En los medios

La Nación
14/11/19

El debate sobre si hubo golpe de Estado en Bolivia, según los analistas

Jorge Garzón y Juan Negri, profesores del Dpto. de Ciencia Política y Estudios Internacionales, fueron consultados por La Nación sobre el debate en torno a si la renuncia de Evo Morales en Bolivia respondió o no a un golpe de Estado. "No es un golpe de Estado clásico", opinó Garzón, mientras que Negri subrayó " la idea de quiebre del orden constitucional". También recordó que "los golpes de Estado no se definen por sus causales".

Por Julia D’Arriso y María del Pilar Castillo


Andrés Malamud | INVESTIGADOR DE LA UNIVERSIDAD DE LISBOA

Un golpe de Estado es la interrupción inconstitucional de un jefe de gobierno por parte de otro agente estatal, y en Bolivia se interrumpió el mandato del presidente, no hubo destitución parlamentaria, sino una renuncia forzada por una "sugerencia". Las Fuerzas Armadas fueron las que terminaron de definir la situación. Además, el accionar militar no se justifica por las irregularidades detectadas por la Organización de los Estados Americanos (OEA), porque Evo Morales ya había acatado el informe y convocado nuevas elecciones.
Los golpes de Estado pueden ser: restauradores, moderadores, burocrático-autoritarios o revolucionarios, y Bolivia podría responder a la primera o la segunda opción, en función del régimen que lo suceda. El golpe de Estado restaurador busca reconstruir un orden anterior, predemocrático, generalmente conservador y excluyente. Por su parte, el golpe de Estado del tipo moderador busca regenerar una democracia herida.
Por otro lado, se puede decir que existen canales institucionales para administrar la transición. En este contexto, en Bolivia la salida deseable sería la negociación entre los dos sectores y la convocatoria a una nueva elección bajo supervisión externa, pero no creo que sea viable.

Juan Negri | ANALISTA POLÍTICO Y DOCENTE DE LA UTDT
Me parece que la definición de golpe de Estado tiene que ver con la idea de quiebre del orden constitucional y con la situación que acontece en Bolivia estamos frente a eso: un mandato trunco, un presidente que renuncia mediante mecanismos que no están contemplados bajo el orden de la Constitución y en donde los militares intervienen dentro de ese proceso.
Los golpes de Estado no se definen por sus causales. No niego la irresponsabilidad política de Evo Morales en este escenario, pero eso no afecta la definición de golpe. De hecho, Evo se da cuenta tarde de eso y propone una salida constitucional y la celebración de nuevas elecciones.
Todo el proceso posterior a la renuncia de Morales tiene pinta de ser bastante irregular. Por ejemplo, a la senadora Jeanine Áñez le pusieron la banda los militares. Además, no está claro el rol de Luis Camacho dentro del nuevo gobierno, porque es una figura que nadie eligió.
Considero que nos merecemos una discusión en relación con el tema de los golpes de Estado porque nunca está claro, la línea es muy débil. Evidentemente no queda bien que los militares asuman el poder, entonces empiezan a darse una serie de estrategias para evitar esa situación y se producen situaciones grises.

Antonio Rivera | ABOGADO CONSTITUCIONALISTA EN BOLIVIA
Si hubiere golpe de Estado, se generó porque el presidente infringió las reglas básicas de convivencia pacífica. Después del referéndum, donde el 51% de la población rechazó la reforma constitucional se terminó de desconocer la voluntad ciudadana y el régimen democrático y representativo. Frente a eso, la ciudadanía salió a las calles pidiendo que se llame a nuevas elecciones y que se reemplace al tribunal electoral con personas idóneas. Golpe es cuando infringiendo la ley se destituye un gobierno constituido con el apoyo de la fuerza pública. Quien infringió la Constitución fue el presidente. El comandante en jefe [de las Fuerzas Armadas] sugirió y nunca lo obligó a renunciar. Tampoco creo que la opinión de las Fuerzas Armadas haya sido decisiva para la renuncia de Evo Morales.
En términos constitucionales, primero se oficializó la renuncia del presidente, por lo que la Asamblea Legislativa Plurinacional debe pronunciarse rechazando o aprobando la renuncia. El presidente abandonó el territorio nacional acogiéndose a un asilo que le dio México e incurrió en una causal de cesantía. Entonces, la vicepresidenta primera debe reemplazar el lugar. ¿Esto soluciona el problema? No, porque no es suficiente reemplazar al presidente, sino que hay que resolver el problema de fondo.

Andrea Oelsner | DIRECTORA EN LA UNIVERSIDAD DE SAN ANDRÉS
Hay pruebas de que en Bolivia hay un golpe de Estado, lo que se entiende como una interrupción de un gobierno no prevista por la Constitución. Evo Morales presentó su renuncia muy acorralado y presionado.
También es importante tener en cuenta qué estaba pasando anteriormente con el sistema político e institucional boliviano; antes del fraude o no fraude, o del golpe o no golpe.
Lo que sí podemos distinguir es que había un deterioro significativo de las instituciones democráticas por el gobierno de Morales, circunstancia que no quita que se haya cometido un golpe.
Por otra parte, lo que a mí me preocupa es qué es lo que pasa con estos gobiernos latinoamericanos que se apoyan tanto en las Fuerzas Armadas para sostenerse. Cuando las fuerzas de seguridad se convierten en un actor con demasiada autonomía y sienten que pueden intervenir en procesos políticos, como ocurrió en este caso que se percibió en Bolivia, se erosiona el sistema democrático.
En este escenario, como resultado se puede observar un vacío de poder muy importante, un procedimiento viciado por muchos aspectos y una crisis institucional gravísima.

Jorge Garzón | DOCTOR EN CIENCIA POLÍTICA DE LA UTDT
No es un golpe de Estado clásico. Fue una constelación de movimientos sociales que habían dejado de apoyar al gobierno y el catalizador que los activó fue el no acatamiento del referéndum del 21 de febrero de 2016, sumado a las acusaciones de fraude tras las elecciones. La decisión de los militares es una sorpresa, sobre todo teniendo en cuenta cómo acompañan a los gobiernos en la región.
Creo que pensamos con las categorías de la guerra fría, cuando un golpe de Estado era un proyecto con el propósito de derrocar, pero en este caso faltan elementos de un golpe de Estado, principalmente porque no hay un proyecto político de un militar que quiere ocupar el poder. Lo de Bolivia indica que en América Latina los militares siguen siendo el último bastión del poder y muestra la debilidad de las instituciones, que tienen como último adjudicador de disputas a los militares que terminan ejerciendo una función parecida a los monarcas en Europa en un sistema parlamentario y que llenan ese vacío cuando el Estado se desintegra.
Si las fuerzas de seguridad hubieran optado por reprimir, hubiéramos tenido seguramente más muertos. El accionar de las Fuerzas Armadas responde a una decisión evitar mayor derramamiento de sangre.

Andrei Serbin Pont | ANALISTA INTERNACIONAL Y DIRECTOR DE CRIES
Si nos focalizamos muy en lo específico, a lo que pasó en Bolivia lo tenemos que llamar golpe, pero entran más cuestiones que hay que poner en juego.
No podemos dejar fuera del análisis la corrosión de las instituciones democráticas, las decisiones inconstitucionales que tomó Evo, el intento de fraude y la situación violenta. Es en este contexto que se agrega el elemento de las Fuerzas Armadas.
Los militares influyeron sobre el proceso democrático, implicando la salida de un mandato que seguía vigente más allá de que se hubiera cometido fraude. Aunque en el comunicado que leyeron los jefes de las Fuerzas Armadas hablan de sugerencia para agarrarse del lenguaje de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas y cubrirse legalmente, el espíritu de esa ley no es recomendarle a un presidente que se vaya. El camino correcto tal vez hubiese sido someterlo a un proceso de impeachmen ty no enviar ese mensaje pseudo mafioso.
Sin embargo, hay poca claridad sobre cómo se dieron los hechos; se habla de la exigencia de Evo de que los militares salgan a la calle a reprimir y eso cambia mucho el entendimiento del proceso. La situación se complica aún más cuando asume la senadora Jeanine Áñez, porque no tiene el respaldo necesario del Poder Legislativo.

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