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25/01/20

Receta antiinflación

Eduardo Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno y director académico del CEPE, habló sobre la inflación en Argentina y cómo accionar para reducirla. “Hay que bajarla lentamente, pensando más allá del año, y sin caer de nuevo en el atajo de atrasar el dólar y las tarifas", explicó.

Por Alejandro Rebossio


Daniel Heymann no integra la Academia Nacional de Ciencias Económicas sino que es maestro de diversos economistas. Así lo admitía Nicolás Dujovne apenas asumió como ministro de Hacienda, antes de que le estallara la crisis. El actual jefe de Economía, Martín Guzmán, investigó 16 años con él en la Universidad de La Plata.

Preocupado por la inflación, Heymann impulsó y dirigió en 2014 la tesis de maestría en la casa de estudios platense de un economista que da clases allí y entre 2006 y 2019 ocupó roles técnicos en la administración bonaerense, Fernando Morra.

“Moderando inflación moderadas”, se llama la investigación y concluye que los países que arrastraban años de índices de entre 15% y 30% y que lograron bajarlos de ese rango demoraron en promedio cuatro años, aunque aquellos con economías de mayor tamaño y población, más similares a la Argentina, tardaron más: Chile, 14; Colombia y España, 11; México, ocho y Italia, siete.

Morra explica cómo hicieron los chilenos y colombianos. Si bien fijaron metas de inflación, como intentó sin éxito el gobierno de Mauricio Macri, las matizaron con herramientas heterodoxas como la intervención en el mercado de cambios, los controles de capitales y los objetivos de agregados monetarios (dinero circulante y depósitos líquidos en bancos y fondos). Además, las autoridades ganaron la credibilidad de los actores económicos y así evitaron que las devaluaciones se trasladaran demasiado a los precios. Por último, la recuperación del poder adquisitivo fue gradual como la desinflación.

El economista de 36 años –uno menos que Guzmán– que estudió todo esto acaba de incorporarse al Ministerio de Economía como subsecretario de Programación Macroeconómica.

Tendrá la oportunidad de ponerlo en práctica. Desde hace 12 años, es ayudante de la cátedra platense de moneda, crédito y bancos, que hasta hace poco dirigía Heymann –de 70 años– y que desde diciembre conduce quien era su adjunto, Guzmán.

Morra estudió países con inflación moderada, es decir, del 15% al 30%. Y ahora la Argentina arrastra dos años con 47,6% y 53,8%. Año a año se bate el récord desde 1991, cuando bajó al 84% después de la hiperinflación de 1989 (3.079%) y 1990 (2.314%).

“La inflación es moderadamente alta”, califica Heymann, en diálogo con NOTICIAS. “Hemos pasado por una crisis económica fuerte, especialmente por el tipo de cambio, que es uno de los factores clave para la inflación”, analiza el también catedrático de las universidades de Buenos Aires (UBA) y San Andrés.
“No de cualquier manera se puede afrontar un proceso de desinflación sostenido, no se cambia de un día para el otro”, advierte Heymann. Difícil que se cumpla la promesa del presidente del Banco Central, Miguel Pesce, de bajar la inflación a menos del 10% anual a fines del año próximo.

Menos ambicioso pero también idealista, Alberto Fernández auguró: “Si logramos una inflación de un dígito para 2023, estaré satisfecho”.

CÓMO. Para lograrlo, Heymann recuerda que “se debe trabajar sobre la presión monetaria y fiscal y alinear los comportamientos de los actores para que sea un proceso acompasado de precios en su conjunto”. Es decir, debe evitarse que los precios de determinados productos o servicios queden atrasados. “Es complicado.

Se requiere esfuerzo y tiempo. Es un proceso que debe evitar presiones del mercado de cambio y de los formadores de precios. Es una cuestión de expectativas y de coordinación. Los agentes económicos deben tener la percepción de que los otros van por el mismo camino de desaceleración”, explica el académico.

Para Heymann, resulta aún más difícil el inicio de la desinflación por la fuerte crisis actual y en medio de la renegociación de la deuda pública.

“Hay que levantar algunas incertidumbres que den un horizonte de largo plazo, como la deuda, porque así se define la política fiscal. Y también está el mercado de cambio, que en los últimos meses se ha calmado respecto de la muy alta volatilidad que tuvimos (en 2018 y 2019)”, agrega el mentor del ministro de Economía.

Martín Rapetti, economista del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), coincide: “La inflación se baja rápido cuando tenés hiperinflación porque todos los precios siguen a un precio, como pasó en la Alemania de los años 20, la Argentina con el Plan Austral (1985) y la convertibilidad (1991) o el Plan Real de Brasil (1994). La inflación de hoy es más compleja. Se necesita un plan integral, como el que anunció el ministro, que tenga todos los elementos para bajarla”. ¿Cuáles? “Tenés que conducir a todas las personas a una dinámica de desaceleración de precios, persuadirlos de que tu meta de desinflación es creíble. Si hacés un acuerdo de precios y salarios para que los precios no suban más del 30%, los asalariados van a querer asegurarse de que realmente no suban más que eso y los empresarios van a querer saber cuánto van a subir el dólar y las tarifas.

Entonces el Gobierno debe demostrar que el dólar no subirá más del 30% y para eso el Banco Central no debe hacer una emisión monetaria brutal. Debe demostrar que no tiene un problema fiscal que requiera mucho financiamiento del Central. También debe atender las tarifas, que impactan en la inflación y la demanda salarial, pero deben moverse en concordancia con los demás precios”, ejemplifica Rapetti.

“Hay que coordinar políticas fiscal, monetaria, cambiaria, tarifaria y de ingresos”, concluye el investigador del Cippec y profesor de la UBA. “Lo inviable es desinflacionar de forma desarticulada”, añade.

ISRAEL. “No descarto que en un gobierno se baje la inflación a un dígito, pero es más razonable en dos y también puede pasar que tampoco lo logremos”, advierte Rapetti. Y recuerda que, aunque se pone el ejemplo de cómo Israel bajó en dos años la inflación moderada a menos del 15%, en realidad tardó siete para descender del 25/30% a debajo del 5%, que es el nivel habitual actual en la mayoría de los países.

En la Universidad de San Martín, el docente Federico Favata observa que el Gobierno intenta controlar los precios de ciertos bienes de consumo.

“¿Es esta la única ancla inflacionaria? El valor del dólar parece tener un gran peso en los cambios de precios en nuestro país. Sin embargo, la Argentina tendría un efecto arrastre a causa de una mala gestión del gobierno anterior”, advierte Favata.

El decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Di Tella, Eduardo Levy Yeyati, concuerda en que la inflación sólo puede bajarse despacio: “Lentamente, pensando más allá del año, y sin caer de nuevo en el atajo de atrasar el dólar y las tarifas, que luego, cuando finalmente ajustan, vuelven a disparar la inercia inflacionaria. Un gobierno cuenta con pocos instrumentos: un programa monetario consistente con supuestos de inflación y tipo de cambio, la coordinación de precios y salarios en línea con esos supuestos, la reducción del déficit fiscal y, eventualmente, el crecimiento de la oferta, teniendo en cuenta que las barreras a la importación de insumos no ayudan en este frente –advierte–.

Partiría de un objetivo de inflación para 2020 que sea modesto y cumplible, para comenzar a recomponer la confianza en el Central como guía de las expectativas”. Levy Yeyati fue economista jefe de la autoridad monetaria en 2002, cuando estalló la convertibilidad y se evitó una híper.

Aquel año la inflación subió al 41% y en 2003 descendió al 3,7%. Desde 2007 en adelante se ha superado el 10% y hemos ido cada vez peor.

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