En los medios

Infobae.com
27/10/19

Curiosidades, estadísticas y datos poco conocidos de los 53 mandatarios de la historia argentina

Fernando Rocchi, profesor del Dpto. de Estudios Históricos y Sociales, fue consultado sobre las principales elecciones presidenciales en la historia argentina. Resaltó el cambio producido por la Ley Sáenz Peña de 1912, que marcó un punto de inflexión en la historia de los presidentes constitucionales, al instaurar el voto secreto y obligatorio para los argentinos, nativos o naturalizados, mayores de 18 años, inscriptos en el padrón electoral.

Por Mariel Fitz Patrick y Sandra Crucianelli
La elección de hoy es la número 31 desde la sanción de la Constitución Nacional de 1853 y, a partir del 10 de diciembre, asumirá el presidente número 54. Y se contabiliza desde el retorno democrático, hubo ocho elecciones presidenciales sucesivas, el máximo período de estabilidad institucional desde el siglo XX hasta acá. Si gana Mauricio Macri, sería el tercer presidente que logra su reelección desde 1983, después de Carlos Menem y Cristina Kirchner. En cambio, si como indican los números después del resultado de las PASO, se impone Alberto Fernández, el candidato del Frente de Todos se convertiría en el cuarto mandatario peronista que llega por los votos a la Casa Rosada, luego de la dictadura militar. Cristina sería, así, la primera vicepresidenta que asumiría después de haber ejercido dos veces la primera magistratura.


Los seis mandatarios que llegaron a la Casa Rosada desde el retorno democrático por los votos.

La estabilidad institucional no fue la regla en este siglo y medio de historia argentina. Del total de 53 mandatarios que gobernaron desde 1854 hasta el presente, 36 fueron constitucionales y 17 de facto. La cronología histórica de presidentes de este especial de la Unidad de Datos de Infobae abarca 165 años de historia argentina, de los cuales 23 años fueron de gobiernos de facto y dictaduras militares. En casi medio siglo -desde 1930 hasta 1976-, el sistema democrático argentino fue interrumpido por seis golpes militares, si se incluye el derrocamiento de Arturo Frondizi que llevó al abogado José María Guido a la presidencia.

Los mandatarios que más gobernaron

El presidente que más tiempo gobernó desde el retorno democrático fue Carlos Menem. Ocupó el sillón de Rivadavia por 10 años y 5 meses, un total de 3.807 días en sus dos períodos, el primero de seis años y el segundo de cuatro. Le siguió Cristina Kirchner con 8 años de mandato, 2.927 días.

Sin embargo, si se analizan todos los presidentes argentinos, el que más tiempo ocupó la primera magistratura fue el general Julio Argentino Roca: 12 años en dos períodos no consecutivos, de 1880 a 1886 y de 1898 a 1904, por un total de 4.382 días. El radical Hipólito Yrigoyen, en tanto, lo hizo por casi 8 años, un total de 2.886 días, ya que su segundo mandato quedó trunco por el golpe militar de 1930.

El único mandatario reelecto dos veces el siglo pasado fue Juan Domingo Perón, quien gobernó por 10 años y 6 días en total. Dos períodos consecutivos entre 1945 y 1955, cuando fue derrocado por la denominada Revolución Libertadora, y el tercero, 20 años después, aunque no llegó a completarlo porque falleció el 1 de julio de 1974, a menos de un año de asumir.

El presidente que menos tiempo ejerció fue Federico Pinedo, del PRO. Por la ley de acefalía, como presidente provisional de Senado, tuvo a su cargo “el ejercicio del Poder Ejecutivo de la Nación” durante doce horas, entre el primer minuto del 10 de diciembre de 2015, al culminar el mandato de Cristina Kirchner y hasta la jura, el mediodía de ese día, del presidente electo Macri. En brevedad de mandato le sigue el peronista Ramón Puerta. Asumió como interino al ser titular de la Cámara de Diputados de la Nación, por solo dos días en plena crisis de diciembre del 2001, tras la abrupta renuncia del radical Fernando de la Rúa.

A través de esta visualización interactiva, se puede navegar la secuencia completa de presidentes argentinos desde 1954. A la derecha se puede seleccionar por partido o mover el cursor por duración de mandato.

Los partidos con más tiempo en el poder

El partido que más gobernó desde el retorno de la democracia fue el peronismo en sus distintas variantes ideológicas: 24 años, un total de 8.908 días. Le siguió la Unión Cívica Radical, con dos mandatarios de ese signo político, Raúl Alfonsín y De la Rúa, por 7,6 años.

Cuando Macri termine su mandato el 10 de diciembre, al cabo de cuatro años, habrá sido el primer presidente que logra llegar a la Casa Rosada rompiendo el tradicional bipartidismo argentino, y también el primero no peronista que complete su gestión desde el surgimiento del movimiento creado por Perón.

Habrá cumplido así un primer desafío en la historia argentina del último medio siglo: la imposibilidad de los mandatarios que no provienen del Justicialismo de completar sus gobiernos. Mañana, el actual Presidente podría lograr otro: forzar un balotaje con el candidato del Frente de Todos para tener alguna chance de pelear por su reelección.

Si se contabiliza el tiempo que gobernó cada fuerza política desde la sanción de la Constitución en 1853, la que más estuvo en el poder fue el Partido Autonomista Nacional: 42 años, entre 1874 y 1916, cuando el voto no era obligatorio y acudía a las urnas un porcentaje reducido de la población.

En el análisis del último siglo y medio de presidentes argentinos, lo sigue el Partido Peronista-Justicialista, con 36 años y medio, y la Unión Cívica Radical con 34 años, sumando todas las vertientes ideológicas de las dos fuerzas mayoritarias del siglo XX.

Profesión y origen de los presidentes

En cuanto a la formación de los presidentes que gobernaron el país en este último siglo y medio, en su gran mayoría fueron militares - 24 de ellos- y abogados, otros 23. Esta fue la profesión de todos los mandatarios desde el retorno democrático, menos Macri que es ingeniero, al igual que Puerta, que ejerció como presidente interino.

Bartolomé Mitre además de militar, fue historiador, escritor y periodista. Domingo Faustino Sarmiento fue también escritor y docente. Hubo, además, otro ingeniero y militar, Agustín P. Justo; un odontólogo, Héctor Cámpora; y hasta una bailarina, Isabel Perón.

Como reflejo del centralismo que tuvo la Ciudad de Buenos Aires, el 28 % de los presidentes fueron porteños, y el 24,5% bonaerenses.


Sarmiento fue el cuarto presidente desde la sanción de la Constitución de 1953, electo en 1868 luego de una negociación entre Mitre y Urquiza.

La democracia “restringida”

Los 165 años de presidentes argentinos que van desde 1954 hasta la actualidad pueden dividirse en tres grandes períodos.

El primero comienza a partir de la sanción de la Constitución Nacional de 1853 con Justo José de Urquiza elegido al año siguiente, y finaliza en 1916, cuando tienen lugar las primeras elecciones con voto secreto y obligatorio para los varones.

En esos 63 años, los presidentes fueron de tres partidos: el Autonomista Nacional de Adolfo Alsina, el Federal de Urquiza, y el Liberal Nacionalista de Mitre. “La excepción fue Sarmiento que era independiente, electo en 1868 luego de un acuerdo entre esas tres fuerzas. Su candidatura surgió de la negociación entre Mitre y Urquiza, y llevó como vice a Alsina”, explica el analista político e historiador Rosendo Fraga.

“Fue un período en el que la participación política era limitada, ya que votaba muy poca gente, no más del 10% de la población, entre otros motivos, por el analfabetismo. Sucedía lo mismo que en Europa. No se puede hablar de una democracia plena todavía, sino de una democracia restringida”, advierte en diálogo con Infobae.

Fernando Rocchi, Doctor en Historia y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, brinda más detalles: “En 1862, en la elección de Mitre, votaron 14.000 personas, apenas el 1% de la población. Hasta ese momento no había padrón electoral. En las elecciones de 1916, las primeras con el voto obligatorio y secreto por la Ley Sáenz Peña, los votantes llegaron a casi 1.200.000. Y a partir de 1928, se da el fenómeno de un porcentaje muy alto de votantes, 1.461.000, más del 70% del padrón de ese momento”.

El voto secreto y obligatorio

La sanción en 1912 de la Ley 8.871, conocida por el nombre de su impulsor, el presidente Roque Sáenz Peña – del ala modernista del Partido Autonomista Nacional-, marca un punto de inflexión en la historia de los presidentes constitucionales, al instaurar el voto secreto y obligatorio para los argentinos, nativos o naturalizados, mayores de 18 años, siempre que estuvieran inscriptos en el padrón electoral.

"Antes de la Ley Sáenz Peña, la gente se juntaba en un local partidario e iba a votar en grupos. El voto era cantado, muy adjetivado, y para estar en el padrón había que inscribirse. De hecho el voto universal ya existía en la Provincia de Buenos Aires desde 1821, pero era voluntario y muy pocos se inscribían para votar", relata Rocchi.

Si bien su espíritu era universalizar el voto, como se tomaba el padrón del servicio militar obligatorio, en la práctica dejaba afuera a una parte importante de la sociedad, como las mujeres. También estaban excluidos los religiosos, los soldados, los detenidos por un juez y los condenados por ciertos delitos, hasta cinco años después de cumplida la condena.

La Ley Sáenz Peña se aplica por primera vez cuatro años más tarde, cuando es electo, con el 45% de la voluntad popular, Hipólito Yrigoyen, de la UCR, la principal fuerza opositora al Partido Autonomista Nacional que hasta entonces no había accedido al poder. Tanto Rocchi como Fraga coinciden en que se lo puede considerar "el primer presidente democrático”, al haber sido electo con una participación electoral plena.

Desde la obligatoriedad del voto, solo en tres oportunidades, dos presidentes serían electos por más del 60 % del favor popular. Además del fundador del radicalismo en su segundo mandato en 1928, es otro fue Perón en su reelección de 1951 -cuando las mujeres ejercieron su derecho al voto por primera vez a nivel nacional, a partir de la ley del sufragio femenino aprobada cuatro años antes-, y en su tercer mandato en 1973.

Colegio Electoral y voto directo

“Hasta 1916, cuando rige por primera vez el voto secreto y obligatorio, en la elección del presidente había un proceso de negociación con los gobernadores y los senadores para conseguir los electores necesarios en el Colegio Electoral. La provincia que sacaba un voto más, se quedaba con todos los electores de ese distrito, lo que le daba un gran poder a los gobernadores”, señala Fraga. Así, por ejemplo, Mitre fue elegido por el 100% de los electores que representaban a las provincias en el Colegio

A partir de la Ley Sáenz Peña continúa, el sistema de voto indirecto a través del Colegio Electoral continúa y se va a extender hasta 1995, cuando Menem es reelecto luego de la reforma constitucional producto del Pacto de Olivos que firma con Alfonsín. Sin embargo, el voto indirecto tuvo dos interregnos. El primero, por un breve período, con la reforma constitucional de 1949 promovida por Perón. Se puso en práctica en las elecciones presidenciales de 1951, en las que ganó el fundador del peronismo, y votaron por primera vez masivamente las mujeres. Pero esa Constitución – que también habilitaba la reelección presidencial- fue derogada en 1956 por la Revolución Libertadora y reemplazada en la Convención Constituyente del año siguiente.


Copia de la Constitución de 1949 promovida por Perón, y luego derogada en 1956, exhibida en el Museo de la Casa Rosada.

El voto directo volvió a regir en 1972 por medio de una reforma de la Constitución hecha por una Acta de la Junta Militar, liderada por el general Agustín Lanusse durante la denominada Revolución Argentina. Mediante un decreto, este militar redujo también el mandato de seis a cuatro años y habilitó la reelección presidencial por una sola vez.

Asimismo, Lanusse estableció la doble vuelta en caso de que el candidato más votado no obtuviera la mayoría absoluta de los votos válidos emitidos, en un intento por evitar el regreso del peronismo tras 18 años de proscripción. Sin embargo, Héctor Cámpora – el candidato elegido por Perón ante la prohibición que le impedía presentarse – arañó el 50% del voto popular con el Frente Justicialista de Liberación (FreJuLi).

Su mandato solo duró 49 días y fue reemplazado por un interinato de Raúl Lastiri, entonces titular de la Cámara de Diputados y yerno del poderoso ministro de Bienestar Social, José López Rega. Para que asumiera provisionalmente la presidencia tras la renuncia de Cámpora y su vice Vicente Solano Lima, se forzó un viaje del segundo en la línea de sucesión, el entonces presidente del Senado, Agustín Díaz Bialet, a Europa. Así, Lastiri llamaría a elecciones en las que Perón resultaría electo tres meses después, el 23 de septiembre de 1973, también por voto directo, con el 62% de apoyo.


Asunción de Raúl Lastiri el 13 de julio de 1973. Fue presidente por tres meses hasta la elección de Juan Domingo Perón por voto directo.

Gobiernos de facto y fraudulentos

El segundo período en el análisis de los mandatos presidenciales del último siglo y medio comienza en 1916 y se extiende hasta 1983. En estos años, si bien se amplía el derecho al voto, la estabilidad institucional va a sufrir, a partir de 1930, media docena de golpes militares que van a desplazar a gobiernos constitucionales.

El golpe del ’30, que llevó al general José Félix Uriburu al poder, interrumpió los sucesivos triunfos de la UCR con Yrigoyen en 1916, Marcelo T. de Alvear en 1922, y nuevamente Yrigoyen en 1928.

Tras esa primera irrupción militar del siglo XX, las elecciones presidenciales se adelantaron casi tres años – tuvieron lugar el 8 de noviembre de 1931- y marcaron el regreso de los conservadores al poder en febrero del año siguiente, con Agustín P. Justo, pero ya sin la participación del radicalismo.

"Justo era un radical antipersonalista, el ala más conservadora de la UCR, que gana en una alianza llamada Concordancia, con el Partido Demócrata Nacional -la fuerza mayoritaria de los conservadores que controlaban la Provincia de Buenos Aires-, y el Partido Socialista Independiente", explica Rocchi.

Según precisa Fraga, “los comicios de 1931 fueron elecciones libres, no hubo fraude". Y así lo explica: “La UCR no estaba proscripta, pero decide no concurrir porque la Corte Suprema resuelve que Alvear, el candidato elegido por el radicalismo, no podía presentarse al no haber pasado seis años desde que terminara su presidencia en 1928”.

Según este analista político, “el fraude no fue necesario” porque la oposición a Justo en esas elecciones, en las que no participó la UCR, fueron Lisandro de la Torre y Nicolás Repetto, candidatos de una coalición entre los socialistas y los demócratas progresistas.


El conservador Agustín P. Justo, fue presidente de la Nación entre 1932 y 1938, electo sin la participación del radicalismo.

En la lectura de Rocchi, si bien la UCR decidió no participar en las presidenciales, “la Corte de ese momento avaló el golpe de Uriburu al no habilitar al candidato del radicalismo, que en la práctica quedó proscripto”. No obstante coincide en que “no hubo fraude” y destaca que Justo ganó en todo el país, menos en Santa Fe.

“En realidad, el fraude se va a producir a partir de la segunda mitad de la década del ’30”, advierte el profesor de la Universidad Di Tella. Se refiere a las elecciones de 1937, en las que Roberto Ortiz, otro radical antipersonalista que lleva al conservador Ramón Castillo de vicepresidente, se impone en forma fraudulenta – mediante episodios de intimidación, relleno de boletas electorales y manipulación de los votantes- con el 54% de los votos sobre Alvear.

“Se da la paradoja de que Ortiz -que había sido ministro de Obras Públicas de Alvear- asume con fraude, pero con la intención de terminar con el fraude”, afirma Fraga sobre el origen espúreo de su presidencia en la que esa práctica fue justificada como “fraude patriótico”. Durante su mandato, Ortiz intentó restaurar progresivamente la institucionalidad en las elecciones legislativas de 1940. Sin embargo, fracasa y muere sin haber terminado su mandato. Queda a cargo su vice, Castillo, que dura solo un año hasta ser derrocado por un nuevo golpe de estado en 1943, que pone fin a la llamada “Década Infame”.

El surgimiento del peronismo

A partir del 4 de junio de ese año, se suceden en la presidencia los generales Arturo Rawson, Pedro Ramírez y Edelmiro Farrell. Con la Segunda Guerra Mundial de fondo y una clase obrera postergada en sus demandas, cobra protagonismo Perón -entonces coronel del Ejército- primero como secretario de Trabajo, y luego como vicepresidente de Farrell.

En un contexto de fuerte polarización entre el nuevo peronismo que pregonaba la “justicia social” y el antiperonismo que adoptó la bandera de la “democracia”, su detención el 12 de octubre de 1945 dio origen a la masiva movilización de la clase trabajadora del 17 de octubre, que derivó en las elecciones de febrero de 1946. La victoria de Perón con el 52% sobre la fórmula José Tamborini -Enrique Mosca, de la Unión Democrática dominada por la UCR, significó la irrupción del peronismo en la vida política argentina.

Seis años más tarde, en noviembre de 1951, Perón es reelecto -acompañado en la fórmula por Juan Hortensio Quijano- con un abrumador 62%. Sin embargo, no puede terminar su segundo mandato al ser derrocado por el golpe militar del 16 de septiembre de 1955, que dio inicio a la autodenominada Revolución Libertadora liderada por el general Eugenio Aramburu.


Pedro Eugenio Aramburu asume como presidente de facto en noviembre de 1955, luego del golpe de la "Revolución Libertadora" que derrocó a Perón.

Triunfos con proscripciones

Con el peronismo proscripto, el desarrollista Arturo Frondizi, de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), llega al poder en 1958 con el 45% de apoyo popular. Pero como un signo de la época, tampoco puede completar su mandato y es derrocado por otro golpe militar en 1962.

En las elecciones del año siguiente, triunfa el radical Arturo Illia, que obtiene sólo el 25% de los votos, sin que pudiera participar el peronismo. El voto en blanco asciende al 21%. “Frondizi e Illia llegaron al poder con la proscripción del peronismo, pero aún así fueron presidentes constitucionales. Si tenemos en cuenta las proscripciones, entre 1916 y 1983, en realidad hubo solo siete gobiernos democráticos con participación política plena”, analiza Fraga.

Rocchi destaca que “a partir de Yrigoyen, el radicalismo gana todas las elecciones hasta que lo proscriben. Y después de 1945, el peronismo no pierde en ninguna de las que participó, hasta 1983”.

Al repasar la sucesión de presidentes desde 1945, Fraga remarca que “la mitad del tiempo gobernó el Justicialismo en sus distintas variantes, y la cuarta parte, la UCR. Ambos partidos incluyeron facciones de izquierda y derecha. La otra cuarta parte del tiempo, hubo gobiernos militares”.

17 presidentes de facto

En este segundo período que va desde 1916 hasta 1983, hubo 29 presidentes, pero solo 12 mandatarios constitucionales surgidos de elecciones. Los 17 restantes ocuparon la primera magistratura después de golpes militares que tuvieron lugar en 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976.

Esos 17 presidentes de facto incluyen a Guido, un abogado de la UCRI, que asume el 29 de marzo de 1962 con el apoyo de un sector de los militares. Sobre su llegada a la primera magistratura, Rocchi recuerda que en las elecciones de medio término del gobierno de Frondizi, gana el dirigente sindical peronista Andrés Framini en la Provincia de Buenos Aires, pero los militares anulan esos comicios. Poco días después, el presidente Frondizi es detenido y enviado preso a la Isla Martín García.

"El general Raúl Poggi estaba por asumir en lugar de Frondizi, cuando Julio Oyhanarte -que era el titular de la Corte – va al Congreso y lo enviste a Guido como presidente, que en ese momento era el presidente del Senado y seguía en la línea de sucesión. Hay que recordar que Alejandro Gómez había renunciado como vicepresidente, a solo seis meses de haber asumido", explica. "Si bien Oyhanarte consideró el derrocamiento de Frondizi como un caso de acefalía, se trató de un golpe porque Guido – por exigencia de los militares- clausuró el Congreso, intervino las provincias y disolvió las legislaturas".


José María Guido, de la UCRI, jura como presidente luego de que los militares derrocaran a Arturo Frondizi en marzo de 1962.

Interludios civiles cada vez más breves

Un dato que surge al analizar las dictaduras impuestas por los golpes militares es que fueron cada vez más prolongadas a medida que avanzaba el siglo XX. “Y al mismo tiempo, los interludios civiles fueron cada vez más breves”, observa Rocchi.

Fraga lo explica en función del grado de participación de la corporación militar. “El golpe del ’30 tuvo un 5% de participación de las Fuerzas Armadas, con un fuerte apoyo de la sociedad civil en las calles, en un contexto de la crisis económica mundial de 1929, y duró un año y medio”.

"El del '43 contó con el 15 % de apoyo militar, pero no tuvo adhesión de la sociedad, y duró tres años. El del '55 tuvo un 10 % de apoyo militar y también se extendió por casi tres años, aunque tuvo características especiales, con apoyo de parte de la población civil.

“En el golpe del ’62 hubo un 50 % de apoyo militar e influyó el contexto internacional de la guerra fría. Algunos llegaron a ver a Frondizi como un ‘criptocomunista’”, agrega este analista político, miembro de la Academia Argentina de la Historia.

"Ya el golpe del '66 tuvo más del 80 % de apoyo militar y duró casi 7 años, en tanto que el del '76 fue un golpe del que participaron el 100 % de las Fuerzas Armadas, con apoyo de gran parte de la sociedad civil por el accionar de la guerrilla. Además había un contexto regional en el que ya había gobiernos militares en Brasil, Chile, Perú y Uruguay", concluye Fraga. La última dictadura fue la más prolongada – se extendió por casi 8 años -, con el agravante de que impuso el terrorismo de Estado, con la violación masiva y sistemática de los derechos humanos.

Para este analista político, “todos los golpes fueron evitables; no fueron procesos inexorables. Hubo incapacidad de la dirigencia para encontrar soluciones institucionales a las distintas crisis políticas”.

Destaca, además, que las asonadas militares no estuvieron en general ligadas a crisis económicas, aunque menciona como excepción el golpe de 1976, donde sí influyó el deterioro económico que vivía la sociedad después del llamado “Rodrigazo”.

El retorno democrático

Con el fin de la última dictadura militar, se inicia el tercer período en las presidencias argentinas, cuando se logra combinar el voto popular con la estabilidad institucional, pese a los cimbronazos en la economía.

La reforma la Carta Magna en 1994, además de implementar el voto directo y el distrito único, redujo el mandato presidencial a cuatro años y habilitó el balotaje.


Pacto de Olivos: la histórica foto del entonces presidente Carlos Menem y Raúl Alfonsín en la Quinta Presidencial, donde se gestó ese acuerdo en 1994 

El nuevo sistema electoral entró en vigencia con la reelección de Menem el 14 de mayo de 1995. El mandatario peronista se impuso en primera vuelta, con el 49,9% de los votos. Cuatro años más tarde, el radical De la Rúa se impuso también en la primera ronda sobre el candidato del oficialismo, Eduardo Duhalde, por algo más de 13 puntos, con el 48,3%.

En la elección de 2003, luego de la traumática experiencia del frustrado gobierno de la Alianza UCR-Frepaso, Menem volvió a ser el candidato más votado, pero obtuvo solo el 24,4%. Renunció a participar en el balotaje ante la posibilidad de una casi segura derrota en segunda vuelta. Terminó asumiendo como presidente el hasta entonces prácticamente ignoto gobernador santacruceño Néstor Kirchner, que había obtenido apenas el 22% de los votos.


Asunción de Kirchner el 25 de mayo de 2003. A su derecha, Eduardo Duhalde, quien lo antecedió en el cargo entre 2002 y ese año por aplicación de la ley de acefalía.

A Kirchner lo sucedió su esposa y entonces senadora justicialista, Cristina Kirchner, que obtuvo en 2007 el 45% de los votos. Tras la muerte imprevista de Kirchner, que se perfilaba como el candidato natural a sucederla, fue reelecta en 2011, con el 54%.

El balotaje recién se estrenaría en la elección del 2015, en la que Macri se impuso a Daniel Scioli, del Frente para la Victoria, en segunda vuelta por 51,34% a 48,66%. El entonces jefe de gobierno porteño le ganó al candidato elegido por la entonces mandataria para sucederlo por solo 678.774 votos de diferencia.

Según la versión sui generis del balotaje surgida del Pacto de Olivos entre Alfonsín y Menem, para conseguir el triunfo en primera vuelta es necesario obtener más del 45% de los votos afirmativos, es decir sin contabilizar los blancos. Si supera esa cifra, no importa cuál es la diferencia con el segundo candidato, podría ganar por solo un voto de diferencia. La otra opción para evitar la segunda vuelta es que un candidato se consagre ganador al sacar entre 40 y 44,99%, con 10 puntos de diferencia sobre el segundo.

Esta fórmula es la que le permitiría a Alberto Fernández convertirse en el presidente número 54, si hoy se repiten los resultados de las PASO del 11 de agosto, cuando el candidato del Frente de Todos obtuvo el 49,49 % de los votos afirmativos, mientras que Macri logró el 32,93 % de los sufragios. Para forzar un balotaje, Macri necesitaría superar el 35% y que Fernández baje del 45%. Casi todos los pronósticos consideran prácticamente imposible que sucedan ambas cosas.

Cómo se procesó la información

Hasta el inicio de este trabajo, publicado originalmente el 30 de junio pasado, no había en línea una hoja de cálculo que incluyera todos los datos de los presidentes argentinos en formato abierto, tal como se presentan en este informe.

La Unidad de Datos de Infobae procedió a la carga manual de todos los datos de los presidentes argentinos en una hoja de cálculo en formato abierto, tal como se presentan en este informe. Las dos fuentes principales fueron la Casa Rosada y el Ministerio del Interior.

La hoja de trabajo completa, puede descargarse en este enlace.

Incluye pestañas inferiores que contienen:

Y datos que resultan del cruce de información

Para el montaje de los datos y su visualización interactiva usamos Tableau Public, Fluorish, Google Spreadsheet y TimeLine. Otras herramientas usadas en este trabajo: Tabula, Open Refine, Data Wrangler, Document Cloud.