En los medios

Clarín
16/11/19

Un plan integral para lograr la competitividad

El profesor de la Escuela de Negocios analizó los diferentes indicadores de la situación macroeconómica actual y las perspectivas hacia el futuro. El economista señaló que "la economía necesita bajar el gasto público con relación al producto para disminuir carga tributaria y dar señales positivas para la inversión y las exportaciones".

Por Federico Furiase
Hoy tenemos un tipo de cambio real competitivo en la “foto”, consistente con una economía que recuperó el superávit comercial, pero por las malas razones.

Esas malas razones tienen que ver, básicamente, con la caída en las importaciones frente a la recesión generada por una “triple Nelson”: desplome del salario real, baja del crédito por la suba de tasas y el ajuste procíclico del gasto público, una vez que el mercado nos bajó el pulgar.

Sin embargo, el problema con la competitividad generada por el salto del tipo de cambio real es la “película” hacia adelante, frente a la inercia inflacionaria, la indexación de la economía y la emisión monetaria que vamos a tener en estos meses para cerrar la brecha fiscal y frente al desarme parcial de las Leliq, en un contexto de caída de la demanda real de dinero y con la implementación del “cepo hard”, que limita la compra de dólares por parte de particulares y empresas.



En ese contexto, sin un programa económico que genere credibilidad a partir de un sendero viable de consistencia fiscal/monetaria, sin un plan de estabilización que permita coordinar expectativas en una economía con inercia e indexación, y sin una solución rápida y amigable de la deuda, la emisión monetaria podría pasar factura en la brecha.

El problema con una brecha creciente es que las expectativas de inflación empezarían a jugar más cerca del dólar implícito en la brecha que del dólar oficial, además de ser una mala señal para las exportaciones.

Ahora bien, el problema es el tipo de cambio desde el punto de vista financiero, si bien el tipo de cambio comercial es competitivo en la “foto”, la falta de credibilidad hace que la demanda de dinero no esté estabilizada, con lo cual las presiones cambiarias podrían continuar si no hay un programa económico consistente en lo fiscal/monetario que permita resolver el tema de la deuda.

Por otro lado, como la deuda pública tiene una alta participación de la deuda denominada en dólares, los ejercicios de sostenibilidad dependen esencialmente de los márgenes de maniobra para estabilizar el tipo de cambio real y del PBI nominal en dólares que proyectemos hacia adelante.

De ahí, el trade off que existe entre tipo de cambio real alto para generar superávit de cuenta corriente externa, por un lado, y el impacto negativo que genera una depreciación del tipo del cambio real en la solvencia del sector público, dado el alto peso de la deuda denominada en moneda extranjera.

Por eso, dado el estado actual de las expectativas, con caída en la demanda real de dinero, inercia inflacionaria e indexación de la economía, y con una relación deuda pública neta sobre PBI que empieza a tener una dinámica inestable si no se alcanza un superávit fiscal primario en torno a 2% en los próximos años, y si no se estabiliza el tipo de cambio real (dado el alto peso de la deuda denominada en dólares), la devaluación para ganar competitividad es un perro que se muerde la cola.

La competitividad tendrá que venir a partir de un plan económico integral que permita estabilizar la macro y bajar gradualmente la inflación y el costo del financiamiento, pero sin perder de vista que, como tendencia, la economía necesita bajar el gasto público con relación al producto para disminuir carga tributaria y dar señales positivas para la inversión y las exportaciones.

Edición impresa: