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La Nación
24/09/20

La educación que viene no es "pospandemia", sino "con pandemia"

La profesora del Área de Educación de la Escuela de Gobierno e investigadora asociada del CEPE alertó sobre la importancia del rol social de las escuelas.

Por Claudia Romero



Gurúes de la pospandemia explican cómo será el "día después". Eso podría aportar tranquilidad, pero es ilusorio porque, al menos en educación, no habría tal cosa. La educación que viene no es "pospandemia", sino "con pandemia". Se trata de aprender a convivir con el virus siguiendo con la vida personal y social, lo que incluye a la escuela. Se supone que la escuela es el lugar para aprender a convivir con los otros y con las circunstancias, en este caso la pandemia. El mundo está haciendo eso, retornando a las clases, con temores, pero con cuidados y planificación. El Gobierno y los sindicatos en la Argentina insisten en demorar el reinicio.

Las estimaciones de los países de la OCDE indican que se tardará dos años, en promedio, para recuperar los niveles de actividad económica que se tenía antes de la pandemia. La Argentina requerirá más tiempo. La inmunidad vía vacuna va a demorar al parecer unos cuantos meses; no parece razonable lo que propone el mayor sindicato docente, que es reanudar las clases recién cuando esto ocurra.

Las escuelas quizá nunca debieron haberse cerrado. O al menos no más allá de los primeros quince días de cuarentena, hasta organizarse. Aun sin clases, los edificios escolares debieron estar abiertos con una guardia para proveer los dispositivos y materiales didácticos para la continuidad pedagógica y recibir a las familias que necesitaran ayudas para sostener la educación de sus hijos. Ese faro que es la escuela debe seguir emitiendo luz aun en la peor de las tormentas, después de todo para eso están los faros.

Aprender a convivir con el virus en la escuela implica considerar tres cuestiones. Primero, procurar escuelas seguras, cumplir los protocolos y diseñar escuela por escuela la estrategia del retorno. Esto es responsabilidad de cada provincia y el gobierno nacional debe asegurar los fondos extraordinarios que se requieran.

En cambio, se optó por mantener cerradas las escuelas y entregar material didáctico en los supermercados y, hasta hoy, se abren las escuelas públicas cada quince días, exclusivamente para entregar bolsas con comida. Extraño enroque: repartir material educativo en el supermercado y comida en la escuela. Es hora de ir acomodando las cosas.

Mantener el cierre de escuelas aumenta las desigualdades educativas y sociales, como fue advertido por organismos internacionales. Pero además impacta negativamente en las trayectorias académicas futuras de los estudiantes y, al romper los lazos de socialización, genera desaliento, pérdida de motivación y abandono. El abandono escolar es alarmante. De acuerdo con los estudios que realizamos en la Universidad Di Tella, los niveles de abandono escolar a mitad del año lectivo ya habían superado la media anual con una expectativa creciente de deserción, sobre todo en el nivel secundario. Y ese abandono es desigual; los alumnos en condiciones vulnerables se ven más afectados.

Segundo, tener flexibilidad, estar dispuestos a abrir y cerrar parcialmente cuando sea necesario. Y reconocer que la asistencia de los estudiantes no podrá ser obligatoria, como bien establecieron los ministros de Educación provinciales en el protocolo de regreso. La confianza de todos se irá produciendo a pasos cortos. Tercero, priorizar para el regreso a los estudiantes y los aprendizajes más afectados por el cierre. Por ejemplo, a quienes quedaron desconectados, a los de los últimos años de cada nivel o los talleres de las escuelas técnicas.Hará falta coraje e imaginación para volver a la escuela "con pandemia".

Doctora en Educación. Profesora e investigadora de la Universidad Di Tella


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