En los medios

La Nación
20/01/19

¿Cómo ser parte del juego global? La Argentina y un mundo en transición

Juan Gabriel Tokatlian, profesor plenario del Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales, dialogó con La Nación sobre el proceso de transición, prestigio e influencia global que está viviendo la Argentina. El experto afirmó que "hay que repensar la relación con Brasil con más claridad para orientar el vínculo con el país limítrofe".

Por Agustina López
En un contexto donde el multilateralismo decrece en pos de los acuerdos bilaterales, donde la democracia republicana está en jaque en un gran número de países y el proteccionismo norteamericano se enfrenta al expansionismo chino, la Argentina fue la -exitosa- anfitriona del G-20, una de las cumbres más significativas en la constelación internacional. Allí se estrecharon muchas manos, se celebraron reuniones privadas entre mandatarios y se aprovechó la oportunidad para promocionar el país ante los ojos del mundo. Pero, si bien el Gobierno presentó este encuentro como un hito, los analistas coinciden en que la Argentina necesita mucho más que potenciales acuerdos comerciales y buenas relaciones protocolares para sacar partido de su agenda internacional en medio de un cambio de orden global y con un corrimiento del eje de poder hacia Oriente.

La Nación consultó a analistas internacionales, expertos y a la Cancillería para conocer y determinar qué rumbo debería seguir el país en materia internacional, qué papel debería ocupar en el sistema global y cómo orientar la política exterior y comercial de modo de sacarle el mayor provecho posible, más allá de las dificultades que se viven a nivel interno. En términos generales, hubo coincidencia en que el mundo atraviesa un proceso de transición, y que el país necesita moverse con cautela y de forma pragmática. Al mismo tiempo, el éxito de una buena estrategia -señaló la mayoría de las personas consultadas- radica en la posibilidad de fijar instituciones que se sostengan en el tiempo y que generen previsibilidad entre actuales y potenciales socios.

Por último, más allá de que el sistema de política multilateral esté en declive, la Argentina no puede darse el lujo de no apostar por los organismos internacionales, ya que le aportan previsibilidad y amortiguan las disparidades de poder con las potencias.

Mientras la Argentina aspira a lograr un acuerdo comercial con la UE, los líderes europeos enfrentan crisis de diversa índole en sus propios territorios; en la foto, Emmanuel Macron durante una reunión en París

“Estamos en un proceso de transición de poder, de prestigio y de influencia global. Hay países que ascienden y países que descienden. En este tipo de coyuntura, es usual que haya fuertes tensiones y mucha conflictividad. Son períodos para que países como la Argentina sean muy cautos, muy estratégicos en su comportamiento, y busquen modificar la situación para que sea favorable a sus intereses”, sintetiza Juan Gabriel Tokatlian, doctor en Relaciones Internacionales y profesor plenario en la Universidad Di Tella.

Duelo de titanes Mientras tanto, la tensión palpable que vivió el propio Mauricio Macri cuando, tras su bilateral con Donald Trump en el G-20, la vocera norteamericana aseguró que ambos países se habían comprometido a combatir la “economía depredadora de China”, es similar a la que está atestiguando el mundo entero.

El enfrentamiento “frío” entre China y Estados Unidos, las dos economías más importantes del mundo, es más que comercial: se trata de un tironeo entre dos sistemas de Gobierno opuestos, dos discursos-uno proteccionista y otro expansionista-y dos Estados con una robusta capacidad militar. La Argentina tiene compromisos con ambos: los norteamericanos son los principales inversores en el país y el préstamo del FMI es la gran apuesta del Gobierno para respaldarse en época de crisis; el país también recibió un swap de China, que amplió en 8.700 millones de dólares en la última visita de Xi Jingping, y los asiáticos han establecido bases militares en la Patagonia. Incluso, luego de Brasil, Estados Unidos y China son los principales destinos de exportaciones de la Argentina. El equilibrio es crítico para sacar provecho de la partida.

“Lo que necesita la Argentina es tener una estrategia coherente de largo plazo y aumentar todo lo que pueda su autonomía. Si el resultado es mayor dependencia simultánea de Estados Unidos y China, o si el resultado es estar sometido a las presiones y vértigos en la pugna de esos dos países, se desaprovechará esta situación”, asegura Tokatlian.

En términos regionales, Tokatlian asegura que hay que repensar la relación con Brasil, y hacerlo en términos que no se acoten al futuro inmediato, sino a una continuidad que trascienda los gobiernos actuales. “Llevamos mucho tiempo descansando en aquello que se fijó hace ya tres décadas. La relación ha cambiado muchísimo y se necesita por parte de la Argentina tener mucha claridad para orientar el vínculo, más allá de Bolsonaro” Para el académico, los puntos clave que necesita fortalecer el país son tres: una Cancillería eficiente, “dotada y calificada” para moverse airosamente en este escenario; un mejor diálogo entre los sectores sociales y estatales y, por último, “poder material y militar”.
Pensar en futuro Pablo Kornblum, magíster en Economía de la Universidad de Sidney y doctor en Relaciones Internacionales, evaluó positivamente el G-20 y la actitud del país de “hablar con todos”. Sin embargo, asegura que para materializar lo acordado durante la cumbre -la promesa, al cabo del encuentro, de un total de inversiones por 8000 millones de dólares- hace falta un seguimiento de lo pactado y trabajar para mantener las condiciones internas mínimamente estables.

“Los grandes inversionistas, los que invierten en el país, son los que piensan a largo plazo, y buscan estabilidad. No podemos disociar la política exterior de la doméstica: si cambia el Gobierno y se decide no cumplir con lo que se prometió antes, es un gran problema para la Argentina”, señala Kornblum.

Para el experto, un tema que debería resolver mejor la Argentina es cómo se inserta internacionalmente, si bien el papel que puede cu mplir un país no está solamente definido por las intenciones del Estado, sino también por sus capacidades materiales y por una estructura internacional determinada. “Creo que hay una definición latente de que la Argentina quiere continuar siendo el granero del mundo, lo que deja con una falencia todo lo relacionado con la industria. Ha habido una libera- lización comercial en las importaciones y eso afectó la industria nacional. Hoy las pymes industriales pequeñas no pueden competir con el extranjero”, explica.

“Argentina vive del campo y por lo tanto tiene que profundizar lo que tiene-agrega Kornblum-. Mostrarse como un país dispuesto a satisfacer las necesidades del mundo. Por ejemplo, demostrar que los productores locales van a poder brindar a China lo que necesita, con las medidas fitosanitarias correspondientes, con un envasado adecuado. Esto se complementa con un país estable y una buena diplomacia”.

Por su parte, Martín Kalos, economista y director de la consultora Epyca, asegura: “La Argentina nunca estuvo fuera del mundo, desde el siglo XIX nuestro país tuvo un papel. El tema es cómo hacer para aprovechar los rubros ventajosos, pensando en buenos negocios en lugar de quedarnos en rubros que no tienen dinamismo”. Para este economista, el país debería concentrarse en el largo plazo y en abrir mercados y ofrecer bienes por fuera de lo que ya está instalado y consolidado. Apostar al futuro.

“Hace falta una política de largo plazo que permita mejorar la participación en las cadenas globales de valor, pero también crear nuevos nichos de mercado. La Argentina tiene potencial, tiene una excelente capacidad de innovación y de adaptación tecnológica. Muchas veces la Cancillería prioriza mercados con representaciones diplomáticas, y esos no son los mercados más dinámicos. Se debería estar apuntando al Sudeste Asiático, África, América Latina. El proceso de apertura de mercados es a muy largo plazo, lleva muchos años realizarlo”, agrega Kalos.

Estrategias diversas El Ministerio de Relaciones Exteriores aclaró a la nación que, así como en 2019 se buscará que la política exterior “tenga impacto regional” (por ejemplo, a través de impulsar la reducción de barreras arancelarias en América Latina), también se apostará a trabajar por un acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, a seguir abriendo mercados con China y a renegociar el ingreso del biodiesel local a Estados Unidos. ¿Hay alguna intención de abrir nuevos mercados? “Sí, nunca se dejó de hacer”, confirma una fuente con llegada al canciller Jorge Faurie. “El mayor superávit lo tenemos con Vietnam y queremos ampliar al Sudeste asiático, sobre todo porque en un mundo de tensiones siempre hay que buscar diversificar”.

Un hito clave de este año fue el acuerdo stand by con el FMI que, junto con la búsqueda de inversiones, signaron de manera significativa el rumbo que eligió seguir el país internacionalmente y, probablemente, marque el pulso de la economía del próximo gobierno.

Según el análisis de Kalos, la llegada de inversiones está directamente atada a la apertura de nuevos mercados y a la posibilidad de luego consolidarlos y mantenerlos: “Para que vengan inversiones hay que mostrar un aumento de demanda a futuro, por apertura de nuevos mercados. Con la crisis económica actual, muchas empresas concentradas en sobrevivir a los vaivenes nacionales abandonan los mercados externos, y estos mercados no se pueden retomar en pocos meses. Y luego nos reemplazan”.
Ahora bien, más allá de que el gobierno de Mauricio Macri concentró grandes esfuerzos en conseguir financiamiento exterior para paliar las deficiencias económicas internas, los especialistas indican que los acuerdos comerciales deben ser solo una parte de la política exterior de un país.

“La política exterior como sustancia es más abarcativa que lo comercial. Saber cuáles son tus prioridades estratégicas te permite desarrollar una buena política exterior, de defensa, una buena política nuclear, una buena política de vínculos con el mundo” explica Andrea Oelsner, doctora en Relaciones Internacionales y profesora permanente de la Universidad de San Andrés. Sin eso, agrega, se genera una política exterior errática que deriva “ en una política comercial errática”.

Vacíos y oportunidad Según Oelsner, un punto clave al que debería apuntar el país para fortalecerse es al multilateralismo, y puntualmente a las instituciones regionales. Sin embargo, la investigadora opina que se perdió una gran oportunidad en este sentido. “La región no pudo ofrecer soluciones satisfactorias al tema de Venezuela, muchos miembros deUnasur se fueron retirando y ahora tenemos un líder como Jair Bolsonaro en Brasil, que claramente apunta a priorizar el unilateralismo antes que el multilateralismo, lo cual muestra un escenario complicado. En este contexto, a mí me parece que la Argentina debe apuntar a fortalecer y participar activamente en lo multilateral, incluso en instituciones en donde ciertas potencias se están retirando porque dejan espacios vacíos que pueden ser una oportunidad”.

Justamente, y según la teoría de interdependencia compleja de las relaciones internacionales acuñada por los teóricos Robert Keohane y Joseph Nye, las instituciones internacionales generan previsibilidad, reducen costos de transacción y a la vez disminuyen, en parte, las asimetrías de poder de los Estados que participan en ellas.
Este es un punto claro para la Cancillería. “Durante el G-20 se ponderó el multilateralismo -aseguran fuentes del Ministerio-; nosotros creemos que es el sistema en el que mejor se desenvuelve la gobernanza global.

Por otro lado, es evidente que las escasas capacidades militares y económicas de la Argentina no tienen posibilidades de torcer el rumbo global por sí solas”.

Un claro ejemplo es el énfasis del gobierno para ingresar en la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). Esta organización, compuesta por 37 países (hay varios más en proceso de ingreso), representa el 75% de la inversión extranjera directa en el mundo y el 60% del comercio. Un club valioso al que pertenecer, ya que su monitoreo y normas de regulación son un sello de calidad para la inversión.
En síntesis, en un contexto internacional convulsionado, la Argentina debe apostar a una postura de pragmatismo, donde se combinen tanto los encuentros bilaterales como la presencia multilateral. En ese aspecto, es clave tener una Cancillería bien formada y una visión a largo plazo que destaque los aspectos positivos del país y siente bases a largo plazo, más allá del escenario electoral del año próximo.

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