En los medios

Clarín
6/08/20

Escuelas-Zoom y Estado ausente

La profesora del Área de Educación de la Escuela de Gobierno e investigadora del CEPE opinó sobre el impacto de la pandemia en el sistema educativo e identificó cuatro prioridades para incluir en la agenda nacional.

Por Claudia Romero


Ilustración: Daniel Roldán

Al sistema educativo argentino el hisopado le dio positivo y no es asintomático. Millones de estudiantes desconectados. Familias y docentes extenuados por el titánico esfuerzo para sostener la “continuidad pedagógica” sin recursos materiales y culturales suficientes. Aprendizajes improbables.

Escuelas privadas en peligro de extinción. Edificios que no soportan los requerimientos de la nueva normalidad y la certeza de que muchos alumnos no volverán a clase. Organismos internacionales advierten sobre los efectos del cierre de escuelas en el crecimiento de la pobreza y la desigualdad en el hemisferio sur. Se estima que en Argentina el impacto ya equivale a la pérdida de un año completo de aprendizaje.

Es invalorable el compromiso de tantos docentes y estudiantes; la abnegación de familias que acompañan aún desde su precariedad. También, las acciones de algunos gobiernos provinciales y las innovaciones de ciertas escuelas. Pero no alcanza, el tejido escolar está dañado.

Argentina no tuvo un plan nacional para afrontar la emergencia educativa que desataría la pandemia y la extendida cuarentena, como sí tuvieron la mayoría de los países de América Latina, según informa la UNESCO.

Aquí, las escuelas fueron obligadas a reconvertirse en 48 hs., sin condiciones para hacerlo. ¿Por qué tanto descuido con la Educación? ¿Por qué no se aceptó su fragilidad, como si se enfocó el sistema de salud con políticas para evitar su colapso?

El Ministerio de Educación Nacional, en cambio, buscó producir contenidos; cuadernillos y material audiovisual que, más allá de las polémicas por su calidad, intencionalidad política y distribución, se superpusieron con los generados por las provincias, desperdiciando, además, los millones de libros que la industria editorial tenía disponibles.

Los estudios que realizamos en la Universidad Di Tella en escuelas de Ciudad y Provincia de Buenos Aires muestran que el abandono ya es mayor al de todo un año escolar completo, y se vislumbra un futuro sombrío de deserción, sobre todo en secundaria.

Descubrimos dos formatos segregados según nivel socioeconómico de los alumnos. Por un lado, “las escuelas WhatsApp” para los más vulnerables, con frecuencia de conexión entre docentes y alumnos de una o dos veces por semana, si las familias pueden pagar datos para sus celulares y donde el 21% de los docentes no tienen Internet.

Por otro, “las escuelas Zoom” con clases diarias que replican la presencialidad y donde todos disponen de conectividad y computadoras. Los materiales oficiales tienen escasa relevancia en las escuelas estudiadas; menos de un tercio de los alumnos más vulnerables utilizan los cuadernillos del Ministerio y solo el 2% usa plataformas oficiales. Ninguna de las escuelas usa contenidos gubernamentales de la Televisión y la Radio.

La política educativa nacional estuvo ausente. Ahora no puede limitarse al cabildeo de la reanudación de las clases, que es incumbencia importante de cada provincia. La agenda nacional tiene al menos cuatro prioridades de corto plazo con impacto futuro: 1) Infraestructura y Conectividad. Garantizar que todos los alumnos y docentes tengan dispositivos y conectividad suficiente, ya que las escuelas seguirán por un tiempo con semipresencialidad y, sin condiciones, la brecha educativa se agravará.

Más de 76.000 académicos y referentes, desde Graciela Fernández Meijide hasta Juan Grabois firmamos un petitorio para que esto sea atendido. En el contexto actual la ley obliga al Ministerio a asegurar la adecuación de los edificios escolares y dotar de recursos tecnológicos a todos. No se resuelve con créditos personales que escuelas y docentes paguen de su bolsillo.

2) Rescate de los alumnos abandonados. Crear un programa nacional con capacidad técnica y financiera para identificar, buscar y reinsertar a los alumnos que quedaron afuera. Y hacer cumplir la ley de Cédula Escolar Nacional que exige un registro nominal de alumnos en todas las provincias, y que hoy cumplen unas pocas. Eso permitiría el seguimiento de trayectorias escolares de todos los estudiantes.

3) Escuelas privadas: Dado que el sistema público no alcanza a cubrir la demanda, urge que el Estado Nacional sostenga con subsidios a aquellas escuelas de gestión privada en situación de cierre inminente y que son, justamente, las que atienden a sectores muy afectados por la cuarentena. Debe hacerlo en defensa del derecho a la educación y sin maniobras confiscatorias.

4) Resultados de aprendizaje: Informar los resultados del operativo de evaluación “Aprender” del año pasado. Aunque se trata de una información limitada, es la última foto de los logros de aprendizaje de los alumnos argentinos y servirá para valorar la situación pos-pandemia. Esa información no le pertenece al Gobierno, como la del INDEC, es de los ciudadanos. Sería deseable, además, que, como exige la ley, explicite y fundamente la política de evaluación y mejora del sistema educativo para los años venideros.

Más que nunca, la Educación necesita un Estado Nacional presente, capaz de cumplir la ley.

Claudia Romero es profesora e investigadora de la Universidad Torcuato Di Tella


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