En los medios

La Voz del Interior
30/12/18

De Ripley a Macri, aunque usted no lo crea

El impuesto a la renta financiera tiene, por lo menos, un escaso sentido de la oportunidad.

Por Daniel Alonso

Excéntrico. Robert Ripley falleció en 1949. (www.afflictor.com)

Robert Ripley fue un caricaturista estadounidense que se enamoró de lo extravagante, de las rarezas, de lo exótico y hasta de lo grotesco. Hizo de eso un culto que empezó con una tira gráfica y que luego mutó a diferentes formatos, entre ellos el programa de televisión (también traducido como que fue muy exitoso en la década de 1980, protagonizado, entre otros, por el actor Jack Palance. El devenir económico de la Argentina podría ser, en sí mismo, una franquicia de Ripley. El capítulo más reciente es la reglamentación de la aplicación del Impuesto a las Ganancias sobre la renta financiera de las personas. Hay, por lo menos, un escaso sentido de la oportunidad, que además implica una bofetada a quienes ahorran en devaluados pesos (quizá el punto más urticante) y, por ende, un incentivo a dolarizarse en un país que, justamente, tiene una baja capacidad para generar ingresos en esa moneda. Aunque usted no lo crea, si decidió armar un plazo fijo en billete nacional y acumuló una renta, al cierre de 2018, superior a 66.918 pesos, pagará impuesto por el excedente, aun cuando la utilidad obtenida haya perdido poder adquisitivo. Para el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), que conduce Nadin Argañaraz, la reglamentación “genera importantes complicaciones de administración tributaria, tanto para el fisco como para los contribuyentes, además de distorsiones sobre la equidad del tributo”. Con ese escenario, no debería sorprender que los argentinos mantengan fuera del sistema o del país más de 293 mil millones de dólares (casi la mitad del producto interno bruto). Todavía no empezó 2019, pero la política y la economía ya están en modo electoral. Un claro ejemplo fue la concentración de malas noticias entre Navidad y Año Nuevo, con la saga de anuncios sobre aumentos de tarifas. Fue un día antes de la efeméride del célebre 28-D de 2017, el punto que muchos marcan en el calendario como el inicio de la debacle. Aunque usted no lo crea Créase o no), En apariencia, el pico de estrés ha sido superado. Pero allí donde las crisis financieras encuentran su frontera suele arrancar el territorio de lo que más se siente en la piel de la calle. El próximo trimestre exhibirá la larga cola de la recesión en un mercado laboral aún más anémico y con peores indicadores socioeconómicos. Para el economista Eduardo Levy Yeyati, el susto a una crisis de dimensiones impensadas es lo que allana el camino del ajuste, tanto para gobernantes como para gobernados. La incertidumbre de 2020 (reflejada en el riesgo país) es lo que obliga a dar señales sustentables de recuperación para afrontar los vencimientos de deuda, salvo que el cariño que la jefa del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, profesa por el presidente Mauricio Macri le valga a este como extensión de garantías. En los números macro, ayudará en 2019 la comparación con un año malo, en especial en el segundo semestre. Pero es un consuelo de tontos. Y es que las políticas monetaria y fiscal están focalizadas sólo en la estabilización, lógica etapa previa para pensar en una recuperación que no sea sólo rebote. Si el Gobierno esquiva la trampa y el tipo de cambio no se atrasa, las exportaciones deberían ser el músculo. Pero la política es una nebulosa y es probable que, temeroso de nuevas taquicardias, el Ejecutivo termine pisando el dólar (un ancla de papel), con una lenta salida de la recesión y del escenario de altas tasas, para sujetar a la inflación.