En los medios

Clarín
17/09/18

Con la inflación en alza, ya exploran la idea de acordar precios y salarios

El decano de la Escuela de Gobierno, Eduardo Levy Yeyati, junto al profesor de la Maestría en Finanzas Miguel Kiguel, y la egresada de la Maestría en Políticas Públicas UTDT Marina Dal Poggetto, fueron consultados y aportaron su diagnóstico acerca de la situación económica del país. La clave: evitar una espiral que desemboque en la apreciación del peso.

Por Ezequiel Burgo

El viernes se cumplieron diez años de la crisis de Lehman Brothers. Entre muchas de las cosas que se escribieron en estos días en la prensa global, sobresale la idea de que en las crisis nadie sabe nada, pero principalmente, quienes toman decisiones. La volatilidad cobra intensidad, la descoordinación de los go gobiernos crece, los pronósticos erran y así la incertidumbre aumenta.

Salvando las distancias -el episodio Lehman gatilló una recesión global, la peor en 80 años-, la crisis argentina actual deja acaso el mismo sabor: los responsables lucen confundidos y descoordinados.


El Gobierno recurrió a una fórmula ortodoxa para frenar la volatilidad cambiaria: ajuste fiscal, suba de tasas, encajes y un paquete con el FMI para quebrar las expectativas negativas del mercado y la presión sobre el dólar. La apuesta de Macri-Dujovne es que funcione algo que se llama‘rol catalizador’ del FMI: su sello bajaría el riesgo país.Los pasos dados hasta el momento no arrojaron resultados. Todavía existe una indefinición sobre el manejo del dólar y a dos meses de firmar el acuerdo, el tipo de cambio saltó 35% sólo en agosto. Las consecuencias de ese movimiento brusco se sentirán. Elypsis estimó que la inflación en la segunda semana de septiembre fue de 2,5%-3%, igual ritmo que en la primera. El mes daría 6%. “El escenario optimista es una tasa de 45% en el año”, dice Gabriel Zelpo, de la consultora.

¿Y ahora? Quizá por la amenaza que entabla esta aceleración inflacionaria, y pese a que la Argentina negocia un nuevo programa con el FMI y el Central una regla de intervención cambiaria, tanto en el entorno de Macri como en el de los economistas privados se menciona la necesidad de concretar un acuerdo o esquema entre el Gobierno, empresarios y sindicatos para frenar la indexación de la economía ante la suba del dólar.¿Quiénes hablan de la necesidad de algún acuerdo entre Gobierno, empresarios y sindicatos? Economistas de visiones y generaciones diferentes. Aclaran todos ellos: son medidas que funcionan por un período y dentro de un contexto determinado como ser un plan de estabilización.

El macrismo (desde los debates en la Fundación Pensar) descartó siempre este menú de opciones. Pero ese contexto cambió y encima no logró quebrar la inercia inflacionaria.

Miguel Kiguel, economista y autor de un trabajo sobre planes heterodoxos para frenar la inflación, explica que “en la práctica algún tipo de coordinación es necesaria entre las tasas altas, el ajuste fiscal, la intervención del Central en el mercado cambiario y un acuerdo de este tipo”.

Hablar de estos mecanismos implica muchas veces la idea (¿falsa?) de que en la Argentina y el mundo fracasaron. Al menos así ha pasado con las acciones compulsivas. “Por eso debe ser un acuerdo de caballeros, establecer una pauta de suba para adelante y en sectores específicos, precios puntuales de alimentos o medicamentos. Puede ayudar como en 2002 lo hizo la mesa de diálogo”, dice Kiguel.

Tampoco es cierto que no hayan funcionado en el mundo: España a finales de los setenta, Israel en los ochenta y Chile en los noventa. Tres economías que partieron de niveles de inflación cercana a 30% y lograron desinflarse en diez años. Eduardo Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno de la UTDT, aclara. “La mala fama viene de la década del ochenta cuando Argentina tenía déficit fiscal crónico que se financiaba con emisión”. El economista explica que si un Banco Central emite por arriba de una pauta en el marco de una herramienta así, “el acuerdo se rompe”. Lo mismo si se otorgan aumentos salariales arriba de lo estipulado.

Un informe de Goldman Sachs comentó esta semana que “el desafío principal de Argentina es evitar una apreciación significativa del peso o una espiral de precios-salarios que erosione la ganancia de competitividad cambiaria que se ganó en los últimos meses”. El Estudio Broda calcula un dólar a $ 56 a fin de 2019 por ejemplo para evitar un deterioro así.

La herramienta que utiliza el Gobierno hasta el momento para defender esa competitividad y una escalada mayor de la inflación fue no reabrir las paritaria. ¿Pero por cuánto tiempo lo conseguirá?

En el entorno de Cambiemos un sector desliza que un acuerdo es más necesario que nunca para ordenar las expectativas de inflación, evitar así la erosión de la ventaja cambiaria y un aumento de la conflictividad social. Alfonso Prat-Gay, cuando era ministro, se pronunció a favor. Sin embargo, otra ala del Gobierno insiste que estas herramientas no han funcionado en el pasado o que aún no están dadas las condiciones. “Además, tenemos precios cuidados”, se jactan.

Para Daniel Heymann, macroeconomista y profesor de la UBA, estos acuerdos son más bien de “un instrumento macroeconómico” y que “Precios Cuidados sirve más para sostener el salario real”. Según Elypsis, los Precios Cuidados equivalen a 0,1% de la lista total de costos de la economía.¿Y las paritarias? ¿acaso no son una forma de acuerdo de precios y salarios? El Gobierno siempre se ha resistido a explicitar una pauta general. Apostó más bien a que cada empresa y sector negociara a lo largo del año. Pero dado el actual contexto, ¿es la mejor estrategia? “La pregunta relevante es si la paritaria se va a fijar a partir de la interacción descoordinada de muchas empresas y sindicatos actuando aislados, o a partir de una acción coordinada que nos permita evitar una aceleración excesiva de la inflación” dice Iván Stambulsky, economista de la UBA.

Por último, casi una digresión técnica pero que bien vale para explicar la dificultad de dar un paso así o que requiere tener los cálculos bien hechos. “Hace falta definir una trayectoria de inflación realista, un programa monetario consistente, un sendero del tipo de cambio que preserve el valor del peso y una regla de intervención del Banco Central para defender la moneda”, dice Levy Yeyati.

Conclusión: una vez que la macroeconomía dé señales concretas de estabilidad, entonces un acuerdo sí podría acortar la inercia inflacionaria. Pero no antes. Tal vez por ello hayan fallado en Argentina. “Creo que algún esquema político hará falta en el país”, dice Marina Dal Poggetto, directora de Eco Go. Los famosos Pactos de la Moncloa en España, de los que tanto se habla, fueron en buena medida un Pacto Social para bajar una inflación de 27%.

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