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25/04/19

El genocidio armenio y el Holocausto judío

En el marco del 104° Aniversario del Genocidio Armenio, Juan Pablo Artinian, profesor del Dpto. de Estudios Históricos y Sociales, escribió acerca de la vinculación del mismo con el Holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial.

Por Juan Pablo Artinian


El 24 de abril se conmemora en todo el mundo el genocidio contra los armenios. A partir de 1915 más de un millón de seres humanos fueron sistemáticamente asesinados por el Imperio otomano; las propiedades y los bienes de las víctimas, confiscados; y cientos de niños y mujeres fueron islamizados a la fuerza. Lamentablemente, hasta nuestros días existe una falta de justicia, sumada a una negación sistemática de ese genocidio. ¿Cómo se vincula el genocidio contra los armenios con el terrible destino del pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial?

En primer lugar, la noción de impunidad y falta de justicia ante el genocidio armenio estaban presentes en la conciencia de los líderes del Partido Nacionalsocialista en el momento de implementar su política de "solución final" en Europa. La falta de reconocimiento del exterminio de 1915, su total impunidad, brindó un halo de protección a Adolf Hitler y al Partido Nacionalsocialista para cometer los terribles crímenes, entre ellos el Holocausto, durante la ocupación de Europa en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Para los genocidas la ecuación era simple: si el mundo había sido indiferente una vez, nada impediría repetir la destrucción a escala industrial, la esclavitud, las torturas de millones de seres humanos, esta vez en el corazón mismo de la modernidad occidental.

Estereotipos contra armenios y judíos

Un segundo elemento en común entre los dos genocidios fue la estigmatización de armenios y judíos tanto en el Imperio otomano como en Alemania. Por otra parte, las metáforas deshumanizadoras de los perpetradores contra las víctimas como "insectos", "parásitos" o "alimañas" estuvieron presentes en ambos casos. El historiador británico Daniel Bloxham señala que la comparación entre armenios y judíos puede establecerse en la caracterización de dos minorías etno-religiosas que, debido a las tradicionales restricciones que tuvieron en sus sociedades, desarrollaron una importante presencia en actividades comerciales y financieras. Esto alimentó la emergencia de estereotipos contra estos grupos.

En ese sentido, en el año 1913 el embajador alemán en Constantinopla comentó que las matanzas contra armenios de fines de siglo XIX habían sido vistas por algunos como "una reacción natural al sistema parasitario de la clase empresarial armenia. Los armenios son conocidos como los judíos de Oriente". Ese tipo de estereotipos estuvieron presentes en otros discursos de figuras claves de la Alemania del período nacionalsocialista. En la década del treinta uno de los principales ideólogos nazis, Alfred Rosenberg, estigmatizaba de manera similar a judíos y armenios como "el pueblo de los desperdicios".

Otro ejemplo de estos estereotipos —que homologaban a esos dos grupos— se encuentra en las palabras del oficial alemán mayor general Fritz Bronsart von Schellendorf, que se desempeñó en Turquía durante la Gran Guerra. Von Schellendorf llevaba un diario personal durante sus días en Turquía y en el mes de mayo de 1916, en un momento donde las matanzas estaban en pleno desarrollo, señaló: "[los armenios eran] odiados aún más en toda Turquía, y con toda justicia, que los peores judíos".

La vinculación entre el Holocausto y el genocidio armenio se encuentra también en la gran cantidad de diplomáticos alemanes que habían estado presentes en Turquía durante la Primera Guerra Mundial y habían presenciado el exterminio. Un oficial en particular, el doctor Max Erwin von Scheubner-Richter, había sido vicecónsul en la ciudad de Erzurum, al este de Turquía. Durante el año de 1915, Scheubner-Richter presenció el exterminio de los armenios de la provincia oriental de Bitlis. Además, en el trascurso de ese año envió a sus superiores distintos informes sobre las deportaciones y las masacres que estaban sucediendo. En uno de esos informes señalaba que, a pesar de los pocos sobrevivientes, los armenios de Turquía habían sido prácticamente exterminados. En 1920 y de vuelta en Alemania, Richter conoció a Hitler en una reunión en Múnich. Ese año se afilió al Partido Nacionalsocialista y consiguió recaudar importantes sumas de dinero. Richter participó del fallido putsch de los nazis contra el gobierno de Baviera, en 1923. Durante esa jornada la policía local reprimió a la manifestación nacionalsocialista y uno de los disparos mató a Richter, que se encontraba marchando al lado de Hitler.

El genocidio armenio era conocido en Alemania, no solo por los sectores que luego estigmatizarían a los judíos, sino también por mujeres y hombres que sabían sobre el exterminio y brindaron su ayuda a las víctimas. Una importante figura fue el pastor protestante Johannes Lepsius, que —además de su labor humanitaria dentro del Imperio otomano— se dedicó a recopilar información sobre el exterminio de 1915. También el joven escritor Thomas Mann y políticos como Karl Liebknecht estaban bien informados sobre los asesinatos sistemáticos del aliado de Alemania durante la guerra.

El episodio del Holocausto estuvo íntima y orgánicamente vinculado con el genocidio armenio; sus premisas fueron muy similares; sus resultados, en términos de la posibilidad de castigar a sus culpables, muy diferentes. El casi exterminio de los judíos de Europa llevó, luego de la derrota de los nazis, a los juicios de Núremberg, en noviembre de 1945, donde se los sentenciaron como culpables y tuvieron que cumplir con sus condenas. En el caso del genocidio armenio, no se obtuvo esa instancia de justicia y menos aún un reconocimiento por parte de la comunidad internacional. Un manto de olvido, negación e ignorancia sepultaron a aquellos que habían pasado por el genocidio de 1915.