en marcha poco antes de las elecciones al aumentar más el gasto público y financiándolo básicamente con emisión monetaria. Esa estrategia tuvo el apoyo de la suerte por la suba de los precios de las materias primas que exporta el país. Así buscó mostrar que el rebote que hubo luego de la pandemia se podía sostener en el tiempo, pero su estrategia chocó con un límite en las últimas semanas por los temores que generó en el mercado financiero.

-El Gobierno le atribuye a los técnicos de la oposición el origen de esta corrida…

-Eso es una pavada; pensar que con un año y medio por delante hasta las elecciones lo que está generando esta situación en el mercado financiero es algo diferente que la gestión que lleva adelante es insólito. Además, de parte de los referentes económicos de Juntos por el Cambio no hubo declaraciones en ese sentido. La clave es lo que está haciendo el Gobierno y que explica la aceleración de la inflación de los últimos meses, por lo que en un escenario optimista la inflación termine en el 80 por ciento este año, de piso.

-¿A qué se debe este incremento del gasto?

-Normalmente en los ciclos previos del kirchnerismo habíamos visto que durante los años pares trataban de acomodar un poco las distorsiones que generaban para tener mayor margen de maniobra en los años impares. Pero como consecuencia de la mencionada debilidad política, siguieron gastando en el año par como si nada. La primera reacción fue en el mercado de bonos con CER a principios de junio, con un cambio de expectativas que coordinó la decisión de una empresa estatal que decidió vender poco menos de $ 10.000 millones a través de un fondo del Banco Nación.

-Esa venta, impulsada por una empresa estatal, provocó la caída generalizada de los bonos con CER...

-Si, ese fue el desencadenante, pero la causa es que el gasto público creció 15 puntos por encima de la inflación en los primeros 5 meses del año y la recaudación creció 3 puntos. Esto implica más déficit fiscal y más endeudamiento, con una corrida que contagió en los últimos días al mercado cambiario, de la mano de otra situación insólita, porque el Banco Central a esta altura del año, por la alta liquidación del campo, y con cepo, debería estar acumulando dólares. Tradicionalmente logra comprar en estos meses 3500 millones de dólares, pero este año apenas pudo comprar 300 millones de dólares, en un contexto récord de precios de las materias primas y de récord también en la liquidación de las divisas por parte del campo. La decisión de tratar de prolongar en forma insostenible el crecimiento no limitando más las importaciones y aumentando el gasto público chocó con su previsible final.

-¿Y qué efecto tendrán las últimas restricciones adoptadas por el BCRA sobre la economía?

-Son la respuesta tardía del comportamiento irresponsable del Gobierno y tendrán como efecto de corto plazo que el Banco Central pueda comprar algo más de dólares al frenar por completo las importaciones, pero este freno generará más inflación y provocará que en la segunda parte del año la economía se detenga todavía más. Es posible que por unos meses las empresas utilicen el sobre-stock que hayan acumulado, pero luego deberán importar para producir.

-Si el piso de inflación para 2022 es el 80%, ¿cuál puede ser el techo?

-Es difícil decirlo, dependerá mucho de cómo se comporte el Gobierno, porque las medidas que adoptó no resuelven ninguno de los desequilibrios que mencioné. Si el Gobierno sigue por esta vía, la inflación será más alta; se confirma que la idea del ministro de Economía de que la inflación será más baja no va a ocurrir. Si se mantiene un promedio mensual del 5% mensual de inflación de acá a fin de año, terminará en el 82%; si sube al 6% mensual, va a llegar al 100 por ciento. Dependerá del accionar fiscal del Gobierno, más allá del efecto internacional que provocan ciertos shocks, pero la Argentina va a tener una inflación mucho más alta que otros países que sufrieron el mismo problema.

-Para solucionar el problema de corto plazo de la falta de dólares, ¿la decisión del Gobierno debería ser acelerar la devaluación del tipo de cambio oficial, aunque la inflación sea muy alta, para acotar la brecha?

-Hace falta un plan; medidas aisladas no van a resolver el problema de la inflación ni de la brecha cambiaria. Pero el problema es que el gobierno siempre se jactó de no tener un plan económico. Como el Banco Central no cuidó los dólares en la primera parte del año, en este contexto que conspira contra el crecimiento, va a tener que devolver con creces esos dólares en la segunda mitad del año.

-¿Hay condiciones en este contexto para que se registre una hiperinflación?

-Creo que no, porque eso implicaría que caiga demasiado la demanda de pesos y en simultáneo crezca fuerte la oferta de pesos, algo que no se ve por ahora. El Gobierno debería hacer las cosas mucho peor para que ocurra.


Críticas al FMI

-¿Qué opina de la actitud del FMI de aprobar las metas del primer semestre y permitir que se recalibren las del segundo, para que no lo culpen de la crisis?

-El acuerdo con el FMI no ataca ninguno de los problemas de la economía argentina porque no reduce los desequilibrios macroeconómicos ni incluye reformas estructurales para que el país pueda desarrollar su potencial. Además, incluyó proyecciones ridículas, como la de inflación, que ya tuvo que ser corregida del 45 al 62 por ciento, cuando antes de la guerra decíamos que iba a llegar al 70% y ahora el piso será del 80 por ciento. Si uno no resuelve rápido estos problemas, toman autonomía propia y se vuelven una bola de nieve. Y creo que el FMI tuvo un rol bastante pobre, porque el acuerdo apunta a mostrar que ellos no generarán la crisis, pero sigue sin resolver los problemas.

-¿Cuál sería entonces el camino correcto para estabilizar la economía?

-Los países ordenan su macroeconomía y se vuelven creíbles por dos caminos: introducir ciertas reformas para estabilizar la macroeconomía y una oposición que luego se convierte en gobierno y confirma esas reformas, como ocurrió en Brasil cuando Lula sucedió a Cardoso. Ese camino en la Argentina no ocurrió y el kirchnerismo brindó sobradas muestras de que no lo hará. El otro camino para lograrlo es si un gobierno que hace esas reformas logra la reelección; uno puede argumentar que las reformas tienen un costo político y por eso el camino clave si gana la oposición en 2023 es que primero logre introducir las reformas y después reelegir. Había una oportunidad de que el kirchnerismo mostrara que podía sostener las reformas que desarrolló Macri, pero no lo hizo pese a que recibió una economía con equilibrio fiscal y volvió a hacer un mix de política económica muy parecido al que hizo Cristina, con un gasto público muy alto, financiado con cepo y emisión monetaria.

-¿Qué opina acerca de las afirmaciones de la vicepresidenta de que la inflación es resultado del alto endeudamiento y no del déficit fiscal?

-Sus frases económicas están llenas de inconsistencias y errores: bajar la inflación no es fácil, pero para un país como la Argentina es imposible tener inflación baja si no logra corregir el alto déficit fiscal. En los últimos 60 años, el país tuvo 54 con déficit y 6 con superávit; y el ahorro en estos 6 en parte lo logro por haber postergado pagos que luego tuvo que afrontar. Así que hace falta un ancla fiscal que resulte creíble. Con eso solo no alcanza, pero es una condición necesaria. Además, hay que cortar la inercia previa y coordinar las expectativas, porque sin un plan la inflación no va a bajar.


El rescate de los bonos

-¿Cómo califica la decisión del equipo económico de empujar al Banco Central a sostener el precio de los bonos en pesos del Tesoro?

-Es una medida que si la hubiera tomado en un contexto similar el gobierno de Macri habría generado un coro de quejas por empezar. Y, además, confirma otro error conceptual grave que tiene el Gobierno, porque ellos decían que, como se financiaban en pesos, la deuda no importaba. Pero justamente hubo una corrida en ese mercado de deuda en pesos, porque la expectativa de la cantidad de dinero que deben renovar parece ser incompatible con el deseo de los inversores. No hay deuda buena o mala: el déficit fiscal permanente es malo, porque no nos permite tener un mercado doméstico profundo y resolver la dificultad de lograr cierto consenso para que el Gobierno no gaste más que lo que recauda, que la moneda sea sana y que el país tenga una economía más abierta, porque es muy cerrada en sus exportaciones e importaciones respecto de otros países. La idea de crecer con lo nuestro no va; hay que integrarse al mundo de manera inteligente. Son conceptos que para los economistas de Juntos por el Cambio están muy claros, pero que el kirchnerismo no comparte.


Dolarización y herencia

-¿Parte de esas ideas incluyen dolarizar, como dieron a entender algunos importantes dirigentes políticos de ese espacio?

-No lo veo. Hay un consenso en los economistas de Juntos por el Cambio de la necesidad de tener una moneda propia y sana.

-¿Eso significa tener otro régimen monetario?

-Es difícil precisarlo tanto tiempo antes de las elecciones porque no se sabe cuál será la herencia a fines del 2023. Dependerá de cuan grande sea el desastre.

-¿Imagina una herencia peor que la que recibió Macri en 2015?

-Al observar lo que hizo el Gobierno en estos 2 años y medio, la economía que recibirá quien asuma como presidente a fines de 2023 será mucho peor que la que recibió Alberto Fernández en 2019, con más inflación y otros desequilibrios fuertes. Y, sin duda, será peor a la que recibió Macri en 2015, por el salto de 10 puntos de la pobreza, más años acumulados sin crecimiento económico y una inflación que duplicará o triplicará a la del 2015. Así que quien gobierne tendrá un desafío enorme para solucionar todos estos problemas.