“En Argentina, a diferencia de otros países, el director de escuela es en realidad un profesor o maestro que ha pasado varios años en el aula. Y que, muchas veces, para dejar el aula, porque está agotado, decide entrar en la carrera directiva. En realidad, esta persona carece de la formación específica o de las condiciones de trabajo que le permitirían llevar adelante ese liderazgo”, sostuvo Romero, en relación a las particularidades del caso local. 

Por otro lado, la especialista en educación apuntó: “Debido a investigaciones, sabemos que el papel de una buena dirección en las escuelas es fundamental para lograr aprendizaje. (...) Hace mucho venimos trabajando e investigando este tema porque está demostrado que los directores son el segundo factor intraescolar que explica los resultados de aprendizaje de los alumnos”. “Es un factor muy importante pero, al mismo tiempo, muy descuidado”, explicó Romero.

Uno de los puntos más importantes resaltados por la investigadora es que “no hay una diferencia salarial que haga más interesante la carrera directiva”. “En algunas jurisdicciones hay un agravante: los directores tienen un límite de horas para poder dar clase. Esto genera que el máximo de horas que puede trabajar un directivo sea menor que el que puede trabajar un docente; eso desincentiva a mucha gente a optar por la carrera directiva”, explicó la directora del Área de Educación de la Escuela de Gobierno UTDT.

El segundo elemento que resaltó Romero fue la edad promedio de los directores en la Argentina. “Los directores llegan al cargo después de un promedio de 17 años de trabajo en el aula. En comparación con otros países, llegan grandes al cargo”, explicó la investigadora. “No necesariamente un buen maestro o un buen profesor va a ser un buen director”, agregó. 

“Los docentes llegan agotados, sin formación específica y, además, con condiciones de trabajo complicadas porque no tienen autonomía para decidir. Sumado a esto, muchas veces se quedan poco tiempo en el cargo directivo porque la edad jubilatoria en el sector educativo es baja”, comentó Romero. 

“Los directores no reciben formación y cualquier inversión que pueda hacerse en este aspecto no será aprovechada porque duran poco tiempo en el cargo”, explicó la experta. Sumado a esto, “las funciones de los directores van de 33 a 65, dependiendo de la jurisdicción”. “Es una locura tener tantas funciones concentradas en un cargo. La remuneración no es acorde con esas atribuciones para el cargo, que son muchas y muy diversas”, añadió. “En este contexto, que todo cae sobre sus espaldas, contar con buenos equipos para un director es muy importante. El problema es que la mayoría de las veces no pueden elegir ni a su propio equipo de conducción o su equipo docente”, apuntó Romero.

Finalmente, al ser consultada por ciertas propuestas para mejorar el sistema educativo con respecto al punto en cuestión, la especialista comentó tres puntos principales. En primer lugar, Romero resaltó que “hay que bajar la edad de los directores”. “Tienen que llegar a alrededor de los 40 años para hacer valer la formación que se les pueda dar para ocupar ese cargo”, explicó. En segundo lugar, “las condiciones de trabajo deben ser mejoradas”. “El trabajo de un director tiene que estar mejor pago y la diferencia entre un cargo directivo y uno docente debería ser mayor porque sus responsabilidades son mayores”, dijo  Romero. 

La directora del Área de Educación de la Escuela de Gobierno UTDT concluyó planteando un último punto que es la formación de los directores. “Debería haber una política de formación de directivos para que todos los directores tendrían que desarrollar capacidades que sabemos que son básicas”, sostuvo Romero.

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