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Diario Perfil
25/07/21

Una oportunidad para la universidad

El profesor de la Especialización y la Maestría en Políticas Educativas escribió sobre la reapertura presencial de las universidades.

Por Marcelo Rabossi


A medida que avanzan las campañas de vacunación en el mundo, con casi la mitad de la población de los países centrales inoculada con ambas dosis, la universidad va camino a su reapertura presencial. Si bien al ser acorralada por el covid-19 se adecuó de manera exitosa a la modalidad a distancia, es también hora de que se replantee algunos paradigmas que la mantienen detenida en el tiempo.

La pandemia, que para el sector educativo operó como una especie de experimento forzado, va dejando señales claras. Una investigación de Elizabeth Grewenig nos informa que, producto de la crisis sanitaria, los alumnos en Alemania redujeron sus horas de estudio a casi la mitad. Ese mismo trabajo dejó en claro que los de menor rendimiento previó al covid-19 disminuyeron su dedicación aún más. Así, las ya existentes asimetrías de saberes se siguieron ampliando. En la Argentina, según datos del Ministerio de Educación, el irresponsable y drástico cierre de escuelas sin evidencia científica que  lo avalara provocó que más de un millón de niños perdiese todo tipo de contacto con sus colegios. El retroceso sufrido y su impacto final es fácil de imaginar, ya no hay vuelta atrás, lo perdido, perdido está. Por otro lado, para el sector universitario el cierre operó como el catalizador que lo forzó a avanzar en el tiempo. De la noche a la mañana la universidad dio un salto de al menos una década de cara a la modernidad.

Frente a este nuevo panorama, las oportunidades se multiplican. La modalidad híbrida de enseñanza abre un sinnúmero de opciones. La alternativa ya no será educación virtual o presencial sino ambas operando al mismo tiempo y de acuerdo a las necesidades del alumno y del docente. El objetivo, llegar a un universo más amplio de estudiantes de primera generación y a su vez acortar las brechas de inequidad que impone la modalidad cara a cara entre los sectores de menores recursos. 

Otra cuestión vital será redimensionar el vínculo entre la universidad y el mercado. El actual mundo laboral requiere que el trabajador actualice sus conocimientos de manera constante. Los cambios en los procesos productivos operan a velocidad acelerada tornando obsoletos los saberes  cada vez más rápidamente. Así, las carreras de grado deberán acortarse y los programas de estudio tendrán que ser ajustados para preparar a un profesional con capacidad no solo para adaptarse a los cambios tecnológicos sino para generarlos. Lo más específico deberá ser materia de los posgrados. A su vez, la oferta de microcréditos dentro de la modalidad de extensión se seguirá ampliando. El objetivo, permitir que los trabajadores entren y salgan de la universidad de manera continua durante su ciclo de vida laboral y así mantener actualizados sus saberes. 

A partir de esta dinámica operarán cambios importantes. Ahora, los evaluadores de los conocimientos ya no serán solo las agencias de acreditación, la Coneau para el caso argentino, sino también el propio empleador. En definitiva, la certificación de la calidad del sistema y las competencias de los graduados y trabajadores serán tareas conjuntas del Estado y del mercado. De lo contrario, seguiremos formando políticos, trabajadores, empresarios y científicos para un mundo que ha dejado de existir. 

Ante este desafío, es imprescindible que opere un cambio de visión en nuestra clase dirigente. Si quienes nos gobiernan siguen negando al mercado como elemento coordinador del sistema de educación superior, continuaremos aferrados a un manual de soluciones ideológicas que han llevado a la Argentina a multiplicar la pobreza. Por otro lado, sin la presencia del Estado a partir de un plan de desarrollo y formación de capital humano en áreas claves para el país no será posible la reconversión de nuestra industria para enfrentar la verdadera revolución, no la ideológica setentista que tanto seduce al actual gobierno, sino la 4.0. Solo así ingresaremos al siglo XXI, al mundo dominado por la robótica, la nanotecnología y la inteligencia artificial.            

*Doctor en Educación. Profesor del Área de Educación en la Escuela de Gobierno, Universidad Torcuato Di Tella (UTDT).


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