En los medios

La Nación
24/07/20

Necesitamos pensar en la vuelta de las escuelas

Los profesores del Depto. de Ciencia Política y Estudios Internacionales reflexionaron sobre el efecto que puede tener la ausencia prolongada de los niños de la escuela.

Por Por Guadalupe Rojo y Juan Negri


La cuarentena que estamos atravesando buena parte de los argentinos ha alterado significativamente nuestro estilo de vida. Todo se ha visto atravesado por una "nueva normalidad". A la vez, se entrecruzan en el debate público distintas visiones sobre su duración, sobre sus efectos o su extensión.

Hay un tema, sin embargo, que creemos que está sorpresivamente ausente: no estamos discutiendo el efecto que puede tener la ausencia prolongada de los niños de la escuela. En nuestro hemisferio este tema reviste una gravedad mayor que en el hemisferio norte, donde la cancelación de clases durante la primavera no tuvo un efecto tan dramático sobre el ciclo lectivo. Pero aun así, en otros países la presión parental para un rápido retorno a las aulas y el llamado de atención sobre la situación de los niños y su invisibilización fue muy notorio (así ocurrió en el Reino Unido y en Australia, por ejemplo).

Algunas razones para esta ausencia del debate público pueden ser la baja incidencia del Covid-19 entre los niños y la obvia incapacidad de los mismos de transformarse en un grupo de presión o incluso verbalizar su malestar en el caso de los más pequeños. Tal vez en nuestro país la percepción negativa de las escuelas y de la educación ayuda a esta situación. De acuerdo con la encuesta de satisfacción política y opinión pública (ESPOP) de la Universidad de San Andrés, la educación es uno de las últimas preocupaciones de los argentinos durante la pandemia; y solamente tres de cada diez argentinos evalúan positivamente al sistema educativo, según una encuesta de CIS-UADE y Voices de 2018. Por último, la ausencia de clases implica un costo difuso y abstracto: vemos los comercios y restaurantes cerrados, pero los efectos de la ausencia de clases no son inmediatamente visibles.

Pero los especialistas ya han advertido que el desarrollo físico, mental y emocional de los niños se verá muy impactado. Según estudios del Banco Interamericano de Desarrollo y de UNICEF, se espera un aumento de la mortalidad, morbilidad y pobreza infantil. El efecto será además profundamente desigual. Las capacidades parentales, la conectividad y la disponibilidad de tecnologías impactan peor en los hogares con menos recursos, lo cual llevará a una mayor brecha socioeconómica en desarrollo infantil. En los sectores de menos ingresos veremos mayor deserción y pérdida de capital humano.

A nivel más general, los efectos educativos son también preocupantes. Aunque carecemos de datos para nuestro país, estudios que se realizaron en Estados Unidos señalan que las capacidades y conocimientos de los estudiantes disminuyeron con las cuarentenas, sobre todo en los de menores recursos. Con base en una metodología desarrollada por el Banco Mundial, es posible estimar que en Argentina el cierre de las escuelas durante cinco meses deriva en una pérdida de casi un año de aprendizaje. El valor sería aún más alto para los quintiles más pobres. A pesar del esfuerzo del personal docente, de las madres (que son las que habitualmente se encargan de estas tareas y ven así duplicado su trabajo) y de los mismos niños, la educación a distancia no alcanza. Así, la Asociación Estadounidense de Pediatría ha recientemente recomendado que el gobierno haga esfuerzos ingentes por garantizar una rápida vuelta a las aulas.

En nuestro país estas preocupaciones han quedado subsumidas a la necesidad de una cuarentena, aun cuando los niños parecen ser muy bajos transmisores de la enfermedad. Es difícil de entender la razón por la que escuelas de localidades apenas tocadas por el virus tuvieron que cerrar. En algunos de estos lugares (tales como pueblos y localidades rurales) es aún más imperiosa la necesidad de abrir las puertas de las escuelas.

Creemos que es un buen momento para comenzar esta discusión y analizar respuestas gubernamentales a los problemas que mencionamos. La prestación de los servicios de atención a la primera infancia es clave para mitigar los impactos de la crisis en la niñez. Los Centros de Primera Infancia y las escuelas en los barrios populares necesitan abrirse. Y en el AMBA, además de discutir la vuelta progresiva de la actividad económica, necesitamos pensar en la vuelta de las escuelas.