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El Cronista
28/11/18

Andrés Hatum: “El antilíder es un mal negocio”

Andrés Hatum, profesor de la Escuela de Negocios de la UTDT, analiza cuáles son las características más recurrentes en los peores liderazgos y advierte por qué estos "monstruos organizacionales" son más propensos a aparecer en épocas de crisis.

Por Laura Mafud
Mucha gente ha estado en ambientes tóxicos producto de jefes espantosos. Sin embargo, existen pocos escritos sobre las conductas horribles de estos monstruos organizacionales que denigran a las personas y erosionan la cultura y los valores de cualquier organización. Por eso, uso el término de antilíder, en oposición a las conductas y los comportamientos de los líderes verdaderos", describe Andrés Hatum, profesor de la escuela de Negocios de la UTDT en su último libro, El antilíder. Por qué las personas no renuncian a las empresas sino a sus jefes (Vergara). En un mano a mano con El Cronista Management, el especialista analiza el porqué de estos personajes tan temidos, cuáles son sus características y de qué modo conviene lidiar con ellos. "En la Argentina, en general, las organizaciones están llenas de esta gente que es tan particular. Y, cuando el cortoplacismo abunda, como en nuestro país, que siempre estamos como en crisis, los antilíderes están en todos lados y se quedan”, afirma.
Andrés Hatum:

¿Esta es una característica propia del management local o no necesariamente?

No, es general. Malos líderes hay hay en todas las culturas. Lo que pasa es que hay culturas que son un poco más respetuosas de ciertos derechos y otras que no. Además, también, el estrés organizacional que pueden generar las crisis económicas o el contexto también incide en que haya más o menos de este tipo de personajes.

¿Hay comportamientos del antilíder que puedan nutrir a un buen líder?

Hay una realidad: al final del libro, pongo que los líderes pueden aprender cosas de los antilíderes: tener cintura política o no ser totalmente confiados. Los líderes de las empresas tienen que tener estas cosas. Pero el antilíder da un paso más allá: te humilla, va por sobre vos, te falta el respeto. Un líder, por supuesto, no es un estúpido; tiene que ser sagaz. La diferencia entre un líder y un antilíder es que el líder, con ciertos comportamientos, se convierte en sagaz; y el antilíder, en una basura. Esa es la diferencia, a partir del respeto de la gente.

¿Hay mayor conciencia de la importancia de no ser tan mal jefe?

Sí, totalmente. De hecho, el libro lo pienso porque hay mayor conciencia y necesidad de entender quiénes son estos personajes nefastos que muchas organizaciones quieren que desaparezcan. La rotación de los empleados y colaboradores, más allá de que puede ser inoportuna, sale plata. Entonces, seleccionar una persona, desarrollarla y que llegue a su pico de desarrollo para poder tener una buena performance le cuesta mucho dinero a la compañía. De modo que, hasta por conveniencia económica, te diría que el antilíder es un mal negocio.

Si se suma el estrés que se genera por el contexto político y económico, tan característico de la Argentina, ¿es más propensa la aparición de estos directores?

Sí, cuando el contexto no te ayuda, se genera un estrés organizacional muy grande. Muchas empresas llaman a los antilíderes en épocas de crisis para limpiar, para reestructurar, para hacer lo que a nadie le gusta hacer. Y la gente se puede bancar eso y el maltrato porque hay crisis. Pero pasó la crisis y ese antilíder es una especie de bombero: tiene que cambiar de organización porque la compañía no lo soporta más.

¿Cómo recomienda lidiar con estos personajes?

Depende del tipo porque no son todos iguales. El tema es: a vos, como persona, ¿te gusta la organización en la que estás trabajando? ¿Sí o no? Si es sí, lo que te facilito ahí son herramientas para entender qué tipo de antilíder tenés adelante. No es lo mismo un líder cortoplacista que uno tóxico o narcisista. Después, si el tipo de cultura organizacional en donde estás está llena de antilíderes que pululan por todas partes, entonces, tal vez, no es el lugar para estar. Pero si querés sobrevivir al antilíder que te te tocó, porque la organización, dentro de todo, está buena, hay que saber distinguir qué tipo de antilíder tenés en frente porque no son todos iguales.

Requiere mucho ejercicio de poder abstraerse o tomar cierta distancia...

Sí, requiere eso, lo que no es fácil. Porque a veces lo querés matar. Pero hay esperanza a futuro porque estas organizaciones que surgen a partir de plataformas, la gig economy y los espacios colaborativos hacen que el antilíder se exponga mucho más y, por lo tanto, tienda a cambiar o desaparecer. En espacios colaborativos, este antilíder, generalmente, se maneja de forma radial. El espacio colaborativo es completamente distinto. El líder tiene que ser de centro, no de manejo radial. Y tiene que ser un facilitador. A medida que las empresas van cambiando esta estructura más funcional, el antilíder pueda acopiarse y generar su propio espacio, y vas a una cultura más abierta, transparente y colaborativa, le das menos posibilidades de accionar de esa forma.

Clasificación

● Jefes bestiales: Son resultadistas. No reconocen el trabajo del otro. Son abrasivos y avasalladores. No delegan. Enferman a la organización. Subestiman a sus colaboradores.
● Jefes tóxicos: Fomentan el trabajo individual por sobre el grupal. Resistentes al cambio. Sabotean las transformaciones. Agresivo e irónico. Poco creíbles. No generan confianza ni compromiso. Narcisistas.
● Psicópatas, narcisistas y maquiavélicos: Manipuladores y calculadores. Poco empáticos. Sarcásticos. Impulsivos.
Egocéntricos.
● “No, no, no” (No piensan, no leen, no aprenden): Prácticos y realistas. Cortoplacistas. Relación radial con sus colaboradores.
Baja probabilidad de generar un plan estratégico y poca visión de largo plazo.
● Jefes de hielo y su frialdad emocional: No otorgan feedback. No comunican bien. Tienen bajo compromiso en los colaboradores. Son insensibles. Desmotivan.

Cómo son

Patrones de comportamiento en los antilíderes:
● Falta de intregridad.
● Carencia de feedback.
● Incapacidad para escuchar.
● Micromanagement.
● Arrogancia.
● Falta de empatía.
● Incapacidad para la autogestión.
Falta de reconocimiento.

Los síntomas

Reconocer a los antilíderes en las organizaciones:
● Generan favoritismos, no cumplen lo pactado y son hipócritas.
● No les gusta, o no les es cómodo, dar feedback profundo y personalizado. Suelen generar situaciones incómodas en público.
● No generan debate productivo ni creativo. Es el decisor crítico y no delega esa función. No permite disenso.
● Megalómano, orgulloso, despectivo y egocéntrico. Estas suelen ser algunas de las características de los antilíderes.
Fuente: El antilíder (Vergara)

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