En los medios

Para Ti
3/07/18

¿Palabras sin género?

La directora de la Maestría en Periodismo LN/UTDT, Karina Galperín, opinó sobre el auge del lenguaje inclusivo entre los jóvenes. "Para mí, no es ideológico: si sólo fuera una cuestión reivindicatoría, nunca hubiera llegado a donde llegó", reflexionó.

Por Lucía Benegas
Buscando la inclusión. Primero reemplazamos el masculino genérico por las formas femenina y masculina; después, se optó por l a “ x †y e l @. Hoy, l a “ e †se presenta como la nueva alternativa, pronunciable y neutral.
Hay poques diputades que están indecises. Queremos demostrarles que a nosotres no nos va a pasar por al lado que decidan que sigan muriendo mujeres", dijo la vicepresidente del centro de estudiantes del colegio Pellegrini a un notero en un móvil de TN. Faltaban horas para la votación de la ley del aborto en la Cámara de Diputados y los pañuelos verdes invadían uno de los secundarios universitarios más prestigiosos del país, que había sido tomado por un grupo de estudiantes en apoyo a la despenalización. En ese contexto, la estudiante salió a defender la decisión y eligió hacerlo haciendo uso de una nueva modalidad: el lenguaje inclusivo que remplaza las "o" de los masculinos genéricos por la "e", una vocal neutra que no se identifica con ningún género y - a diferencia de la "x" o el puede trasladarse al habla sin inconvenientes. El particular modo de hablar de la adolescente enseguida desató una oleada de comentarios, memes y discusiones en las redes sociales y medios de comunicación. ¿Cuánto machismo encierra la costumbre de referirse a grupos mixtos usando el masculino?, ¿es el castellano un idioma más sexista que otros?, ¿estamos asistiendo al nacimiento de un tercer género o sólo se trata de una moda adolescente y progresista? El debate por el lenguaje inclusivo ganó territorio con explicaciones y posturas enfrentadas.

¿LENGUAJE QUE REFLEJA O CONSTRUYE?

"Creo que es conveniente tomar lo que sucede con el lenguaje como síntoma de una demanda que excede a la lengua", dice el ensayista, poeta, traductor, filósofo y miembro correspondiente de la Real Academia Española, Santiago Kovadloff, y completa: "El llamado lenguaje inclusivo no debería ser el centro del debate, sino la periferia: la cuestión central es la demanda que se lleva adelante mediante estas propuestas experimentales. Esa demanda no es otra que la de ser considerados como iguales, la de ser estimados como pares por parte de quienes se sienten excluidos", explica. Si bien el filósofo no siente que el español sea un idioma más machista, sí entiende que hoy puede no corresponderse con una realidad que cambió mucho. "Se pueden entender las convenciones lingüísticas como expresiones ideológicas, aunque no necesariamente lo sean. Personalmente, no sé si diría que en este caso se trata de una convención machista, pero sí creo que se corresponde con un momento en el que los hombres tenían un monopolio del poder", agrega. Para Kovadloff, la lógica de apelar al masculino en referencia a los grupos mixtos tuvo que ver con que durante años, muchos de los ámbitos profesionales o relacionados con la vida pública eran casi exclusivamente de ese género, con lo cual -incluso desde una perspectiva de mayorías- tenía más sentido que se generalizara así. Modificada esa realidad y sumergidos en un contexto en el que las mujeres habitan la mayoría de los ámbitos, el cuestionamiento de la regla le parece válido y razonable, independientemente de sus posibilidades de éxito.

En la misma línea, la profesora de la Universidad Torcuato Di Tella y doctora en Lenguas y Literaturas Romances de la Universidad de Harvard, Karina Galperín, prefiere evitar interpretaciones ideológicas al analizar el fenómeno: "Estamos en dos ámbitos dinámicos que son la realidad y la lengua, y en esto, la lengua necesita responder a una realidad que ya cambió. Para mí, esto no es ideológico: si sólo fuera una cuestión reivindicatoría, nunca hubiera llegado a donde llegó", dice Galperín. Para ella, el fenómeno tiene que ver con una falta de correspondencia entre el lenguaje y la realidad, y la aparición de un grupo de usuarios chico -pero lo suficientemente grande como para visibilizar el debate- que exige al lenguaje mayor precisión. "Crear un tercer género es algo gigante y creo que si prosperó todo lo que prosperó, fue porque confluyeron una serie de factores", explica. Lo cierto es que para Galperín, el fenómeno excede ampliamente las aulas de los secundarios universitarios y no tiene un origen académico, sino todo lo contrario. "Si uno escuchaba a la alumna hablar, es verdad que caía en errores, pero eso es lo que también da la pauta de que estamos viviendo un momento de transición totalmente desordenado. Yo lo tomo como una evidencia de que estamos ante un cambio espontáneo, tan así . es queya vapor la tercera propuesta", asegura. Lejos de las posturas más reaccionarias de las instituciones como la Real Academia Española, para Galperín, la modificación de la lengua nos acercaría a un lenguaje más preciso y adecuado. "El uso de la letra «e» como supuesta marca de género es ajeno al sistema morfológico del español, además de ser innecesario, pues el masculino gramatical funciona como término inclusivo en referencia a colectivos mixtos o en contextos genéricos o inespecíficos", es la respuesta con la que la RAE se refiere al tema en todas las consultas a través de las redes sociales. "Yo entiendo muy bien los argumentos a favor del hábito que dan quienes sostienen que el masculino genérico es correcto y entiendo muy bien que se lleva mal con la realidad", responde Galperín. Hace tiempo que en sus comunicados a alumnos y redes sociales, la doctora en Letras elige dirigirse a "todes" en vez de hacerlo con el masculino genérico.

NECESIDAD O CAPRICHO.

"La discusión del lenguaje inclusivo no es algo nuevo: hace más de veinte años que la UNESCO sugirió que se hablase de niños y niñas en vez de apelar al masculino genérico, algo que desde entonces llegó incluso a cuestionarse por sexista", explica la licenciada en Letras y profesora de Lingüística en la Universidad del Salvador Nuria Gómez Belart, y agrega: "La realidad es que en los últimos años, hemos tenido tantos intentos de modificar el lenguaje (muchos de los cuales todavía conviven) que a mí me cuesta no ver a éste como uno más", analiza.

A diferencia de Galperín, para la correctora y profesora de la Universidad del Salvador, este fenómeno no tiene que ver con una cuestión generacional, sino que es algo que promueven pequeños grupos muy puntuales, no desde un lugar emocional y espontáneo, sino desde una postura política e ideológica. "Yo creo que es difícil que esto se sostenga en tanto no tiene que ver con un sentimiento, sino con un fundamento político y una declaración de principios: dos cosas que cuesta más que se sostengan en el tiempo, sobre todo, en grupos de adolescentes", explica. Lo cierto es que más allá de lo inviable y complicada que le parece la propuesta (de ahí que identifique tantos errores en los propios usuarios), Gómez Belart entiende la necesidad de buscar un lenguaje más inclusivo que contemple a una nueva realidad más compleja. "Yo no me muestro muy a favor ni muy en contra de estas cosas, sobre todo, hasta que no se instalen. Si me preguntan, desde mi lugar de asesora de agencias de publicidad y marcas, lo que mejor soluciona el problema -por lo menos en este momento- es reformular las oraciones evitando el género", opina. "Yo prefiero decir 'quienes trabajan' que hablar de 'los trabajadores y las trabajadoras' o Tes trabajadores', porque siento que es lo más inclusivo. Excluir a quien es más conservador, que seguramente va a rechazar este modo de hablar, es igual de poco inclusivo que usar un masculino plural", reflexiona.

Entre reacciones y aceptación, el tiempo tendrá la última palabra.
 

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