En los medios

El Economista
16/07/19

Buenas y malas desde el FMI

Según el FMI, la recesión está quedando atrás, la inflación tiende a bajar y las principales metas del programa se están cumpliendo, pero la línea que continúa puede no ser recta. “La ampliación en el poder de fuego del BCRA es considerable”, señaló Martín Vauthier, profesor de la Maestría en Finanzas de la UTDT.



En líneas generales, la visión del principal acreedor de Argentina, resumida ayer en la Cuarta Revisión del Stand-By Agreement firmado en 2018, fue positiva. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), además del veranito financiero (que ayer tuvo un fuerte respingo del “billete”), la recesión está quedando atrás, la inflación tiende a bajar (hoy, el Indec dará el veredicto de junio) y las principales metas del programa (base monetaria y números fiscales, centralmente) se están cumpliendo. No es casual, por todo eso, que el organismo hay habilitado un nuevo desembolso de US$ 5.400 millones.

Sin embargo, el cumplimiento de la meta fiscal (con un waiver que habilita hasta un déficit primario de 0,5%) está lejos de estar garantizada. Si bien el FMI estima el rojo en 0,3% del PIB (es decir, dentro de la meta), advierte que la recesión está golpeando sobre la recaudación y esboza críticas hacia la “generosas” exenciones para las pymes, así como la decisión de congelar las tarifas hasta fines de 2019. Si la meta está en riesgo, el candidato del ajuste deberá ser la obra pública. Gasto de capital, en la jerga.

Sin embargo, la línea que enfrenta la economía no es recta, precisamente. “Los riesgos del programa son elevados”, dijo el FMI. El riesgo potencial emanaría de la incertidumbre electoral y podría presionar sobre las tasas de roll-over de la deuda a corto plazo (que deberían ser de 75%), por un lado y sobre el dólar, por el otro, acelerando la inflación y elevando los ratios de deuda sobre PIB.

“El principal peligro es un desarme de portafolio donde haya una salida del peso como reflejo a la incertidumbre que generan las elecciones. Este temor puede materializarse en una dolarización de los agentes que presionaría sobre una depreciación, con sus efectos nocivos como el aumento de la inflación, un aumento del ratio deuda sobre el PIB y una pérdida de reservas importante.

Estos efectos podrían ser combinados con mayores dificultades para renovar deuda en pesos y en moneda extranjera, comprometiendo la liquidez y posiblemente la solvencia del soberano. En el mediano plazo, la sostenibilidad de la deuda permanece altamente vulnerable a shocks, particularmente a lo que respecta a sorpresas negativas en el crecimiento de la actividad. Más allá de estos riesgos financieros, el FMI advierte, es posible que la inflación permanezca alta o que la recuperación se demore más de lo planeado. Finalizan indicando que de desarrollarse este proceso, empeoraría la situación social, aumentaría la pobreza y erosionaría el apoyo público sobre el programa que está implementando el Gobierno”, ratificaron desde ACM en un reporte de análisis.

Por eso, el programa otorga más “poder de fuego” a las autoridades monetarias. “Lo más relevante de la revisión del acuerdo con el FMI es que confirma una suba en el límite de intervención en futuros (la posición neta máxima sube a US$ 3.600 millones a fines de septiembre) y en el mercado spot, al introducir un ajustador por las ventas del BCRA en el marco de la regla de intervención anunciada”, dijo Martín Vauthier desde Eco Go y UTDT. “La ampliación en el poder de fuego del BCRA es considerable”, señaló. En otras palabras, el BCRA no quiere una nueva corrida. Además, claro de poder vender reservas abajo y arriba de los $ 51,5.

Lo otro “malo” del Staff Report es que el invierno va a durar un poco más. En rigor, el PIB caerá 1,3% en 2019 y apenas rebotará 1,1% en 2020, lejos de 2,2% pensado unos meses atrás. La inflación seguirá muy alta: 40,2% en 2019 (en línea con el REM) y 32,1% en 2020, 10 puntos más que en la última revisión (21,2%). Esperemos que se equivoquen.

Según el FMI, los candidatos expresaron su apoyo público “a los objetivos amplios” del Stand-By Agreement, pero igual hay incertidumbre por las elecciones presidenciales.

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