En los medios

La Nación
18/04/18

Ezequiel Spector, el hombre que aspira a fortalecer la democracia desde el debate político

El profesor de la Escuela de Derecho Ezequiel Spector publicó el libro "Malversados: cómo la falacia se apoderó del debate político (y cómo volver a la lógica de la argumentación)" y habló con La Nación para dar todos los detalles que su obra quiere transmitir.

Por Domitila Dellacha

El autor es abogado, profesor y director en la carrera de Derecho de la Universidad Torcuato Di Tella

Su currículum es largo: es abogado y doctor en derecho especializado en Filosofía del Derecho por la Universidad de Buenos Aires. Ha sido becario doctoral del CONICET. Es docente en la Universidad Torcuato Di Tella, también el director de la carrera de Derecho en la misma. Pero ahora tiene una misión y es fortalecer la democracia desde el debate político. Ezequiel Spector lanzó Malversados: cómo la falacia se apoderó del debate político (y cómo volver a la lógica de la argumentación) y habló con LA NACION para dar todos los detalles que su obra quiere transmitir.

- En Malversados se establece que el nivel de argumentación de las democracias actuales deja mucho que desear. ¿Se podría decir que es porque existe un deseo de manipular al electorado con más facilidad o por falta de preparación académica en los profesionales?

- Los dos problemas que mencionás son reales. Por un lado, hay políticos y otras personalidades públicas que no tienen preparación en argumentación. Esto no es sorprendente dado que en general las instituciones educativas, secundarias o universitarias, no proporcionan el suficiente entrenamiento como para construir buenos argumentos e identificar aquellos que son falaces. Por otro lado, tenemos el problema de la estructura de incentivos. Hay políticos que tienen cierto entrenamiento, pero no tienen incentivos para debatir honestamente, sino para ganar la discusión, sin importar que para ello tengan que usar recursos retóricos tramposos.

- Entonces, ¿sería correcto afirmar que a mayor educación en un electorado hay mayor dificultad en la política para hacer uso de falacias en los debates?

- En este sentido, el objetivo del libro es trabajar el primer problema proporcionando ciertos recursos analíticos para identificar estas trampas argumentativas. Puede servirles a periodistas y políticos de buena fe y en general a cualquier ciudadano interesado en estos temas. Esto podría dejarnos en mejor posición para lidiar con el segundo problema. Al haber una ciudadanía alerta, los costos de buscar la chicana aumentan, dado que probablemente serán descubiertas. Así, podrían generarse incentivos para ir a los debates con más argumentos y menos recursos tramposos. Me refiero a intercambios de todo tipo, que incluye discusiones que tienen lugar en medios de comunicación, pero también debates en el Congreso, en las universidades y en cualquier otro ámbito propicio para tal fin.

En definitiva, desde mi modesto lugar busco contribuir a fortalecer los pilares democráticos. La democracia es el sistema que por excelencia le da voz al pueblo, de modo que necesita de una ciudadanía preparada para identificar las diversas formas de engaño en política.

- Con este nivel de manipulación de debate, ¿hemos alcanzado un punto cúlmine en la era de la posverdad? ¿Cómo se regresa al universo de los datos y de la evidencia empírica para dejar de lado la "chicana" política?

- Es un cambio cultural, y como tal es gradual. Malversados intenta dar un primer paso en esa dirección.

El debate público se deterioró de tal forma que ya no interesan los hechos. Todo se volvió una cuestión de opinión. Es lo que en el libro llamo la "relativización de las cuestiones políticas", que consiste en despojar al debate político de datos duros, de forma tal que todo se vuelve "opinable". Viene de la mano de la idea de que todo es subjetivo, que no hay realidad sino interpretaciones; una corriente que tiene notable influencia en entornos relacionados con las ciencias sociales.

Esta tendencia le viene como anillo al dedo a los políticos de turno. Si todo es subjetivo, entonces el gobierno ya no puede ser responsable de ningún problema objetivo. Queda absuelto de culpa y cargo en un mar de opiniones y conceptos abstractos.

No es necesario ser ingenuo. Es cierto que la completa objetividad es muy difícil, sino imposible de lograr. Pero eso no nos exime de ser lo más objetivos posible a la hora de evaluar los hechos. Es una cuestión de niveles. Hay personalidades públicas que hacen un esfuerzo considerable por ser objetivas, y otras que renunciaron por completo a esto. Lo último es lo que a mi entender ha deteriorado el debate público.

- ¿Qué debería cambiar desde los medios para detectar un discurso argumentativo y no lo que se llama "opinología"?

En los medios de comunicación, y en particular en la televisión, las discusiones políticas son muy desordenadas. Uno habla, el otro interrumpe. Uno esgrime una opinión, y el otro lo chicanea. Todo esto genera enojo, y terminan gritando. En ese contexto es muy difícil que haya argumentos. Por eso las discusiones son, en general, meros intercambios de opiniones que pueden expresarse de forma rápida y contundente. El argumento aparece cuando uno fundamenta esa opinión. Pero esto requiere poder elaborar una idea sin ser interrumpido. Un ambiente más calmo. La dinámica de las discusiones públicas actuales no permite esto.

Muchos piensan que este desorden es atractivo y que es lo que sostiene el interés de la teleaudiencia. Aunque no hice estudios al respecto, mi intuición es que hay un buen espacio para dar buenos argumentos, y hacerlo de forma sencilla y atractiva al público. Es decir, que una intervención en un debate sea interesante no implica que tenga que ser falaz. Por supuesto, dar buenos argumentos y que encima estén expresados de forma interesante y atractiva requiere un mayor esfuerzo, pero lo fácil a menudo no es lo más sano.

De todos modos, es muy bueno que haya tantos debates en los medios, y que haya libertad para expresar la propia posición política sin temor a represalia. Cualquier programa de TV en donde la gente hable libremente es digno de elogio. Hay que defender todo eso. Pero pienso que nos falta mejorar bastante el nivel de debate. Y creo que es posible. Si no, no habría escrito el libro.

Malversados: cómo la falacia se apoderó del debate político (y cómo volver a la lógica de la argumentación)

Autor: Ezequiel Spector

Editorial: Sudamericana