En los medios

La Voz del Interior
9/03/20

Camila Perochena: "Reivindicar a Rosas es especialmente sensible para Córdoba"

La profesora invitada del Dpto. de Ciencia Política y Estudios Internacionales fue consultada por La Voz sobre la reivindicación que Kicillof hizo de la figura de Rosas. "Esto podría significar un anhelo por una autonomía perdida, y también una reivindicación a una figura que basó parte de su poder en la coerción", opinó.

El actual gobernador de la provincia de Buenos Aires hacía así una reivindicación a nada menos que al Restaurador de las Leyes.

La historiadora Camila Perochena (docente en UTDT) recuerda que la figura de Rosas fue reivindicada por Cristina Fernández, pero que hacerlo ahora desde la provincia tiene otro significado. Especialmente sensible para Córdoba.

–¿Qué significa reivindicar a Rosas siendo el gobernador de Buenos Aires?

–La reivindicación que hace Kicillof está marcando una continuidad con la que hacía Cristina Fernández. La recuperación de Rosas puede rastrearse desde la década de 1930, desde la tradición revisionista que buscó contrastarse con lo que se llamaba la “historiografía liberal”, que tenía a Rosas como un tirano y un dictador. Cristina Fernández lo recupera como un líder popular, industrialista, defensor de la soberanía nacional... Una reivindicación que no está exenta de polémica. Pero que es distinta hecha desde la provincia de Buenos Aires. Porque –me parece– Kicillof está intentando reforzar la idea de una autonomía provincial. Desde 1820, cuando se produjo la caída del poder central en el territorio del Río de la Plata, Buenos Aires descubrió las “mieles de la independencia”. A partir de ahí, monopolizó los ingresos de ultramar en la Aduana, que era el único puerto por donde pasaban todos los productos que entraban y salían del país. Y donde se cobraba un impuesto que, entre 1810 y 1820, se repartía entre las provincias. Con la caída del poder central, las provincias adquirieron más autonomía pero perdieron, excepto Buenos Aires, los ingresos de la Aduana. Y Rosas buscó reforzar esta autonomía, buscó continuar con ese monopolio al negarse permanentemente a convocar a un congreso constituyente. Que Kicillof lo reivindique podría significar un anhelo por aquella autonomía perdida. Y también significa reivindicar a una figura que basó parte de su poder en la coerción. Es decir: la reivindicación de una forma de hacer política: unanimista, plebiscitaria, donde hay una idea permanente de conspiración. El rosismo tenía una idea permanente de la conspiración de los grupos aristocráticos, de los unitarios. Una idea que no es ajena al kirchnerismo, donde se siente cómodo. Eso se ve cuando el kirchnerismo elige a sus enemigos del presente: les da una idea “consparanoica” a esos enemigos. O en la deliberada faccionalización del espacio político. La polarización entre “nosotros” y “ellos”, donde el “ellos” eran los unitarios. Esto podría ser un problema para otras provincias.

–La aparición de Kicillof parece introducir un tercer actor en la historia. Al interior y a la Capital Federal ahora se suma la provincia de Buenos Aires. 

–Sí. Eso se ve ahora con el pedido de Kicillof para sentarse a la mesa con las provincias petroleras, por ejemplo. Hay diferentes gestos que llevan a pensar que está tratando de recuperar el lugar que en algún momento tuvo Buenos Aires en el país. Buenos Aires es lo que el politólogo Andrés Malamud llama “una provincia hipertrofiada”. “Es una provincia ingobernable”, afirma. Una provincia que genera incentivos en el momento electoral, pero que después todos los presidentes olvidan al momento de gobierno. ¿Por qué? Porque está subrepresentada: tiene el 38% de la población, pero tiene solamente el 27% de los diputados y el 4% de los senadores. Hay un total desequilibrio político. En ese sentido, pareciera que Kicillof, con sus pedidos a la Nación de fondos, está tratando de terminar este desequilibrio fiscal y político. Y en esa línea, que este año Buenos Aires celebre el bicentenario le viene como anillo al dedo. Significa recuperar la época en la que Buenos Aires era la provincia más importante de todas. La que se había modernizado y desarrollado gracias a la expansión de tierras y a la actividad ganadera. Un lugar que perdió en algún momento de la historia.

–Leído en perspectiva histórica, ¿qué rol tendría Córdoba?

–Ese es un problema que podía verse cuando Cristina reivindicaba a Rosas desde la Nación. Lo hacía desde el federalismo. Pero ese federalismo tenía una contracara. Jorge Myers, un historiador que estudió mucho al rosismo, decía que en el discurso de Rosas había una paradoja. Que enfatizaba la autonomía de los gobiernos provinciales pero que, al mismo tiempo, generaba una centralización impresionante en su figura y en su persona. Quería sostener a toda costa la Confederación y no convocar a un congreso, pero sabiendo que era el gobernador más importante de todos. No sólo porque controlaba las relaciones internacionales, sino porque controlaba la Aduana. Esa centralización se observaba con políticas muy coercitivas hacia diferentes provincias. En el caso de Córdoba eso fue muy evidente. Y lo ilustra muy bien el asesinato de Facundo Quiroga. Rosas presionó a José Vicente Reinafé, el gobernador de Córdoba en ese momento, porque lo culpaba del crimen. Y lo presionó para que abandonara el cargo y se sometiera a un tribunal en Buenos Aires. Luego de eso, se eligieron varios gobernadores a quienes Rosas no reconoció, y siguió presionando para que se eligiera a Manuel López, un leal suyo. ¿Qué le pasó a Reinafé? Finalmente, Rosas se hizo cargo del juicio, lo declaró culpable y el exgobernador de Córdoba terminó colgado en la Plaza de la Victoria (la actual Plaza de Mayo). Por eso, la reivindicación de Rosas es especialmente sensible para los cordobeses.

Cuadro Centro Cívico

El gobernador Juan Schiaretti reivindica a Juan Bautista Bustos. En los próximos días, pondrá en su oficina del Centro Cívico un cuadro con el retrato oficial del primer gobernador constitucional de Córdoba. “Es importante su figura – afirmó Perochena– porque intentó presionar por un congreso constituyente. Contribuyó para declarar una Constitución y tener un poder central organizado. Por su valor en la historia es un personaje que uno debería reivindicar. Pero, además, suma importancia porque sirve para entender cómo los gobernadores quisieron contribuir a esa organización de un Estado central”, dijo la historiadora.

Préstamo: Del presidente Fernández

El área de prensa del Gobierno de Buenos Aires explicó que el cuadro de Juan Manuel de Rosas que el presidente Alberto Fernández le envió al gobernador Axel Kicillof es patrimonio cultural de Presidencia. Fernández se lo cedió a modo de préstamo al primer mandatario bonaerense, según publicó el diario La Nación. Cuando el Presidente decidió renovar las pinturas de su despacho y volvió a darles lugar a los próceres, encontró el cuadro de Rosas, entre tantos otros. Cuando Kicillof lo vio, en un encuentro con Fernández, le manifestó que le gustaba. Por este motivo, el Presidente decidió prestárselo hasta el final del mandato del gobernador.