En los medios

La Nación
23/03/20

Puertas adentro: la mentira de la diversidad

"Más allá de los discursos predominantes, la selección de personal en muchas empresas sigue sesgada por criterios sexistas", alertó el profesor de la Escuela de Negocios en una nota en colaboración con el filósofo Nicolás José Isola.

Por Andrés Hatum y Nicolás José Isola
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La diversidad no llega a muchas empresas (Crédito: Shutterstock)


La cultura global cambió mucho en las últimas décadas y, especialmente, en los últimos años. Diferentes colectivos como el LGTBIQ lograron que sus voces no sean desoídas. Diferentes compañías se tuvieron que aggiornar a estos nuevos tiempos y para ello intentaron modificar su cultura y sus valores, buscando mostrar su apertura a la diversidad.

Sin embargo, algunos de estos valores quedan en la proclama para la foto. Por un lado, en algunas organizaciones la selección de talento no tiene en cuenta suficientemente esta diversidad cuando toman nuevas posiciones. Por el otro, a la hora de pensar lo diverso, algunas cuestiones son dejadas de lado y predomina la hipocresía.

En los procesos de selección prima la experiencia que la persona pueda traer a la compañía. Lógico, las compañías quieren que el nuevo empleado genere resultados, y rápido. Si ese potencial empleado tiene experiencia en el sector de la empresa que está buscándolo, mejor aún: "Buscamos a alguien joven con 7 a 10 años de experiencia en nuestra industria". Un desafío titánico para veinteañeros con poca experiencia profesional: "te quieren joven, lindo, bueno, experto y barato", nos confesaba un profesional frustrado.

El colectivo LGTBIQ sabe las dificultades que implica acceder a un trabajo. Si bien existe mayor conciencia sobre la importancia de la inclusión y diversidad en las compañías, algunas empresas no dejan de asombrar por la hipocresía en el manejo del tema. En las entrevistas que realizamos, una organización nos presentó a dos chicas trans como si fueran un trofeo para calmar la conciencia de esa empresa. El momento de incomodidad de las empleadas y nosotros no se puede describir. Una de las chicas trans nos comentó off the record "Al final terminás agarrando cualquier trabajo. Simplemente agradezco que me contraten. No fue fácil llegar a tener un trabajo decente".

La discriminación , estigmatización y rechazo ha hecho que las cifras de intentos de suicidios llegue al 14% de la población transgénero y que la esperanza de vida roce solo los 40 años.

Quizás una de las más emblemáticas y preocupantes carencias en las empresas sean las políticas de maternidad. Si bien el tema ha evolucionado mucho y hoy existen empresas que permiten mucho más tiempo de licencia tanto para hombres como para mujeres (como por ejemplo en Johnson & Johnson), en muchas ocasiones las mujeres reciben poco o nulo apoyo cuando son madres, sintiéndose desbordadas, sobre todo en los primeros meses, porque tienen que llegar a los mismos objetivos pero ahora debiendo amamantar, durmiendo pésimo y teniendo una preocupación en su cabeza totalmente nueva: un ser humano a cargo. La subestimación del impacto que la maternidad tiene en la vida de la mujer es notable y muchos hombres son especialistas en el arte de ese desprecio.

La decisión de ser madre trae aparejada algunas complicaciones dependiendo en la organización que se trabaje, ya que las licencias por maternidad extendida a la que muchas mujeres optan, terminan siendo un boomerang para su desarrollo profesional: las empresas terminan promocionando a otra persona - un varón - ante la ausencia de la empleada que fue mamá. En confidencia, más de una vez hemos escuchado: "para este trabajo es mejor un hombre ya que va a poder dedicarse a full sin interrupciones ni licencias".

Estas situaciones de discriminación hicieron que una ejecutiva de una empresa de servicios argentina confrontara al área de recursos humanos, dirigida por una mujer, y le dijera: "Al final ustedes ([por la compañía] quieren que las mujeres pensemos que es un problema ser mujer". Sutilezas del management del ninguneo sexista.

En algunas compañías, donde priman los perfiles de jóvenes solteros entre 25 y 35 años dispuestos a dedicarle doce horas diarias al trabajo, aquellas mujeres con hijos que tienen que retirarse más temprano de su trabajo, cuentan todos los días con dos o tres horas menos de trabajo que el resto de sus compañeros, teniendo que cumplir con objetivos semejantes. Es técnica y humanamente imposible. Eso genera una sensación de frustración y cierta inutilidad por no conseguir seguir el ritmo, sumado a un cansancio agotador. Esa percepción de inadecuación produce un torbellino psicológico e infinitas preguntas: ¿será que siendo madre ya no sirvo para esta posición? La procesión de esta angustia va por dentro.

Y no se trata solo del primer año de los hijos. Ellos van creciendo y esa tensión de estar pendiente no decrece ni se va. Algunas mujeres valientes piden ayuda por sentir que no están pudiendo con este tema. Pero, infelizmente, suele primar el silencio y la sensación de soledad. Incomprendidas, solo resta remar en esas aguas espesas. Remar, incluso, cuando muchas veces no se le ve sentido.

En una conocida institución que se llenaba la boca hablando sobre la importancia de la familia, la mujer y el trabajo tuvieron un boicot de sus empleadas para poder tener una guardería para sus pequeños hijos que finalmente abrieron. ¿Dónde? En un baño que nadie usaba en la organización. La hipocresía llevada al pináculo de la ridiculez.

Una talentosa mujer que ocupaba una alta posición comercial en una multinacional, nos cuenta en su desolación: "mientras yo estoy aquí, sola, adelante de la computadora, mi hijo, está solo en casa con la chica que lo cuida. Es lo que más quiero en el mundo y siento que no compartimos tiempo, somos islas: compartimos soledades".

Esa percepción de estar partidas, escindidas, en algunos casos, se torna una banda de sonido de la vida. Esa música de fondo, está siempre ahí, sonando y tejiendo nudos en la garganta.

Estas sensaciones que son cotidianas para muchas madres, traen como coletazo el cuestionamiento por su productividad. La marquesina de la diversidad se cae cuando la productividad es menor que la de la media. "Sé lo que quieras ser, pero si serlo te hace rendir menos, no me servís". Escaparates de la diversidad selectiva.

Quizás esto se deba a que las madres no tienen grupos de presión en las calles, militando por sus derechos y teniendo visibilidad en el prime time de la televisión. Deberían inventarlos.

Los obstáculos que tienen que atravesar en sus lugares de trabajo son inmensos, precisando acelerar los ritmos mientras una poderosa transformación emocional y hormonal continua vigente en sus cuerpos.

El estrés frente a tantos cambios se torna previsible e inevitable. Sin embargo, muchas organizaciones eligen mirar para otro lado. En ocasiones, esa cultura open mind de las compañías que suele arengarse a viva voz en las cenas de fin de año o irradiarse en las publicidades, muestra ser sólo eso: un spot que no se condice con el día a día de quienes las habitan. La brillosa purpurina de la diversidad esconde debajo a un payaso triste.