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Clarin.com
29/07/20

Estados Unidos está cruzando líneas rojas

El profesor del Dpto. de Ciencia Política y Estudios Internacionales identificó algunas señales de alarma en el gobierno de Donald Trump que alertan sobre peligros para la calidad democrática norteamericana.

Por Juan Negri


29 de julio, 2020, Portland, Estados Unidos. Protestas contra la represión e incidentes con las fuerzas policiales federales, enviadas por el presidente Trump para sofocar disturbios. Foto: Mark Mckenna/ZUMA Wire/dpa

Una de las cuestiones más complejas para el análisis político en el mundo actual es definir cuándo un país que está atravesando serios problemas democráticos finalmente ingresa en el campo de los regímenes autoritarios. En décadas pasadas era más sencillo identificar el quiebre: tanques en las calles, aviones bombardeando palacios presidenciales y Jefes de Estado uniformados no dejaban lugar a dudas. Actualmente es más común el deterioro de las democracias desde adentro.

Gobiernos elegidos democráticamente que progresivamente van limando los derechos civiles y políticos hasta transformar el régimen competitivo original en un autoritarismo. Ante este escenario, resulta más difícil identificar el momento en que un país deja el campo de la democracia.

¿Cuántas detenciones (digamos) “arbitrarias” tolera una democracia? ¿Cuándo una violación de los derechos individuales deja de ser un lamentable hecho aislado para transformarse en el modus operandi habitual de un régimen represivo? ¿Cuándo una democracia deja de estar “funcionando mal” y pasa directamente a dejar de ser una democracia? Estos interrogantes no tienen fácil respuesta. La frontera definitiva es imposible de determinar.

Lo que los analistas políticos intentan entonces es identificar una serie de señales de alarma que anticipan una posible amenaza a la continuidad democrática. Cuando fue electo Donald Trump en noviembre de 2016 Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, dos académicos estadounidenses, publicaron un influyente libro titulado “Cómo mueren las democracias” donde repasan varios de estos deslizamientos hacia el autoritarismo en la historia e intentan identificar estas señales.

La elección de Trump, con sus habituales faltas a la verdad, sus esfuerzos por polarizar el debate público, sus amenazas a que no reconocerá una eventual derrota electoral, sus ataques a la prensa, su utilización de los poderes estatales para investigar a sus oponentes y su creencia de que el Presidente se encuentra por encima de la ley inquietó a varios analistas.

Efectivamente, Trump parecía estar llevando la praxis política estadounidense a extremos inéditos. Por supuesto, más allá de la elogiada versión que tiene de sí misma, la democracia estadounidense no estuvo exenta de problemas en el pasado, con la tolerancia de la esclavitud y la segregación en el sur y los habituales problemas de racismo policial. Pero es cierto que la política “nacional” se conducía dentro de límites bastante autocontenidos. Levitsky y Ziblatt señalaron que Trump efectivamente parecía ser una amenaza a la democracia.

Esta hipótesis parece confirmarse. Hasta estos días los excesos de Trump parecían exageraciones de politólogos. Pero este último mes el gobierno estadounidense ha cruzado una línea roja. En junio de 2020, la administración Trump creó mediante orden ejecutiva una nueva fuerza federal a la que se le permite intervenir en los estados sin su permiso.

Durante julio esta fuerza actuó mediante vehículos sin patente y oficiales no identificados en varias ciudades tales como Portland o Seattle. Aunque esto generó indignación nacional, el presidente Trump amenazó con futuros despliegues en ciudades gobernadas por “demócratas”.

Grupos vinculados con la defensa de las libertades civiles (tales como la American Civil Liberties Union) manifestaron su preocupación por la inconstitucionalidad de estas medidas. Sin embargo, el martes 28 de julio circuló un video de un civil detenido por agentes no identificados y subido por la fuerza a una camioneta anónima, esta vez en la ciudad de Nueva York.

Estados Unidos ha cruzado una línea. Y esto está lejos de ser un detalle histórico en un país ajeno al nuestro. Un eventual descenso al autoritarismo en aquel país tendría efectos geopolíticos importantes en la región, especialmente fortaleciendo a los adláteres regionales de Trump y legitimando ese tipo de acciones. Tenemos que estar más alertas que nunca para prevenir sus efectos en nuestra región.

Juan Negri es politólogo (UNSAM-UTDT)