En los medios

Perfil.com
2/06/20

Diez millas y treinta años

El Licenciado en Estudios Internacionales analizó la imagen de Estados Unidos entre la opinión pública global en un contexto de fuertes convulsiones internas en ese país.

Por Bruno Fanelli


Caso George Floyd. Estados Unidos en llamas. FOTO: AFP

El asesinato de George Floyd durante una detención en Minneapolis suma un nuevo muerto a una larga lista de brutalidad policial en los Estados Unidos. El caso no podría resultar más chocante: un policía, ya detenido y acusado de homicidio, asfixia hasta la muerte a un hombre negro que repetidas veces le dice que no puede respirar y ante los desesperados pedidos de transeúntes presentes en la escena. 

Sin embargo, la brutalidad policial no es el único flagelo que sufre la minoría afroamericana. Las condiciones socioeconómicas que tienen que soportar son abismalmente peores que las que disfrutan aquellos más ricos. Valga como ejemplo, la diferencia de expectativa de vida que puede existir entre los más acomodados y los más necesitados, aún dentro de la misma ciudad. Si uno nace en el opulento barrio de Streetervile, en la ciudad de Chicago, su expectativa de vida es de 90 años; mientras que, si uno nace en el carenciado barrio de Englewood, la expectativa de vida se desploma a 60 años. Diez millas y treinta años de vida separan ambos barrios.

Estas desigualdades enraizadas en el racismo dañan fuertemente el prestigio de Estados Unidos como democracia. Y esto es doblemente grave en tiempos en que el sistema republicano de gobierno se encuentra discutido como nunca antes en las últimas décadas. Estados Unidos supo en el pasado proyectar los valores democráticos y de respeto por los derechos individuales en una serie de instituciones internacionales; pero hoy se convirtió en su peor enemigo. En el marco de la ONU, Donald Trump retiró a los EE.UU. del Consejo de Derechos Humanos, Unesco y la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el ámbito del comercio internacional, abandonó el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, renegoció agresivamente el acuerdo Nafta, comenzó una guerra comercial con China y bloqueó el funcionamiento del vital Órgano de Apelación de la Organización Mundial del Comercio. Y en el área militar, abandonó el Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio, firmado con Rusia, y más recientemente, el Tratado de Cielos Abiertos. 

No es de sorprender entonces el deterioro de la imagen de Trump en el exterior; una encuesta publicada a comienzos de año por el Pew Research Center, muestra que un 64% de la opinión pública global no confía en él. Sin embargo, también hay que mencionar que en los EE.UU. aún conservan una mayoría de opiniones positivas: un 54% expresa visiones favorables mientras que un 38%, desfavorables. Es decir, la opinión pública global sabe distinguir entre los aspectos positivos del país y el estado de su liderazgo presente.

Estados Unidos puede y debe jugar un rol constructivo en el sistema internacional. Para ello, es fundamental que se reencauce hacia aquellos valores en los que fue fundado y que sirvieron de inspiración a movimientos democráticos en todo el mundo. Tanto en su accionar local, como en su desempeño internacional, se encuentra en una posición única para tener un impacto positivo en un mundo cada vez más inestable.

*MA Global Governance University of Delaware, MA Estudios Internacionales UTDT.