En los medios

La Nación
3/08/20

Alumno rico, alumno pobre. La pandemia está generando una catástrofe educativa

Claudia Romero, profesora del Área de Educación de la Escuela de Gobierno e investigadora del CEPE, analizó el impacto de la pandemia en la escolarización de los alumnos más vulnerables.

Por Alejandro Horvat
Los días de Paula Reutercecchetto son bastante agitados. Es docente en cuatro escuelas públicas de Quilmes y tiene a su cargo 12 cursos entre cuarto, quinto y sexto año. Si bien la metáfora guerrera sobre aquellos que están en la primera línea de batalla contra el coronavirus se suele referir a los trabajadores de la salud, ella también le pone el cuerpo a la lucha contra la pandemia. Sabe que está en juego la escolarización de sus alumnos. Hace malabares para mantenerlos conectados a las materias que dicta, aún cuando los chicos casi no tienen internet, una computadora para ver el material de estudio, o un adulto que les explique el contenido de los cuadernillos que entregó el Estado.

En casi todos los casos, sus alumnos son de familias humildes. Cada vez que prepara una actividad, como no todos saben usar la misma plataforma y también varía la capacidad para descargar archivos que tiene cada alumno, la difunde por Whatsapp, Facebook, Google Classroom o envía capturas de pantalla por mail. También explica el contenido por Zoom, pero de una clase de 30 alumnos, por lo general, solo se conectan siete. Algunos jamás responden los mails, tampoco los mensajes y no entregan las tareas. Para muchos, permanecer en sus casas para protegerse del COVID-19, también significa aislarse del sistema educativo. De a poco, se van quedando al margen de un camino que difícilmente puedan retomar.

"Más que nunca, quedó en evidencia la brecha digital. Solemos mandar clases grabadas o videos de interés, pero los que no tienen datos no pueden hacer estas actividades, entonces pasó a ser algo complementario. Los chicos se frustran. También sucede que algunas familias tampoco quieren usar los cuadernillos del Gobierno porque los mismos padres dicen que no están capacitados para ayudarlos", se lamenta Reutercecchetto.


Paula Reutercecchetto es docente en cuatro escuelas públicas de Quilmes, tiene a su cargo 12 cursos y hace esfuerzos para lograr que sus alumnos se conecten

Paula Reutercecchetto es docente en cuatro escuelas públicas de Quilmes, tiene a su cargo 12 cursos y hace esfuerzos para lograr que sus alumnos se conecten. Fuente: LA NACION - Crédito: Santiago Hafford


"La pandemia es una experiencia traumática. Tendremos aulas más desiguales y va a aumentar la deserción escolar", asegura Nicolás Trotta, ministro de educación de la Nación.

Ayer, docentes, directivos y personal no docente en Catamarca y Santiago del Estero, iniciaron un proceso de reacondicionamiento de los establecimientos educativos para que los alumnos de zonas rurales regresen a las escuelas el 18 de este mes. Mientras que el próximo lunes, en San Juan, volverán a abrir 700 escuelas en 14 distritos de los 19 que tiene esa provincia, según indicaron fuentes del Ministerio de Educación de la Nación.

Según estimaciones de la Encuesta de la Deuda Social Argentina del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia (UCA), en el tercer trimestre de 2019, el 48,7% de los chicos de entre cinco y 17 años, no contaba con una computadora en su hogar, y el 47,1% no tenía servicio de internet fijo en la vivienda. El 78% del déficit en el número de computadoras impacta en el 25% más pobre de la población.

Fácil adaptación

Gabriela Goldberg es contadora, al igual que su marido. Tienen dos hijos, Nicolás, de 11 años, y Lara, de 15. Él cursa en el Instituto Alas, en Villa Crespo, y ella va al Escuela Martín Buber, en Palermo, dos colegios privados.

Gabriela Goldberg es contadora, tienen dos hijos y cuenta con dos notebooks, internet de 100 megas e impresora

Gabriela Goldberg es contadora, tienen dos hijos y cuenta con dos notebooks, internet de 100 megas e impresora. Crédito: Foto cedida

Dice Goldberg, sobre la escuela en la que Nicolás es alumno, que en la primera semana de clases de este año lanzaron una aplicación para reemplazar el cuaderno de comunicaciones. Cuando comenzó la cuarentena, los docentes empezaron a enviar el material a través de esa plataforma, pero colapsó a los tres días. Ahora usan Google Classroom y Zoom. Todos los días hay una o dos videoconferencias en donde les explican los temas a tratar.

"Fue fácil la adaptación porque se notó que los docentes estaban capacitados para usar estas herramientas. También brindaron clases de ayuda para los chicos que no supieran usar las plataformas. Hay mucha comunicación entre los padres y las autoridades", describe Goldberg.

En cuanto al colegio de Lara, también usan Google Classroom y Google Drive. "Tanto Lara como sus amigos manejan muy bien estas herramientas, hacen videconferencias entre ellos y se explican las cosas entre los compañeros. A Nicolás todavía le doy una mano con algunas materias, aunque cada vez menos. Me resulta fácil ayudarlo, no tengo problemas para entender el contenido".

Ellos están pasando el aislamiento social obligatorio en un barrio privado. Cuentan con dos notebooks, internet de 100 megas y un objeto más que, según Goldberg, es fundamental: la impresora. Y, de hecho, lo es. Reutercecchetto y sus colegas también imprimen las tareas para los alumnos con dinero de sus bolsillos y entregan las impresiones cuando los chicos van a buscar el bolsón de alimentos a la escuela.

Gloria Victoria Espinoza, de 33 años, vive en Cuartel V, en Moreno, un barrio que está a 30 minutos del asfalto, "olvidado", según lo que dicen sus vecinos. Tiene dos hijos, Alejandra, de dos años, y Dorian, de nueve. Habla con LA NACION en medio de la oscuridad más absoluta, cuenta que en el último mes se le cortó la luz unas 20 veces. Hace menos de una semana pudo conectar internet en su casa, antes tenía que ir a lo de su vecina para bajar las tareas al celular. "No quedaba otra que hacer eso porque las profesoras no están tomando las actividades de los cuadernillos del Estado".

Las cifras de la desigualdad



Pero salir era un riesgo. Sostiene que en los últimos meses la inseguridad recrudeció y los mismos vecinos tuvieron que salir a buscar a los ladrones para frenar la ola de robos. También temen por el coronavirus. Dorian asiste a la Escuela N°84.

"Hay varios alumnos que quedaron colgados por las condiciones en las que viven y hace tiempo que ya no siguen las clases. Muchos padres ni terminaron el primario, por lo que no los pueden ayudar. La situación es compleja en todo sentido. Hay mucha necesidad, por ejemplo, dos veces por mes vamos al colegio a las 5 para buscar el bolsón de comida. Para muchas familias ese bolsón es la diferencia entre comer y no comer", relata Espinoza.

Alejandra, de dos años, y Dorian, de nueve, son los hijos de Gloria Victoria Espinoza. Todos viven en Cuartel V, en Moreno

Alejandra, de dos años, y Dorian, de nueve, son los hijos de Gloria Victoria Espinoza. Todos viven en Cuartel V, en Moreno. Fuente: LA NACION - Crédito: Daniel Jayo

Este contraste, también está plasmado en las cifras de las pruebas Aprender 2018 sobre los chicos en el nivel primario. Los números muestran que, en los sectores con mayor poder adquisitivo, el 99,45% tiene internet en la casa, mientras que, en los sectores vulnerables, el 61% no tiene conexión. Según esa misma evaluación, el 90,55% de los alumnos de escuelas privadas tiene una computadora en la casa, mientras que en las públicas esa cifra desciende hasta el 70%.

Catástrofe educativa

Alejandro Artopoulos, director del centro de innovación tecnológica de la Universidad de San Andrés, tiene una visión pesimista sobre el futuro de la educación en el país: "De continuar estas condiciones, es posible que la situación derive en una catástrofe educativa. No quiero hacer futurismo, pero las desigualdades que experimentamos estos meses se van a profundizar. No se está comprendiendo la influencia que hoy tiene la tecnología en la continuidad pedagógica. En la historia reciente, jamás se invirtió en la cantidad ni en la calidad requerida. Y nada indica, por ahora, que vaya a cambiar".

Según un informe del Observatorio Argentinos por la Educación, con la autoría de Artopoulos, en los últimos años el país ha mejorado el acceso a internet en los hogares. Según datos del Ente Nacional de Comunicaciones, en el primer trimestre del año 2014 el 49,6% de los hogares contaba con acceso a internet fijo. Los datos más recientes, del tercer trimestre de 2019, muestran que el porcentaje pasó a 62,8%. La velocidad de esa conexión también mejoró: pasó de 3,6 mbps en 2014 a 28,3 en 2019.

Pero, actualmente, hay siete provincias donde un tercio o más de los estudiantes no cuenta con conexión en su casa: Santiago del Estero (40,7%), Formosa (37,7%), San Juan (36,1%), Catamarca (35,0%), Misiones (35,0%), Chaco (33,5%) y Corrientes (33,3%).

En comparación con la región, el porcentaje de estudiantes que asisten al secundario y cuentan con internet en la Argentina (84,1%), es inferior al observado en Brasil (91%), Chile (90%) y Uruguay (88%), pero supera los valores de México (72%), Colombia (72%) y Perú (58,0%).

El plan Conectar Igualdad , que entregaba netbooks a los estudiantes secundarios, nació en 2010 y fue suspendido en 2018 durante el gobierno de Mauricio Macri, para ser reemplazado por el plan Aprender Conectados.

Más allá de las diferencias en el enfoque entre ambos programas, en muchos casos llevaron internet a las escuelas para que los chicos pudieran usar las tablets o netbooks. Pero en este contexto de pandemia, como buena parte del alumnado no tiene internet en la casa, esas máquinas no sirven prácticamente de nada. Además, las netbooks entregadas ya son casi obsoletas.


Gloria Victoria Espinoza, de 33 años, vive en Cuartel V, en Moreno, tiene dos hijos y muchas dificultades para que ellos puedan seguir las clases

Gloria Victoria Espinoza, de 33 años, vive en Cuartel V, en Moreno, tiene dos hijos y muchas dificultades para que ellos puedan seguir las clases. Fuente: LA NACION - Crédito: Daniel Jayo


"Esto nos pone en el mismo lugar que Malasia, Singapur, Reino Unido y Estonia", dijo Macri el año pasado, durante la presentación de Aprender Conectados.

Docentes sin computadoras

La situación es compleja para los alumnos, pero también lo es para los docentes, que, en gran parte, por los salarios magros que cobran, tampoco cuentan con las herramientas para llevar adelante las clases a distancia. Un informe dirigido por Claudia Romero, profesora e investigadora de la Universidad Torcuato Di Tella, en donde se estudiaron 150 escuelas de la ciudad y provincia de Buenos Aires, determinó que el 21% de los docentes de las escuelas desfavorables (es decir que el 25% de su población es vulnerable), no tienen internet en la casa.

Según la especialista, en plena emergencia sanitaria, esto deriva en la "whatsappización" de la educación, en donde, por medio de esta aplicación que funciona con el celular y no consume muchos datos, se envían mensajes con consignas, ejercicios y textos breves para leer, pero no permite actividades sincrónicas. Según otro estudio a nivel nacional del Observatorio Argentinos por la Educación, solo el 51% de las primarias estatales mantienen contacto diario con los alumnos durante el aislamiento, y el 81,6% solo utiliza actividades asincrónicas, sin que exista un ida y vuelta con el docente.

En las escuelas que trabajan con alumnos de mayor poder adquisitivo, en cambio, utilizan como principal herramienta Zoom, u otras aplicaciones similares, para realizar videoconferencias que intentan replicar la escena de la clase presencial.

"Algunos alumnos quedaron totalmente afuera y los escolarizados participan de modelos pedagógicos muy desiguales: whatsappización para unos y zoomificación para otros. La escolarización remota impacta en todos los alumnos, pero los más vulnerables han quedado desenganchados, abandonados o expuestos a una escolaridad de baja intensidad. Es probable que un porcentaje importante no regrese a la escuela", señala Romero.

País desigual

Por su parte, el ministro Trotta sostiene que la Evaluación Nacional del Proceso de Continuidad Pedagógica, les servirá para tomar decisiones en el corto, mediano y largo plazo. El jueves pasado se entregaron los primeros datos de esa evaluación, y reveló que menos de la mitad de los hogares tiene acceso a Internet de buena calidad en la señal, y tres de cada diez no tiene conexión fija.

"Es un país muy desigual. Hasta el momento, imprimimos más de 30.000.000 millones de cuadernillos y produjimos más de 1300 horas entre radio y televisión con programas destinados a la enseñanza. Además, está la plataforma Seguimos Educando, a través de la cual se puede navegar de manera gratuita. Respecto de la deserción escolar, impulsaremos un plan nacional con el objetivo de contener esa situación e ir a buscar a los chicos para que vuelvan a las clases. Pero la inversión en educación, como también el número de computadoras que se repartieron, cayó estrepitosamente durante el gobierno de Macri. La desigualdad educativa no nació con la pandemia".

Entre otros colegios, Ramiro Lescano es profesor de matemática en la Escuela de Educación Secundaria Técnica General Enrique Mosconi, en Quilmes. Lamenta que, en promedio, suelen conectarse a las reuniones por Zoom solo seis sobre una clase de 30 alumnos. Por la coyuntura, no les pone fecha de entrega a las actividades. "Hoy puedo corregir un trabajo que di en abril. Creo que cuando volvamos a clases vamos a tener que ver todo de vuelta", sostiene Lescano.

Mientras que Adrián Moscovich, director ejecutivo de ORT Argentina, que cuenta con dos escuelas privadas en la Ciudad, resalta que crearon su propio campus virtual hace más de 20 años: "La vocación de nuestra escuela es aprender y enseñar, incluyendo nuevas tecnologías. Hoy, el campus es nuestra principal plataforma para llevar a cabo el proceso de aprendizaje a distancia. Allí acceden a diario todos nuestros estudiantes y docentes".

La pandemia que hoy afecta al mundo, va a repercutir en los alumnos argentinos de distintas maneras. Para algunos, solo va a ser un recuerdo poco felíz, pero, para otros, tal vez represente el punto final de su escolarización. Aún es difícil determinar el daño que va a provocar, aunque casi con certeza, las desigualdades del presente, serán también las del futuro.