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Amigos de la Universidad de Te
27/08/20

Bernardo Kosacoff, sobre el impacto de la pandemia en la economía: "Partimos de una situación estructural complicada que nos va a dejar daños difíciles de medir"

En el 25º Simposio de Economía, organizado por Amigos de la Universidad de Tel Aviv en Argentina, disertaron Bernardo Kosacoff, miembro del Consejo de Dirección y profesor investigador de la Escuela de Negocios; Eduardo Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno y director académico del CEPE y Miguel Kiguel, profesor de la Escuela de Negocios.

Por Amigos de la Universidad de Tel Aviv en Argentina


Bernardo Kosacoff


El 25º Simposio de Economía, organizado por Amigos de la Universidad de Tel Aviv en Argentina, contó con la participación de Bernardo Kosacoff, miembro del Consejo de Dirección y profesor investigador de la Escuela de Negocios; Eduardo Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno y director académico del CEPE y Miguel Kiguel, profesor de la Escuela de Negocios, que discutieron los efectos de la pandemia sobre la economía del país.

“En la pandemia se produce un colapso del nivel de actividad de los más altos de la historia después de toda una década de estancamiento”, dijo Kosacoff, precisó que el nivel más importante de caída se registró en abril, luego en mayo y junio hubo una recuperación, pero en julio surgió un nuevo problema: “En términos desestacionalizados se cortó esta recuperación y hay una caída del 0,5% en comparación con el mes anterior”. Según el economista, esto implica que hubo un rebote que no pudo sostenerse. 

Kosacoff analizó el porqué de esta recuperación y su dificultad de mantenerse en el largo plazo. Uno de los factores sería la diferencia en términos de sectores. Explicó que “hay una cantidad enorme de actividades en donde todavía no están trabajando” y que cuando se mira la industria “vemos exactamente lo mismo, estamos muy por debajo del promedio de los últimos diez años”.

Los determinantes de la recuperación se encuentran, explicó, en cuatro elementos. El primero, en que “los ingresos de alrededor del 30% de la población no se vieron afectados por la pandemia”. Y agregó: “Esta es la gente que pudo mantener su empleo y que sus gastos se han reducido en estos meses, con lo cual ahorraron un poco más de plata. Este es un grupo que dinamiza mucho la recuperación”, explicó.

El segundo elemento es que “una parte importante de la población tiene ahorro en dólares y hubo un cambio muy significativo en términos de cuáles son los precios relativos de un conjunto de bienes medidos en dólares”. Algunos ejemplos serían los automóviles, muebles, electrodomésticos, materiales para la construcción doméstica y demás.

El tercer elemento es la aceleración de las importaciones que apareció porque, ante la falta de producción, era “necesaria la recomposición de los inventarios”. Con estas importaciones, las empresas suponen una aceleración posterior del tipo de cambio oficial. 

Y el cuarto elemento es que “existieron algunos sistemas de financiamiento que favorecieron algunos números”. Kosacoff comentó que esto se produjo en el Ahora 12 y también en sectores de menores ingresos que recibieron un reintegro del 15% de sus tarjetas de débito.

Aún así, para el economista, el problema es que estos motores que permitieron la recuperación no abarcan a toda la población. “En esta pandemia partimos de una situación estructural complicada que nos va a dejar daños que son difíciles de medir pero que tienen fuerza”, dijo, y analizó las caídas registradas en distintos sectores. “El sector formal perdió en términos reales un poco más del 10% de sus ingresos, el sector informal perdió mucho más y no se puede medir y, al mismo tiempo, se han perdido empleos”, dijo, y agregó: “El sector formal tiene la prohibición de despidos, la doble indemnización que lo ha controlado, pero el sector informal y las changas ha sido notablemente afectado. Y lo que vamos a tener producto de esto es una gran y creciente desigualdad”. 

En términos de las empresas, el economista remarcó que “alrededor del 62% todavía está operando con caídas mayores al 25% previo a la pandemia” y que "hay un 31% de las firmas que tiene caídas superiores al 50%”. Luego añadió: “Aparece una creciente morosidad: el 31% no pudo pagar los impuestos, el 21% tuvo incumplimientos financieros, el 17% no pagó el medio aguinaldo, un 16% tiene fuertes atrasos con sus proveedores, un 12% no pagó las tarifas de los servicios públicos y un 8% no pagó los salarios”. Aún así, explicó, se ve una compensación con los ATP que abarca al 42% de las empresas. 

La principal dificultad para atender esta situación surge, explicó Kosacoff, en que “se está cortando su cadena de pagos con los proveedores y tuvieron fuertes requerimientos de mayor necesidad de créditos”. Un 54% de las empresas requirió más crédito, pero solo un 40% pudo acceder al monto necesario.

“La gran pregunta es cuál va a ser la sostenibilidad de la operación”, indicó.

Mientras tanto, Eduardo Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno y director académico del CEPE, expuso sobre cuestiones mayormente estructurales de la economía. “No hace falta ser economista para darnos cuenta de que el producto argentino va a caer entre 11 y 13 por ciento”, dijo, y agregó: “La pregunta en general en relación a la economía real es cuánto va a recuperarse y cuál es la pérdida neta”. Levy Yeyati manifestó que las crisis pronunciadas derivan en crisis financieras que no vuelven al lugar de origen. “Eso implica que no sólo vamos a perder todo lo que perdimos en la caída de ingresos, sino que aparte vamos a volver un lugar que está unos pasos para atrás”, dijo. Según el Fondo Monetario, explicó, sería un “5% del producto, es decir, que si un país cae 10% después recupera 5% más la tendencia”. “Nosotros, que no tenemos tendencia o mejor dicho que tenemos una tendencia negativa, en los últimos diez, doce años, probablemente recuperemos menos que esto”, señaló, y agregó: “¿Por qué? Porque menos quiere decir básicamente que si caemos 12% después recuperamos 5%, 6% el año que viene con suerte”.

Para Levy Yeyati, la recuperación depende de varios factores. El primero tiene que ver con un impulso fiscal: “Cuando se está en una crisis como la cuarentena no tiene mucho sentido tirar dinero de un helicóptero porque la gente está adentro, no consume, hay bares cerrados y por ende no hay dinero que pueda hacer resurgir la economía del turismo o de los restaurantes. Pero cuando uno sale de la cuarentena ahí si el gasto, la reserva, la demanda postergada, hace recuperar un poco la actividad y la inyección de gasto fiscal”.

El segundo factor sería la capacidad ociosa: “Uno cuando entra una crisis hay empresas que dejan de producir pero que tienen todo para hacerlo, entonces cuando la demanda se reactiva vuelven a producir y recuperan gran parte de lo que perdieron porque la capacidad está ahí. Esto es un gran enigma en Argentina porque va a depender mucho de cuántas empresas sigan ahí cuando adelantemos la cuarentena o cuando reduzcamos el distanciamiento”. Esto depende, explicó, de cuántas empresas quiebren y de si hay algún mecanismo para que esas quiebras se limiten y, eventualmente, las empresas puedan recibir una inyección de capital.

El tercer factor se relaciona con la demanda global. Para el economista, debería haber una recuperación en este punto principalmente desde el sector de los alimentos, “quizás la única de todas nuestras exportaciones que, por lo pronto, no ha sido tan golpeada y que a futuro posiblemente sea beneficiada en términos relativos a la agroindustria”. “Pero quizás el principal temor es que el gobierno tiende a redistribuir de esta forma: a los que le va bien les saca un pedazo y se lo pone a los que no tienen mucho recorrido y no mucho futuro. Y al hacer eso en vez de potenciar el impulso que toman los sectores más dinámicos para traccionar el resto, hace exactamente lo contrario”, analizó. “Va a depender mucho de qué tan inteligente sea el gobierno para potenciar el sector de alimentos para que este sector pueda a su vez explotar la demanda externa y nos ayude a salir”, dijo.

El cuarto elemento y el principal se refiere a la inversión privada. Esto se debe, según Levy Yeyati, a que la inversión y el gasto público se encuentran limitados por la falta de recursos. “Las dos monedas que tiene el gobierno para impulsar la recuperación tienen que estar seleccionadas de manera tal que catalicen la inversión privada”, dijo, y agregó: “Si uno apoya sectores que están condenados a la reducción más estructural, sectores en donde, después de la salida del distanciamiento, nosotros percibimos y el inversor percibe que no se van a recuperar totalmente, difícilmente atraigan inversiones privadas no importa qué mensajes de protección el gobierno lance”. Entonces, para el economista, “estratégicamente vale la pena elegir los sectores en donde el peso que yo pongo de promoción de exención, de tasas subsidiadas, de lo que sea, me ayuda a atraer capital privado, sin el cual la recuperación va a ser mucho más pobre incluso de lo que yo anticipo”. 

La conferencia completa, acá: