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Diario El Día
6/10/19

La prueba Aprender abre un debate sobre la brecha entre escuela pública y privada

María Lombardi, profesora e investigadora del CEPE de la Escuela de Gobierno UTDT, fue consultada acerca de las disparidades de las pruebas Aprender 2018: "No hay datos duros que permitan analizar en profundidad la evolución de los aprendizajes", señaló Lombardi.

Por Carlos Altavista
El análisis de los resultados de las pruebas Aprender 2018, últimos disponibles, volvieron a mostrar una importante diferencia entre las escuelas del sector privado y las del estatal, tanto a nivel país como en la provincia de Buenos Aires y en la Ciudad. Ahora bien, tomando como disparador la observación de la docente e investigadora de la Universidad Torcuato Di Tella, María Lombardi, sobre las “disparidades que esconden los resultados promedio” del país y de cada provincia, se abre un debate acerca de las causas de aquellas diferencias de desempeño.

Lombardi, quien integra el Centro para la Evaluación de Políticas Basadas en la Evidencia (CEPE) de la 
Universidad Di Tella, realizó para el Observatorio Argentinos por la Educación un análisis sobre la evolución de los resultados en las pruebas Aprender de 2016 a 2018, donde se evaluó en Lengua y Matemática a alumnos y alumnas de 6º grado del nivel primario.



En la parte final de su informe, la catedrática señaló que “en 2018 se confirma nuevamente la brecha entre el rendimiento de alumnos de escuelas estatales y privadas”.

Y detalló: “Mientras que sólo el 69,5 y 50,6 por ciento de los estudiantes de escuelas estatales obtienen un puntaje alto en Lengua y Matemática, en escuelas privadas la proporción llega al 90,8 y 75,7 por ciento”, señaló, para subrayar que “dadas las diferencias en las características de los alumnos (nivel socioeconómico y otros factores que no se miden u observan), es difícil concluir qué parte de esta brecha se debe a diferencias en la calidad de la educación y qué parte a características del alumnado que están fuera del control de las escuelas”.

En esa línea, la docente e investigadora del Observatorio de Calidad Educativa de la provincia de Buenos Aires, Guillermina Díaz, realzó que de un tiempo a esta parte y empujada por “la coyuntura”, la escuela primaria tuvo que ceder parte de su rol pedagógico a otro de carácter eminentemente social.


Estancamiento

En diálogo con este diario, la investigadora Lombardi remarcó que “desde principios del 2000, cuando el país comenzó a participar en las pruebas PISA (principal programa internacional para la evaluación de estudiantes), los resultados se han estancado a nivel general. Y no hay datos duros que permitan analizar en profundidad la evolución de los aprendizajes”.

Así las cosas, sobre la diferencia entre escuelas públicas y privadas consideró que “claramente hay dos hipótesis: o las privadas hacen algo mejor o cuentan con una población que, por sus características socioeconómicas, ya parte desde una base educativa más alta”.

En este punto, encaja a la perfección la observación de la licenciada en Economía Julia Galizzi, integrante del Observatorio de Calidad Educativa, a partir del estudio que efectuó sobre el nivel inicial de la enseñanza. “La desigualdad -sostuvo- está ligada fundamentalmente a la falta de ofertas educativas de gestión estatal que garanticen la cobertura universal para todos los niños y niñas. Esto impide que tengan asegurado su derecho de acceder a una educación igualitaria desde el comienzo de la trayectoria educativa”, afirmó.

La escuela pública tuvo ese rol igualador, resaltaron las especialistas, cuando “a nadie se le cruzaba por la cabeza ir a otra escuela que no sea la del barrio, y cuando las privadas eran escasas y hasta no estaban bien vistas. Hoy, la ‘educación pública’ sigue conservando ese valor casi sublime, aunque es real que muchos mayores que se formaron en ese ámbito envían a sus hijos al sector privado”.

“A principios de los años ‘90 sólo concurrían a escuelas privadas dos de cada diez alumnos”, recordó Lombardi, para hacer notar que hoy lo hace “casi la tercera parte de la población en edad escolar”.

Hay diferencias importantes entre jurisdicciones. La media nacional de estudiantes que asisten a colegios privados es de 29,35 por ciento. La provincia de Buenos Aires está por encima de esa línea, con el 31,13 por ciento.

Corrientes, por ejemplo, sólo cuenta con el 15,5 por ciento de sus estudiantes en el sector y, por el contrario, la Ciudad de Buenos Aires con el 51,09 por ciento. “Es cierto que las escuelas privadas, en líneas generales, cuentan con mayor autonomía, más oferta de jornada completa, menos huelgas, seleccionan a los docentes. Pero eso no explica la brecha. No es fácil explicarla porque reconoce causas múltiples”, cerró María Lombardi.

En su informe para Argentinos por la Educación, tomó de las pruebas Aprender la diferencia de resultados por nivel socioeducativo, el componente socioeconómico de colegios privados y estatales, y la distancia en el desempeño de esos dos sectores, concluyendo que “los resultados para el total del país muestran que mientras el 91 por ciento y 78,3 por ciento de los alumnos de estrato socioeconómico alto logran un buen desempeño en Lengua y Matemática -respectivamente-, esas cifras bajan al 76,7 y 56,7 por ciento en los estratos socioeconómicos medios, y a un 58,9 y 43,3 por ciento en el estrato socioeconómico bajo”.


Escuela, reflejo de la sociedad

La investigadora Guillermina Díaz opinó que “si los últimos datos del Indec nos dicen que más de la mitad de los niños y niñas en Argentina son pobres, es inevitable que ello tenga consecuencias en la escuela. De ahí que son fundamentales las políticas socioeducativas, como el servicio alimentario escolar (SAE), el apoyo escolar, la jornada extendida. Nuestro sistema educativo no puede pensarse fuera de ese contexto”, enfatizó la experta del Observatorio de Calidad Educativa bonaerense.

Díaz consideró “importantísimo tener en claro que sólo a través de políticas públicas integrales, que garanticen el derecho a estudiar de las niñas, los niños y adolescentes, se va a propiciar la construcción de un sistema educativo inclusivo, integrado y de calidad”.

Consultada sobre los niveles de enseñanza, hizo hincapié en “cuestiones básicas pero de suma importancia”. Y reflexionó: “En los últimos años, obligada por la coyuntura, la escuela primaria cedió algunos espacios destinados a su rol pedagógico (y los reemplazó) por un rol de contención de los múltiples conflictos sociales por los que atraviesan tanto sus alumnas y alumnos como sus respectivas familias”, describió.

“Si bien casi la totalidad de la población (de niños y niñas) está contenida en el nivel (primario), las desigualdades son claramente visibles en los índices de repitencia y sobreedad”, observó la profesora.

Otra es la situación en el nivel medio de la enseñanza. Díaz reflejó que “en el secundario, la desigualdad se muestra en los índices de no escolarización, deserción y abandono”.

“No se ha logrado que todos los jóvenes y adolescentes, considerados sujetos de derecho, alcancen resultados de aprendizajes equivalentes contemplándolos no sólo a ellos y ellas, sino también a su contexto y la vinculación entre pares”, analizó.

La especialista consideró imprescindible abordar el “contexto” de los chicos y chicas donde, claro está, entran las familias. A propósito, otro dato que arrojaron las pruebas Aprender es que “existe una relación directa entre el nivel educativo de los padres y los aprendizajes de los niños y adolescentes en la escuela”.

El tema es estudiado y contemplado a la hora de diseñar políticas educativas en muchos países. Y su importancia radica en que “esa relación opera como un condicionante previo del cual, de más está decirlo, los chicos y chicas no son responsables. Es por ello que, con los datos en la mano, las autoridades educativas, en general, y los directivos de los establecimientos, en particular, deben desarrollar herramientas y estrategias para compensar las diferencias de arranque y para que la ‘igualdad de oportunidades’ no muera en una frase políticamente correcta”.