Andrés Hatum, profesor de la Escuela de Negocios, participó del programa Día de Tregua, donde habló de las transformaciones del trabajo que surgieron con la pandemia. El profesor sostuvo que el 2020 “fue un año que demostró que podemos trabajar en casa o donde tengamos ganas de trabajar”, lo que, según él, “es algo muy positivo”. “Los jefes más asquerosos, bestiales, ignorantes y absurdos quedaron expuestos, porque liderar por Zoom es distinto a liderar personalmente. La gente que desconfía y controla se quería morir por Zoom. Definitivamente hubo un cambio muy grande y nos dejó muchas cosas”, explicó.

Hatum sostuvo que fue un año de reflexión donde le ocurrieron varias cosas a las personas: o empezaron a leer o se volvieron “adictos a Netflix”. “Si empezaste a leer más, empezaste a reflexionar más, y hay gente que ahora está diciendo ‘no vuelvo más a la oficina, me voy a trabajar a Tailandia con la computadora y soy un ciudadano del mundo’, sobre todo la gente más joven”, dijo, y agregó: “Los de 40 y pico también se están cuestionando qué quieren para la vida, por lo que fue un año muy cuestionador para todos… no necesariamente porque trabajes en una oficina, sino porque la gente se vio frente al espejo y tuvo tiempo para mirarse y reflexionar sobre quién es uno”.

“Nos dimos cuenta que podemos ser productivos desde cualquier lado”, sostuvo Hatum, “Zoom dijo ‘puedo trabajar de acá para el mundo’”. Aún así, remarcó que no fue así para todos, especialmente para aquellas personas que residen en lugares pequeños o con familia. “Muchas empresas están tomando la decisión de dejar de alquilar torres u oficinas muy caras porque es mucho más barato para ellos y es más fácil proveerles a sus empleados desde sus casas o desde espacios como Wework”, señaló. Además, dijo que “muchas empresas van a cambiar la forma de trabajar y muchas personas van a decidir no trabajar para una empresa en particular y trabajar para todas las que puedan. Sin embargo, explicó que todas estas decisiones están supeditadas a la vacuna”.

También destacó que esto no implica consecuencias positivas para el Estado, que es “el que menos se beneficia”. “Cuando sos ciudadano del mundo, podés trabajar por zoom para cualquiera que te paga en cualquier lado, por lo que te convertís en un evasor serial. Y la Argentina lamentablemente pierde estos tracks”, explicó.