En los medios

Los Andes
14/08/20

Sostener la escuela entre todos

"La pandemia se presenta como una oportunidad para volver a pensar la alianza entre la escuela y la familia", afirma Claudia Romero, profesora del Área de Educación e investigadora asociada al CEPE.

Por Claudia Romero

La pandemia es una enfermedad que desnuda, pone al descubierto lo que hay. Ese es el primer síntoma: muestra las desigualdades y los conflictos que ya existían y que hoy se hacen más visibles. También muestra oportunidades impensadas.

Las estrategias que siguieron las escuelas se apoyaron en dos factores: por un lado que hubiera dispositivos y conectividad en las casas y, por otro, que hubiera una familia, un adulto responsable capaz de acompañar la escolarización remota de emergencia. “De emergencia” porque, a diferencia de la educación a distancia, aquí nadie se preparó para esto y todos estamos aprendiendo. Estos dos factores pueden llevar a acrecentar las desigualdades que ya existían. Aquellos que tengan familia que los acompañe, conectividad y dispositivos van a sacar ventaja al resto.

En cuanto a la desigualdad en el acceso a los recursos tecnológicos, la brecha es enorme. En Argentina poco más de un tercio de la población está en condiciones de realizar actividades sincrónicas y, según el Observatorio Argentinos por la Educación, 1 de cada 5 alumnos de primaria no cuenta con acceso a internet en su hogar.

Este acceso desigual definió escolaridades también desiguales en todo el país. Algunas que sólo contaron con un celular y carga de datos a cuenta gotas, donde sólo podían realizarse actividades aisladas y asincrónicas por WhatsApp y otras a través de conexiones de buena calidad a Internet y uso de plataformas como Zoom que intenta replicar la escena presencial con todos los alumnos al mismo tiempo trabajando con el docente.

Pero la pandemia trajo también oportunidades. Una de ellas es el reencuentro entre la escuela y la familia. En este contexto, ambas instituciones se redescubrieron y la dinámica puso de relieve un trabajo conjunto que se hizo imprescindible.

Escuchamos decir a algunas madres en Mendoza que, como ellas no hicieron la secundaria, no podían ayudar a sus hijos con las tareas. No sabían los contenidos escolares, pero supieron que era importante acompañar: estar cerca, procurar espacios y silencio, dar ánimo, estar acompañando a sus hijos y sosteniéndolos en la escuela. Y es lo que estuvieron haciendo.



Una docente jujeña me contaba que hace muchos años que no le hacen regalos para el día del maestro pero que este año para el 1 de mayo, día del trabajador, comenzaron a llegarle decenas de mensajes a su celular. Eran padres y madres diciéndole “gracias”. La pandemia posibilitó hacer más visible su esfuerzo y también el reconocimiento.

La pandemia se presenta como una oportunidad para volver a pensar la alianza entre la escuela y la familia. Escuela-familia es una alianza antigua, y la escolarización remota invita a profundizar la confianza mutua y los lazos de cooperación. Nos estamos encontrando con una comunidad de adultos que contiene y que sostiene valores compartidos. ¿Continuará esta alianza en el regreso a la escuela en la nueva normalidad?

Una de las grandes enseñanzas que estamos dándoles a los chicos en medio de esta excepcional situación, es precisamente esta colaboración. El mundo se ha detenido pero la escuela continúa sostenida por padres, madres y maestros. Esta es una enseñanza de resistencia y la pregunta es ¿qué resiste? la escuela, como metáfora del futuro, sostenida por el vínculo con la familia.

Entonces la oportunidad también es ir más allá de la idea de simple conectividad tecnológica. Si bien se necesita garantizar el acceso a las tecnologías para todos los alumnos y todos los docentes, es bueno el momento para asegurar una conexión más profunda con las familias, una conexión comunitaria para sostener la escuela entre todos.