En los medios

La Nación
11/04/21

Más tecnología y riesgo de mayor desigualdad: cómo será el empleo en la pospandemia

Eduardo Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno y profesor de la Maestría en Políticas Públicas, opinó sobre la importancia de impulsar políticas laborales activas para sostener el empleo del futuro.

Por Gabriela Origlia



El mundo laboral pospandemia será diferente. Así lo afirmó recientemente el Premio Nobel de Economía 2010, Cristopher Pissarides, académico de la London School of Economics. El economista dijo estar convencido de que los viajes de negocios no volverán, de que las videoconferencias llegaron para quedarse y de que al menos el 20% de la jornada laboral será en casa en lugar de estar todo el tiempo en una oficina. Esto último obligará a repensar el diseño de las ciudades, para ofrecer más servicios en los barrios. Entre sus proyecciones, Pissarides destacó que la creación de empleos será menor: si antes del Covid 19 las estimaciones de la OCDE pronosticaban que el 15% de los empleos podían perderse por la automatización en los próximos diez años, la pandemia aceleró ese fenómeno y habría que añadirle otro 5%. ¿Entra la Argentina en estas proyecciones? ¿De qué manera, en todo caso?

En una entrevista con el diario español La Vanguardia, Pissarides señaló que los trabajadores que sean expulsados de determinados sectores deberán buscar reinsertarse en rubros completamente diferentes; puntualizó que la mayor parte de los empleos que se crearon antes del coronavirus exige contacto social. Los del sector sanitario y asistencia seguirán, claro, pero en los hoteles o en las actividades relacionadas con eventos, por ejemplo, no habrá puestos laborales en la cantidad en que podría haberse esperado sin pandemia mediante. Las firmas que operan en el comercio electrónico o en los sectores de servicios que funcionan bien con el teletrabajo, como consultoría o firmas financieras, se estabilizarán.

Según analiza en diálogo con la nación el economista Eduardo Levy Yeyati, la automatización es un “problema de país rico”, aunque apunta que es “cierto” que las empresas aprendieron a trabajar con menos gente y que hoy enfrentan redundancias que aún no se registran como desocupación, dada la prohibición de despidos que rige. Lo mismo pasa, en mayor medida, en el sector público administrativo.

El economista advierte que la hemorragia más dramática no es en el empleo formal sino en el trabajo precario, informal o independiente, que es “muy común” en sectores como el comercio minorista, el esparcimiento o los derivados del turismo que, en ausencia de un régimen laboral de emergencia, recuperarán solo una parte de lo perdido. “Sin políticas laborales activas, en la pospandemia veo menos empleo, menos ocupación en general y un salario real deprimido y desigual”, resume.

A su criterio, los rubros que liderarán la creación de puestos son los vinculados con la economía del conocimiento, aunque el país “ha perdido terreno en relación a los vecinos” y parte de esa mejora “derramará a otros, a través de la diáspora de empresas y de trabajo calificado”.

El director de la Maestría de Administración de Empresas y Aplicaciones Tecnológicas de la Universidad Siglo 21, Jorge Fantín, afirma que la tendencia global es la que marca el Nobel de Economía, a la vez que explica que los expertos están divididos entre los más optimistas y los más cautos respecto de la inteligencia artificial y su impacto en el mundo del trabajo. Para él, la robotización destruye determinados tipos de empleos e influye en la brecha existente entre países ricos y países pobres. Y agrega que eventos catastróficos como una pandemia profundizan las diferencias.

“Para bien y para mal, la Argentina es una isla y cualquier tendencia llega más tarde -continúa-. Las tasas de empleo evolucionarán primero conforme a la economía local, pero en el largo plazo el costo es el atraso, la pérdida de competitividad. Hay sectores que están pensando en cómo se opondrán cuando llegue el futuro”.

Una encuesta internacional de la consultora McKinsey marca que los trabajos mejor pagados son, en un 90%, los que incluyen destrezas sociales, cognitivas y tecnológicas de alto nivel. En cambio, los peor pagos aplican, en el 70% de los casos, esas habilidades en un nivel básico.

Más tarde, pero llega

“América latina en general está más rezagada en lo que hace a la automatización, y la Argentina queda en ese cuadro. Pero en el mediano plazo eso llegará y hay que estar preparados -señala Carla Cantissani, directora de Servicios de la consultora de empleo Adecco Argentina-. La tecnología reemplaza hasta cierto punto a los trabajadores; por ahora la industria más fuerte sigue siendo la manufacturera y el sector primario, pero los cambios arribarán”.

Gustavo Aguilera, director de Talent Solutions y People & Culture de ManpowerGroup Argentina, repasa que la pandemia aceleró la virtualización de los procesos de trabajo, pero su mirada es más cauta a la hora de analizar si reemplazará mano de obra: “La clave es que se requieren nuevas habilidades; hay un cambio en el paradigma sobre las habilidades técnicas y blandas que se exigen para que las personas puedan pensar en estos nuevos procesos. Siempre la demanda del conocimiento humano va a estar presente, lo que está sucediendo ahora se homologa a lo de todas las revoluciones”.

Esas “nuevas habilidades” que priorizan los empleadores son la comunicación asertiva, la capacidad de tomar decisiones rápidas, la creatividad, la capacidad de trabajar en equipo, el espíritu crítico y el pensamiento divergente.

“Están en la agenda de todas las compañías -ratifica Aguilera-. En ese sentido, lo que hizo la pandemia fue poner blanco sobre negro; hay empresas que pudieron ir rápidamente hacia el nuevo esquema y eso mostró la brecha que ya existía. Lo que hay que tener en cuenta es que la velocidad del cambio es importante, incluso en la reformulación de procesos de trabajo reorientados a los clientes y al público interno. Hay muchas prácticas que llegaron para quedarse y, en ese sentido, hay una oportunidad muy grande para acompañar el desarrollo de habilidades ya que el recambio de talentos tiene un costo importante; hay una responsabilidad empresaria en cuanto a capacitar”.

Levy Yeyati enfatiza que el debate de frontera apunta a habilidades lógicas y sociales: la programación es un trabajo del presente; las ocupaciones de cercanías, del futuro. Subraya que la educación para el trabajo “atrasa tanto” en la Argentina que la necesidad de reducir la deserción en el secundario y fortalecer la formación terciaria y laboral “enaniza cualquier el debate sobre las ocupaciones del futuro. En cualquier futuro el trabajador necesitará comprender un texto, hacer cuentas básicas, y trabajar armónicamente con otra gente”.

Fantín comparte esa mirada y agrega un ingrediente más: el de los problemas para invertir en tecnología que afrontan el grueso de las empresas. Entre las que pudieron hacerlo, se aceleró entre 25% y 35% el uso de recursos destinados al rubro, pero la falta de acceso al mercado de capitales es un problema complejo de superar. “No habrá robotización inteligente en el corto plazo pero no estamos exentos; analicemos que aquellos que ya hayan invertido nos van a desplazar. Estamos complicados en el mediano y largo plazo”.

Un estudio de ManpowerGroup muestra que las organizaciones que asumen la transformación digital son hasta 26% más rentables que sus competidores, y que mejoran hasta 12% su valoración de mercado. También se concluye en el informe que el 89% de los líderes empresariales está planeando, probando e imple- mentando iniciativas digitales; que 47% de los CEO inició la transformación digital, y que 34% observó cómo esa transformación contribuye al crecimiento de su negocio. Frente a ese panorama, hace la salvedad de que el liderazgo digital no consiste en reemplazar todos los atributos de efectividad del liderazgo de base, porque el 80% de las competencias y elementos facilitadores que siempre hicieron que los líderes sean efectivos, se mantienen sin alteración, y el resto apunta a capacidades que antes no eran tan necesarias pero que ahora resultan esenciales.

Otro documento de la consultora señala que los trabajadores concuerdan en lo que quieren para el futuro: conservar su trabajo, mantenerse saludables, aprender y seguir desarrollando habilidades y no volver a la antigua forma de trabajar. Sin embargo, parece probable que se produzca una “bifurcación aún mayor dentro de la fuerza laboral”.

Brechas que se amplían

Quienes tienen habilidades que se demandan pueden tomar las decisiones salariales, trabajar de forma remota, evitar los desplazamientos y permanecer seguros en casa. Aquellos con habilidades en declive deben trasladarse al lugar de trabajo y están sujetos a una exposición mayor. El informe identifica al Covid-19 como el mayor cambio de la fuerza laboral y reasignación de habilidades desde la Segunda Guerra Mundial; las que estaban de moda en 2019 podrían quedar obsoletas. El cambio es rápido.

Cantissani reconoce la “preocupación” por la formación en la Argentina y dice que, con la pandemia, buena parte del sistema educativo empezó a digitalizarse para llegar a los estudiantes, aunque todavía deben reacomodarse contenidos. En lo que se refiere al ranking de los perfiles más requeridos, apunta que hay interés en comerciales con formación en análisis de datos y manejo de digitalización. “Esa área se desarrolló y se potenció en el último año y sigue en alza, lo mismo que la atención al cliente desde lo virtual y la logística. Las pymes se sumaron a las empresas con esas demandas.

También se intensificó la búsqueda de trabajadores con formación en farmacia, bioquímica, laboratorio y medicina. Hubo una revalorización de la ciencia y la tecnología. Hacia adelante, en Adecco ven una mayor demanda de servicios de enfermería y cuidado domiciliario. “Esta situación despertó esa idea en muchos jóvenes que estaban con cierto desconcierto laboral; son tecnicaturas de tres años que abren una posibilidad concreta”, describe Cantissani.

Aguilera es más optimista. Cree que la “preparación está”, porque quienes salen ahora al mercado laboral son nativos digitales. “El conflicto está en las generaciones anteriores”, sintetiza. Y dice detectar una mejora de demanda en “todo lo que tiene que ver con servicios y con industria financiera, cuyos requerimientos y perfiles ya estaban modificándose y ahora se aceleró”.

Según datos del cuarto trimestre de 2020, en la Argentina hubo 500.000 personas que pasaron a la inactividad laboral (no trabajan ni buscan) respecto al mismo período del año anterior, mientras que otras 300.000 se declararon desocupadas (buscan activamente empleo y no lo encuentran). En ese período, según datos del Ministerio de Trabajo, los cuentapropistas se incrementaron en150.000, los asalariados (privados y públicos) cayeron en 200.000 y los asalariados no registrados bajaron 750.000. El economista Jorge Colina de la consultora Idesa destaca que los números dan cuenta de que el ajuste se concentró en el sector informal.

En esa línea, Colina señala que la recuperación de la economía por el relajamiento de las medidas sanitarias está activando la recuperación del empleo informal, pero advierte que esa mejora “consolida” un mercado de trabajo fuertemente segmentado: menos de la mitad de los trabajadores es asalariado formal (un tercio, del sector público), mientras que la otra mitad está en el trabajo asalariado no registrado y en el cuentapropismo.

“Que pocas personas en edad activa accedan a un empleo formal tiene connotaciones muy negativas. Expulsa a muchas familias a un estado de alta vulnerabilidad y agrega dificultades severas para financiar el sistema de protección social. No permite mejorar el financiamiento del sistema previsional, el cual es el principal factor desestabilizador de las cuentas públicas por los recursos que demanda al Tesoro nacional. En el sistema de salud de la seguridad social, la falta de financiamiento ha llevado a una situación extrema y riesgosa, como la declaración de huelga de los trabajadores de la salud en medio de la pandemia debido a que los prestadores médicos tienen sus precios muy retrasados”, describe.

La tradicional Encuesta de Expectativas de Empleo de Manpower para este segundo trimestre del año muestra un índice de 2%, un resultado que es tres puntos porcentuales más débil con respecto al período anterior y que no muestra variación en la comparación interanual. Ese valor se obtiene al tomar el porcentaje de empleadores que espera aumentar sus plantillas y restar el de los que proyectan una disminución de sus números de ocupados.

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