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Diario Perfil
1/02/20

Por un 2045 mejor

"Modificando el lenguaje, el abordaje y los espacios en que nos relacionamos con los jóvenes, podemos elevar su agencia y jerarquizarlos como actores de nuestra sociedad", le recomendó Herbst, graduada de la Carrera de Estudios Internacionales UTDT, al secretario general de la ONU en el marco de los diálogos UN75.

Por Natalia Herbst

Herbst (a la izquierda), junto a Antonio Guterres, secretario general de la ONU.

Esta semana participé del lanzamiento de los diálogos UN75 con Antonio Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas. La premisa de la iniciativa es generar la conversación más grande e inclusiva sobre el papel de la cooperación mundial en forjar un mundo mejor para todos en 2045, año en que la ONU llegará a su aniversario número 100. En sus propias palabras, el secretario general dispone a las Naciones Unidas a entrar en modo escucha para entender qué es lo que en la actualidad más preocupa a todos aquellos que no solemos sentarnos en su mesa de decisiones y aprender de sus experiencias. Y no solo abre el juego a la agenda de desarrollo, sino también a cómo creemos que la organización en general y su función en particular pueden prestar un mejor servicio a “nosotros los pueblos de las naciones unidas”, como estipula su mandato.

Guterres empezó el encuentro preguntándonos a todos en la sala si creíamos que en 25 años, en 2045, las personas vivirán mejor, peor o igual que nosotros hoy. El comienzo de 2020 nos encuentra en un momento crítico frente a las posibilidades de que 2045 sea mejor que nuestro presente. Tenemos un camino claro de acciones que podemos tomar hoy en la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, pero los resultados a los que lleguemos serán en parte nuestra responsabilidad. Hoy nos encontramos frente a numerosos líderes globales reticentes a aceptar consensos básicos basados en evidencia, relevantes por ejemplo al cambio climático o los derechos reproductivos, comprometiendo la posibilidad de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030, lo cual sería un primer paso en dirección a un 2045 mejor que 2020.

Si queremos dentro de 25 años vivir en un mundo con brechas de género cerradas, menor desigualdad, Estados que apuesten al multilateralismo y la cooperación internacional, con un uso responsable de las nuevas tecnologías digitales que priorice su potencial de generar equidad sin ignorar sus riesgos intrínsecos de exclusión, y un trabajo sobre el cambio climático focalizado no únicamente en la sustentabilidad sino también en la restauración de nuestros ecosistemas, son fundamentales las acciones que tomemos hoy para influir en las prioridades de los debates globales y la definición de prioridades. Las acciones de millones de adolescentes movilizándose cada viernes en todo el mundo reclamando por un tratamiento urgente de las amenazas del cambio climático que culminaron en la movilización más grande en la historia de Nueva York, a la que se sumaron 4 millones de personas el último septiembre, es un claro ejemplo.

Además de la movilización, otra forma en que los ciudadanos podemos reclamar a nuestros líderes globales y nacionales su responsabilidad de adaptar sus prácticas a la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 está al alcance de nuestras manos y nos lleva solamente un minuto. La encuesta, accesible de modo online, lanzada en el marco de UN75, nos abre un espacio de participación para agregar nuestras voces, moldear la agenda global de desarrollo y expresar que estamos atentos a las decisiones que van a afectar de modo definitivo cómo van a vivir las próximas generaciones.

Guterres concluyó nuestra conversación como cierra la encuesta, pidiéndonos un consejo que él pueda adoptar. El mío fue que, como líder de gobernanza global, dé el ejemplo a sus pares modificando el paradigma a través del cual su organización se relaciona con los jóvenes, dejando de lado únicamente los espacios de consulta para incorporarlos a los espacios formales de toma de decisión. Modificando el lenguaje, el abordaje y los espacios en que nos relacionamos con los jóvenes –volviéndolos más relevantes para ellos–, podemos elevar su agencia y jerarquizarlos como actores de nuestra sociedad con preocupaciones relevantes, pero también propuestas valiosas sobre cómo abordarlas.