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La Nacion.com
22/02/21

El mal de todos los males: el liderazgo egoísta

A raíz de la polémica por las vacunas, Andrés Hatum, profesor de la Escuela de Negocios, escribió sobre los problemas que derivan del ejercicio de un perfil de liderazgo egoísta.

Por Andrés Hatum


El año pasado se publicó un libro que fue un éxito en el mundo anglosajón, The Splendid and the Vile, que cuenta la historia del primer año dramático de Winston Churchill como primer ministro de Gran Bretaña. Hay una escena en el libro de Erik Larson que describe cómo se manejó el líder británico durante la guerra. El autor comenta que el día 4 de junio del año 1940, Churchill dio un discurso en el Parlamento inglés advirtiendo el peligro de Adolf Hitler.

“Llegaremos hasta el final, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla, cualquiera que sea el costo, lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas, ¡nunca nos rendiremos!”.

Esa retórica no fue solamente un discurso, se convirtió en la forma en que Churchill manejó el gobierno durante un momento crucial y difícil para el mundo. El líder británico estuvo cerca de su pueblo, diciéndole la verdad, demostrando un liderazgo fuerte y generoso para sus ciudadanos.

En nuestro país hemos sido testigos del egoísmo llevado al apogeo. El ministro de salud (ex ministro), el señor Ginés González García fue despedido de su cargo por el affaire de las vacunas VIP, como se le dio a llamar al hecho de usar vacunas reservadas para la gente expuesta al virus como aquellos que trabajan en el sistema de salud y los mayores de ochenta años, para el servicio de los amigos del poder.

El periodista Horacio Verbitsky decidió contar sin ningún empacho que había llamado a su amigo (el ministro) y se aplicó la vacuna (en el Ministerio). Eso destapó una olla con olor a podrido donde surgió que existía un vacunatorio para amigos del poder. Según surge de los registros del Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino (SISA), el señor Verbitsky fue considerado “personal estratégico”. Léase, amigo del señor ex ministro.

La decisión acertada fue despedir al que infringe las normas. Más acertado aún sería ir a fondo para entender la asociación ilícita que permitió esa situación. Un cambio de ministro tapa a otro y las aguas podrán calmarse. Pero lo que no cambia es la inmoralidad.

Concebir el poder como una apropiación de lo público es ilegal e inmoral. Los argentinos somos testigos diariamente del uso indebido de los fondos públicos, de nuestros impuestos, y del sectarismo de ciertos grupos que conciben que el Estado es el gobierno y como tal los recursos son propios. Error. El Estado perdura más allá de cualquier gobierno y cuando los gobiernos quieren adueñarse del Estado es el origen de la demagogia populista y autoritaria.

A veces pareciera que vivimos en la Edad Media donde los políticos de turno se creen señores feudales. Éstos eran los grandes propietarios de tierras, quienes constituían la autoridad máxima de sus feudos o comarcas. Ejercían el poder político y hacían las veces de juez, a la par que administrador, líder militar y cobrador de impuestos para la corona. Muchos ministros parecen señores feudales que usan y abusan de su poder. Lo del señor exministro de salud, fue abuso de poder.

Una vez fui Londres, en uno de los tantos viajes que hice cuando viví en Inglaterra, y decidí ir de visita a los Cabinet War Rooms, un complejo histórico subterráneo que albergó el centro de mando del gobierno británico durante la Segunda Guerra Mundial. Una guía me mostró la habitación de Churchill: humilde, sin diferencia respecto a otras de las habitaciones. Me imaginé al líder británico trabajando incansablemente para evitar la invasión del enemigo, pensando en la estrategia para poder derrotarlo, las alianzas necesarias para combatirlo y, al mismo tiempo, dirigiéndose por radio a sus conciudadanos para darles ánimo, para que no desfallezcan, para que aguanten los bombardeos nocturnos que destruían la vida de todos.

Churchill fue un líder que consideró que el liderazgo era servir generosamente a los ciudadanos.

El señor exministro se retiró del ministerio de salud en su auto importado y se dirigió a su hogar, una torre exclusiva en Puerto Madero a seguir con su vida, sabiendo que los argentinos tenemos una memoria muy corta y en poco tiempo otra noticia, de esas que nos dejan perplejos y tristes, tapará su irresponsabilidad e inmoralidad.

PhD y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella. Es autor del libro El Antilíder (Vergara, 2018).